Pablo Neruda
(1904–1973)

Crepusculario
(1919)

VENTANA AL CAMINO

CAMPESINA

Entre los surcos tu cuerpo moreno
es un racimo que a la tierra llega.
Torna los ojos, mírate los senos,
son dos semillas ácidas y ciegas.

Tu carne es tierra que será madura
cuando el otoño te tienda las manos,
y el surco que será tu sepultura
temblará, temblará, como un humano

al recibir tus carnes y tus huesos
-rosas de pulpa con rosas de cal-
rosas que en el primero de los besos
vibraron como un vaso de cristal.

La palabra de qué concepto pleno
será tu cuerpo? ¡No lo he de saber!
Torna los ojos, mírate los senos,
tal vez no alcanzarás a florecer.



AGUA DORMIDA

Quiero saltar al agua para caer al cielo.


SINFONÍA DE LA TRILLA

Sacude las épicas eras
un loco viento festival.
                      ¡Ay yeguayeguaa!...
Como un botoón en Primavera
se abre un relincho de cristal.

Revienta la espiga gallarda
bajo las patas vigorosas.
                      ¡Ay yeguayeguaa!...
¡Por aumentar la zalagarda
trillarían las mariposas!
Maduros trigos amarillos,
campos expertos en donar.
                      ¡Ay yeguayeguaa!...
Hombres de corazón sencillo.
¿Qué más podemos esperar?

Éste es el fruto de tu ciencia
varón de la mano callosa.
                      ¡Ay yeguayeguaa!...
¡Sólo por falta de paciencia
las copihueras no dan rosa!

Sol que cayó a racimos sobre el llano,
ámbar del Sol, quiero divinizarte
en la flor, en el grano y en el vino.
Amor sólo me alcanza para amarte,
¡para divinizarte, hazme divino!

Que la tierra florezca en mis acciones
como en el jugo de oro de las viñas,
que perfume el dolor de mis canciones
como un fruto olvidado en la campiña.

Que trascienda mi carne a sembradura
ávida de brotar por todas partes,
que mis arterias lleven agua pura,
¡agua que canta cuando se reparte!

Yo quiero estar desnudo en las gavillas,
pisando por los cascos enemigos,
yo quiero abrirme y entregar semillas
de pan ¡yo quiero ser de tierra y trigo!

Yo di licores rojos y dolientes
cuando trilló el Amor mis avenidas,
ahora daré licores de vertiente
y aromaré los valles con mi herida.

Campo, dame tus aguas y tus rocas,
entiérrame en tus surcos, o recoge
mi vida en las canciones de tu boca
como un grano de trigo de tus trojes...

Dulcifica mis labios con tus mieles
   ¡campo de los recónditos panales!

Perfúmame a manzanas y laureles,
desgráname en los últimos trigales...

Lléname el corazón de cascabeles,
¡campo de los lebreles pastorales!

Rechinchan por las carreteras
los carros de vientres fecundos.
                      ¡Ay yeguayeguaa!...
¡La llamarada de las eras
es la cabellera del mundo!

Va un grito de bronce removiendo
las bestias que trillan sin tregua
en un remolino tremendo...
                      ¡Ay yeguayeguaa!...



PLAYA DEL SUR

La dentellada del mar muerde
la abierta pulpa de la costa
donde se estrella el agua verde
contra la arena silenciosa.

Parado cielo y lejanía.
El horizonte, como un brazo,
rodea la fruta encendida
del sol cayendo en el ocaso.

Frente a la furia del mar son
inútiles todos los sueños.
¿Para qué decir la canción
de un corazón que es tan pequeño?

Sin embargo es tan vasto el cielo
y rueda el tiempo, sin embargo.
¡Tenderse y dejarse llevar
por este viento azul y amargo!...

Desgranado viento del mar,
sigue besándome la cara.
¡Arrástrame, viento del mar,
adonde nadie me esperara!

A la tierra más pobre y dura
llévame, viento, entre tus alas,
así como llevas a veces
las semillas de las hierbas malas.

Ellas quieren rincones húmedos,
surcos abiertos, ellas quieren
crecer como todas las hierbas,
¡yo sólo quiero que me lleves!

Allá estaré como aquí estoy,
adonde vaya estaré siempre
con el deseo de partir
y con la mano en la frente...

Ésa es la pequeña canción
arrullada en un vasto sueño.
¿Para qué decir la canción
si el corazón es tan pequeño?

Pequeño frente al horizonte
y frente al mar enloquecido.
¡Si Dios gimiera en esta playa,
nadie oiría sus gemidos!

A mordiscos de sal y espuma
borra el mar mis últimos pasos...
La marea desata ahora
su cinturón, en el ocaso.

Y una bandada raya el cielo
como una nube de flechazos...



MANCHA EN TIERRAS DE COLOR

Patio de esta tierra luminoso patio
tendido a la orilla del río y del mar.

Inclinado sobre la boca del pozo
del fondo del pozo me veo brotar

como en una instantánea de sesenta cobres
distante y movida. Fotógrafo pobre,

el agua retrata mi camisa suelta
y mi pelo de hebras negras y revueltas.

Un alado piño de pájaros sube
como un escalera de seda, una nube.

Y —asomando detrás de la cerca sencilla,
cabeza amarilla, como maravilla,

como el corazón de la siesta en la trilla
rubia como el alma de las manzanillas,

veo a veces, gloria del paisaje seco,
la cabeza de Laura Pacheco.



POEMA EN DIEZ VERSOS

Era mi corazón un ala viva y turbia
y pavorosa ala de ahelo.

Era la Primavera sobre los campos verdes.
Azul era la altura y era esmeralda el suelo.

Ella —la que me amaba— se murió en Primavera.
Recuerdo aún sus ojos de paloma en desvelo.

Ella —la que me amaba— cerró los ojos. Tarde.
Tarde de campo, azul. Tarde de alas y vuelos.

Ella —la que me amaba— se murió en Primavera.
Y se llevó la primavera al cielo.



EL PUEBLO

La sombra de este monte protector y propicio,
como una manta indiana fresca y rural me cubre;
bebo el azul del cielo por mis ojos sin vicio
como un ternero mama la leche de las ubres.

Al pie de la colina se extiende el pueblo, y siento,
sin quererlo, el rodar de los tranways urbanos;
una iglesia se eleva para clavar el viento,
pero el muy vagabundo se le va de las manos.

Pueblo, eres triste y gris. Tienes las calles largas,
y un olor de almacén por tus calles pasea.
El agua de tus pozos la encuentro más amarga.
Las almas de tus hombres me parecen más feas.

No saben la belleza de un surtidor que canta,
ni del que la trasvasa floreciendo un concepto.
Sin detenerse, como el agua en la garganta.
Desde sus corazones se va el verso perfecto.

El pueblo es gris y triste. Si estoy ausente pienso
que la ausencia parece que lo acercara a mí.
Regreso, y hasta el cielo tiene un bostezo inmenso.
Y crece en mi alma un odio, como el de antes, intenso.

Pero ella vive aquí.






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