Mario
Benedetti
(Paso de los Toros,
Departamento de Tacuarembó,
Uruguay, 14 de septiembre del 1920)
Oh quepis, quepis, qué mal me hiciste
(Con y sin nostalgia,
1977)
1.
El obrero le dijo al militar
progresista: “Buenas intenciones tal vez, pero serás mandón hasta
la muerte”. El militar progresista le dijo al blanco nacionalista: “¿Querés
que te sea franco? Tu reforma agraria cabe en una maceta”. El blanco
nacionalista le dijo al Batllista: “Lo que pasa es que ustedes siempre
se olvidan de la gente del Interior”. El batilista le dijo al demócrata
cristiano: “Yo escribo dios con minúscula ¿y qué?” El demócrata
cristiano le dijo al socialista: “Comprendo que seas ateo, pera jamás
te perdonaré que no creas en la propiedad privada”. El socialista le
dijo al anarco: “¿No se te ocurrió pensar por qué ustedes no han
ganado nunca una revolución?” El anarco le dijo al trosco: “Son un
grupúsculo de morondanga”. El trosco le dijo al foquista: “Estás
condenado a la derrota porque te desvinculaste de las masas”. El
foquista le dijo al bolche: “También ustedes tuvieron delatores”. El
bolche le dijo al prochino: “Nosotros nos apoyamos en la clase obrera:
¿también en este nos van a llevar la contra?” Y así sucesivamente.
“Apunten ¡fuego!, dijo el gorila acomodándose el quepis, y un camión
recogió los cadáveres.
2.
El
batllista le dijo al blanco nacionalista: “Y bueno, hay que
reconocer que ustedes han tenido a veces una actitud antimperialista que
nos faltó a nosotros”. El blanco nacionalista le dijo al socialista:
“Quizá a mí me falta tu obsesión por la justicia social”. El
socialista le dijo al demócrata cristiano: “Yo creo que nuestras
discrepancias acerca del cielo no tienen por qué entorpecer nuestras
coincidencias sobre el suelo”. El demócrata cristiano le dijo al
anarco: “¿Sabes qué rescato yo de tus tradiciones? Ese metejón que
tienen ustedes por la libertad”. El anarco le dijo al prochino: “Pensándolo
mejor no está mal que se abran las cien flores”. El prochino le dijo al
bolche: “¿Qué te parece si hacemos una excepción y coincidimos en
eso de la justicia social?” El bolche 1e dijo al trosco: “Ojalá fuera
cierto lo de la revolución permanente”. El trosco le dijo al foquista:
“¡Ustedes por lo menos se arriesgan, carajo!” El foquista 1e dijo
al militar progresista: “No creo que ustedes, como institución, vayan
alguna vez a estar del lado del pueblo. Pero puedo creer en vos como
individuo”. El militar progresista le dijo al obrero: “Cuando suene
aquello de Trabajadores del mundo uníos, ¿me hacés un lugarcito?” Y
así sucesivamente. “Apunten” dijo el gorila acomodándose el quepis.
Entonces los soldados le apuntaron a él. Por las dudas no gritó: “¡Fuego!”
Se quitó el quepis, lo arrojó a la alcantarilla, y algo desconcertado
se retiró a sus cuarteles de invierno.
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