Jorge Luis Borges
(1899–1986)



BORGES Y YO

         Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo xviii, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor. Seria exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páinas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mi podrá sobrevivir en el otro. Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.
         No sé cuál de los dos escribe esta página.

(El hacedor. Buenos Aires: Emecé, 1960)


CONTENIDO:
Obras completas:
Fervor de Buenos Aires (1923)
Luna de enfrente (1925)
Cuaderno San Martín (1929)
Evaristo Carriego (1930)

Discusión (1932):
La supersticiosa ética del lector
La postulación de la realidad

Historia universal de la infamia (1935:
Hombre de la esquina rosada
Historia de la eternidad (1936)

Ficciones (1944):
El jardín de senderos que se bifurcan (1941)
Prólogo
Tlön, Uqbar, Orbis, Tertius
Pierre Menard, autor del Quijote
Las ruinas circulares
La lotería en Babilonia
Examen de la obra de Herbert Quain
La biblioteca de Babel
El jardín de senderos que se bifurcan

Artificios (1944):
Prólogo
Funes, el memorioso
La forma de la espada
Tema del traidor y del héreo
La muerte y la brújula
El milagro secreto
Tres versiones de Judas
El fin
La secta del Fénix
El Sur

El Aleph (1949):
El inmortal
El muerto
Los teólogos
Historia del guerrero y de la cautiva
Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874)
Emma Zunz
La casa de Asterión
La otra muerte
Deutsches Requiem
La busca de Averroes
El Zahir
La escritura del Dios
Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto
Los dos reyes y los dos laberintos
La espera
El hombre en el umbral
El Aleph
Epílogo

Otras inquisiciones (1952):
El espejo de los enigmas
Nueva refutación del tiempo

El hacedor (1960)
El otro, el mismo (1964)
Para las seis cuerdas (1965)
Elogio de la sombra (1969)

El infrome de Brodie (1970):
Prólogo
La intrusa
El idigno
Historia de Rosendo Juárez
El encuentro
Juan Muraña
La señora mayor
El duelo
El otro duelo
Guayaquil
El Evangelio según Marcos
El informe de Brodie

Entrevistas:
Luis Harss, Los nuestros: Jorge Luis Borges, o la consolación por la filosofía




Literatura .us
Mapa de la biblioteca | Aviso Legal | Quiénes Somos | Contactar