Rosario Ferré
(Ponce, Puerto Rico, 28 de septiembre de 1938 - San Juan, 18 de febrero de 2016)


Mercedes Benz 200SL
Originalmente publicado en la revista Zona Carga y Descarga, 6 (1973), págs. 12-4;
Papeles de Pandora
(México: Editorial Joaquín Mortiz, 1976, 207 págs.)



en suma, oh reidores, no habéis sacado
       gran cosa de los hombres
apenas habéis extraído un poco de grasa
       de su miseria
pero nosotros que morimos de vivir
       lejos uno del otro
tendemos nuestros brazos y sobre esos rieles
       se desliza un largo tren de carga

—Guillaume Apollinaire

      Está estupendo el Mercedes, Mami, no te parece, mira cómo coge las curvas pegado al asfalto de la carretera ronroneando poderoso el guía responde al impulso de la punta de mis dedos dentro de los guantes de piel de cerdo que me regalaste ayer para que estrenara el carro con ellos para que las manos no me resbalaran sobre los nudillos de la rueda que ahora giro a derecha izquierda con la más leve presión las pequeñas lanzas cruzadas sobre el bonete destellando cromo debajo de la lluvia listas para salir disparadas a los ojos de los que nos ven pasar con envidia qué santo carro la madre de los tomates la puta que los parió tremendo armatoste se gastan parece un tanque los tapalodos de alante rodando rodillos de rinoceronte mi familia siempre ha tenido carros grandes, Mami, el primer Rolls Royce de San Juan largo como esperanza e pobre y negro como su pensamiento a esta chusma hay que enseñarles quién es el que manda pueblo de cafres este, apiñados como monos les gusta sentir el sudor la peste unos de otros sólo así se sienten felices restregándose como chinches por eso les gusta tanto el bochinche qué divertido, Mami, nunca se me había ocurrido de ahí viene seguro ese imbécil se nos ha metido en medio cuidado Papi le vas a dar la figura del hombre caminando de espaldas al carro por la orilla del camino hundiendo con el índice el disco dorado de la bocina que reluce en el centro del guía de cuero beige elegante el guía este cosido a mano el cuero de la rueda sexi la condená rueda me gusta tocarla apretando el disco de oro todo el tiempo igualito que la trompeta mayor en Das Rheingold, Mami, pero el hombre no oye no se sale del camino hasta el último momento en que da un salto el tapalodos le pasa a una pulgada de la cabeza cae de bruces sobre la cuneta te cojo en la próxima mico cuando te descuelgues otra vez del árbol te asustaste, verdá, Mami, estás blanca como un papel es que pienso en la policía, Papi, es por tu bien, qué policía ni qué demonios parece mentira que no sepas todavía quién es tu marido este carro es del fuerte donde quiera que vayamos nos dará la razón por eso lo compré, Mami, por qué pendejos te crees que trabajo como un burro de ocho a ocho no es para estar después virando huevos y echándome fresco en el culo en este país lo único que vale es la fuerza Mami no te olvides nunca deso.
       Metió el acelerador hasta el fondo disparando por la recta por lo menos a esta hora no hay tráfico suspiró la mujer recitando en silencio las últimas cuentas del rosario voy a reclinar el asiento hacia atrás para ver si duermo un poco sexi los asientos estos verdad, Mami, pasándole la mano por encima a la lanita gris pelitos que se doblan contra la punta de los dedos pero no para probarlos contigo que ya estás vieja y las carnes te cuelgan pellejos empolvados emperifollada con tus zapatos de cocodrilo de i 5o dólares y tu sortija emerald cut diamond de 9 kilates parece una pista de patinar en hielo dijiste cuando te la compré y me dieron ganas de reír, vieja, eso está bien de patinar en hielo sí grande y sólida como la cuenta de banco en Suiza lo que te gusta gastarme el dinero de las tiendas a la iglesia y de la iglesia a las tiendas pero no me quejo, vieja, eso está bien, toda una señora toda una dama y sin eso no se puede funcionar no se llega a ninguna parte sin lo que tú me das, vieja, eso no me lo dan las muchachitas cabronas que se verían tan bien reclinadas en este asiento de pelusa gris que se verán tan bien, digo, porque pronto pienso llevar a pasear a alguna buena polla y metérselo aquí mismo rico el roce de esta tela en el trasero debe ser.
       Levantó la mano del guía y la acercó en la oscuridad a la frente de la mujer que dormitaba a su lado te quiero mucho, Papi, le dije al sentir la caricia de su mano volviendo a empezar las jaculatorias a Mater Admirábilis eres como un niño con un juguete nuevo me alegra de veras verte tan loco con tu Mercedes-Benz 200SL la verdad que trabaja tanto, el pobre, se lo merece no hay derecho a matarse trabajando sin tener una recompensa sólo que a veces me hace sufrir con su falta de consideración como ahora no vayas tan ligero, Papi, la carretera está mojada el carro puede patinar sabiendo que no me hará caso nunca me hace caso igualito que si estuviera hablando sola acariciándome los brazos porque súbitamente he sentido frío los árboles que salen disparados partiéndose hacia los lados el túnel que nos va tragando estrechonegroalante anchocayéndose atrás debemos ir casi a noventa por favor, Papi, Dios nos libre y la Virgen nos guarde los wipers no van lo bastante rápido para limpiar los goterones siempre ha sido así desde que nos casamos hace veinte años me compra todo lo que quiero es un hombre bueno de su casa pero siempre la misma sordera siempre a su lado y siempre sola hablando sola comiendo sola durmiendo sola mirándome en el espejo y abriendo la boca tocándome el paladar con el dedo para ver si sale algún sonido casa perro silla la forma de la boca mordiendo los objetos reconociendo la textura de madera o de pelo con el interior del labio comprobando la resistencia a la respiración casa perro silla pero no los objetos no salen se quedan allí atorados como si la apertura fuera demasiado pequeña o ellos demasiado grandes los filos encajados dolorosamente en las encías forzándolos para arriba desde el fondo de la garganta sin ningún resultado tocando ese hueco mudo que se me enterraba cada vez más dentro de la boca cuando me miraba en el espejo hasta que creí que me estaba volviendo loca. Entonces tuve a mi hijo y pude volver a hablar.
       Volvió a reclinarse en el asiento y su perfil se recortó claramente en la oscuridad. Las luces del dashboard le iluminaban las facciones gruesas en tensión, la sonrisa infantil del hombre al volante. Cerró los ojos y cruzando los brazos sobre el pecho se acarició los hombros fríos con las manos. Y ahora de nuevo sola, después de tantas disputas iracundas con el padre se fue de la casa. Decía que los negocios le daban ganas de vomitar, que ya estaba harto de que lo amenazaran con desheredarlo, una mañana encontré la nota sobre la cama no me busquen todos los domingos los vendré a ver. Claro que lo buscamos pero él cambiaba todo el tiempo de dirección hasta que por fin Papi se cansó de pagar detectives privados lo que cuestan dios mío se enfureció con él definitivamente que se vaya al carajo, dijo, mira que yo dejando el pellejo del alma pegado al trabajo para después tener que gastar miles de dólares en detectives rastreando a una primadona que no da un tajo cría cuervos y te sacarán los ojos es lo que siempre he dicho y yo llorando que no podía contestarle porque en el fondo sabía que tenía toda la razón.
       Hoy sábado por la noche y mira esa recta que viene ahí, Mami, toditita para nosotros pensar que de día está atestada de carros apiñados unos encima de otros como monos eso es lo que les gusta el olorcito a cafre la pestecita a chango suavecito así suavecito con el acelerador hasta el suelo estos alemanes fabrican carros como si fueran tanques de carrocería de acero de media pulgada lo que se lleve por delante ni se entera ni una mella le hace al que le dé un bimbazo lo noquea al otro lado del mundo y sin pasaje de regreso es una cabronería este carro Mami una condenada cabronería.
       La muchacha cogió la taza y pasó el dedo índice sobre las rosas azules de la porcelana. Abrió la llave del agua caliente, exprimió la botella plástica y dejó caer tres gotas lentas que contempló deslizarse por el interior de la taza. El líquido viscoso, de un verde brutal, le recordó por un momento el miedo, pero en seguida dejó que el agua llenara la taza y observó aliviada cómo se deshacía inofensivo en espuma, derramándose por encima del borde . La enjuagó y la secó, sintiendo el chirrido de la losa limpia debajo de las yemas de los dedos, y la puso, tibia todavía, a escurrir sobre la mesa. Se enjugó las manos enrojecidas con la falda; y se quedó mirando por la ventana el patio, las plantas cabeceando de un lado para otro debajo de la lluvia como si hubiese perdido todo sentido de dirección. Olió el vapor que subía de la tierra mojada y recordó los hoyos cavados con las manos para enterrar objetos que nadie quería, una peinilla que le faltaban dientes, un cisne plástico con una cinta alrededor del cuello Fernando y María, sean felices para siempre que me había traído mi madre de recuerdo de una boda, un lipstic gastado, un dedal, siempre me había gustado enterrar en el patio objetos que nadie quería de manera que sólo yo supiera donde están. Cuando llueve fuerte como ahora lo recuerdo más claro, me veo escarbando la tierra con las uñas, aspirando el olor que se me desmorona grumoso entre los dedos. Luego, cuando salía a pasear por el jardín y caminaba sobre los objetos ocultos que sólo yo adivinaba bajo la tierra, iba repitiéndome en voz baja, ahora estoy sobre la peinilla, ahora tengo el dedal debajo del talón derecho, ahora sobre las alas del cisne, ahora sobre la media tijera, como si el poder recorrer cada detalle de su contorno oculto con la parte de atrás de los ojos me hiciera diferente. Sabiendo que cuando dejara de llover saldría otra vez al patio como había hecho todos los días desde hacía dos semanas, dilatando con anticipación el olfato, preparándome para recuperar el recuerdo, mientras discutía conmigo misma el próximo juego que había de jugar.
       Se alejó del fregadero y sintió el candor de la habitación sin muebles, la rapidez de las gavetas vacías, la ingenuidad de las perchas de alambre chocando codo con codo dentro del clóset. Observó el reposo de los muros desprovistos de objetos, cortados súbitamente exactos. Se dio cuenta entonces de que no lo podía pensar, de que no podía evocar su mirada, sus manos, su voz, si lo deslindaba de aquel espacio, de la disciplina refrescante de la única mesa y de la pequeña estufa de gas, de la alfombra desvaída que le servía de cama, del móvil de peces de bronce contraponiendo sonidos filosos a la blandura machaqueante del agua que seguía cayendo sobre la ventana. Escuché el golpe de la puerta y supe que habías llegado corrí a encontrarme contigo y te abracé. Vamos hoy también te pregunto porque mira la lluvia como sigue mientras palpo tu espalda ensopada tu pelo adherido en mechones a mis dedos. Sí mi amor es parte de mi pacto con ellos todos los domingos ir a visitar a papá y mamá, darles a entender que nada ha cambiado, que los quiero siempre igual. Siento una gran pena por ellos, rodeados de objetos costosos que acarician con los ojos noche tras noche para no fijarse en el contorno inmóvil de sus cuerpos debajo de las sábanas, tan similar al contorno futuro de sus muertes.
       Fíjate en la diferencia entre ellos y nosotros floreciendo ahora debajo de tus manos cultivando anémonas ocultas en los orificios de tu cuerpo cultivando corales en tu piel cada pétalo sedimentando lento supurando púrpura afelpada en los oídos no se oye nada ya la lluvia cayendo ahora tan lejos antes tan cerca taladrando el cerebro ahora el agua nos cubre no existe el fondo sólo la caída perpetua de nosotros los enterrados vivos persiguiéndonos a través de la mirada tan cerca y sin embargo tan lejos pero sin compasión sabiendo que eso que perseguimos es lo único que tenemos es lo único que importa. Esta mañana fueron encontrados dos cuerpos en las más extraordinarias circunstancias repite la radio a tus espaldas un hombre y una mujer miles de años después encontrados dentro de un gigantesco muro de hielo persiguiéndonos inmóviles inmortales a través del cristal tocando con el dedo la esfera perfectamente transparente de tu ojo la silueta de la pupila recortada sobre el blanco bola los encontramos caminando dentro del cristal seguía la voz él llevaba los ojos como una ofrenda en la palma de la mano cogí uno con el índice y el pulgar lo levanté a la luz para mirar a través de la pupila que se hundía inútilmente dentro de ti porque no puedo alcanzarte hundiéndote por tu propia pupila te me escapas pero no importa mi amor ya sé ya entiendo el cristal ha comenzado a derrumbarse desde arriba el polvo me ciega y ciega te persigo por la polvareda de vidrio que se te acumula sobre los hombros porque ya sé ya nada importa mi amor sólo la búsqueda del recuerdo el tacto inmóvil el sonido sordo la pupila ciega todo detenido en el instante blanco.
       Si vamos temprano tendremos el domingo para nosotros le digo. Deberías venir hoy conmigo mamá nunca te ha visto a lo mejor se encariña contigo a lo mejor papá nos perdona a los dos. No mi amor es mejor que no me conozcan no sé por qué pero cómo explicártelo dejémoslo para otro día yo te acompaño como siempre hasta la casa y luego me voy. Entonces mirando otra vez por la ventana, qué oscuro está todo, es la lluvia que prolonga la sensación de la noche, este domingo parece que nunca va a amanecer, no hay nadie en las calles. Percibiendo más allá de la puerta la sensación de los cuerpos dormidos creciendo capilares por debajo de las sábanas, los oídos pegados a las ventanas cerradas escuchando la raspadura seca que hace la luz cuando va trepando por la pared.

       La mujer había enderezado el asiento y trataba de adivinar las siluetas familiares de las casas por entre las gruesas gotas que arrugaban continuamente el cristal del parabrisas. Unos minutos antes había dado un suspiro de alivio, sintiéndose ya próxima al final de aquella prueba. Había guardado el rosario en la cartera y aflojaba poco a poco el cuerpo, el lento y cansado dejarse ir hacia delante, la mano sobre la manija para abrir la puerta, el carro detenido por fin frente a la casa. Fue ella quien lo vio primero, el celaje cruzándoseles al frente, zigzagueando por las paredes de los edificios, saltándoles dentro de los ojos, separando con fragilidad bayusca la gruesa cortina de lluvia que lo sofocaba todo. Fue cosa de fragmentos de segundos. El impacto sordo del tapalodo conectando de golpe en la carne compacta como cuando se tapa el tubo de la aspiradora con la palma de la mano fop sólo que ahora no era la aspiradora ni los motores de un jet sino que algo fop completamente extraño se había quedado pegado al bonete del carro qué horror por favor detente te lo dije Papi íbamos demasiado rápido te rogué cien veces que fuéramos más despacio el carro patinando sin parar con aquella masa de sombra pegada al bonete qué hijo de la gran puta quién lo manda a tirárseme en el camino el cuerpo esplayado muñeco de goma sobre el bonete del carro hay que bajarse a hacer algo Papi hay que bajarse por dios cállate la boca ante todo no perder la cabeza sentados uno al lado del otro sin poder moverse mirando la lluvia que seguía cayendo como si no hubiese sucedido nada derramándose por encima del bonete como si quisiera enjuagar la superficie platinada llevarse aquel objeto adherido grotescamente a los lujosos bordes de cromio a las curvas opulentas de los guardalodos.
       Entonces una vez más en voz baja como una hilera interminable de jaculatorias ensartadas cada vez con más rabia espetándolas unas a otras como agujas apiñados unos encima de otros para sentir mejor la peste el hedor a chango la fetidez a mono ya no puede uno ni siquiera salir a pasear de noche sin que ahora esa cosa espacharrada ahí al frente encima de mi carro con los ojos pegados al cristal del parabrisas que se derrite continuamente por un solo lado mientras por el otro se queda quieto invitando a pasar los dedos por la superficie lisa del plate glass para comprobar que en efecto no había sucedido nada que el mundo seguía como siempre perfectamente ordenado de este lado pero sólo de este lado sentados en los asientos de pelusa gris con los brazos tumbados a los lados con los ojos pegados al parabrisas que seguía derritiéndose encerrados en aquella cámara lujosa con techo de fieltro sin saber qué decir sin saber cómo poner la mano sobre la manija para abrir la puerta.
       Vieron a la muchacha que se acercaba al carro debajo de la lluvia. Tenía el pelo emplegostado a la cara y el agua le escurría dos chorros gruesos por los brazos. Se acercó al bonete y se detuvo frente a los faroles encendidos que le derramaban por encima una luz ya inútil en la claridad de la madrugada. Mirando mientras sostenía la cabeza contra su pecho, aguantando la respiración mientras la veían apoyar contra sí todo el peso del cuerpo, deslizarlo poco a poco por la superficie platinada, empinándose hacia atrás en el esfuerzo, irlo bajando con infinita lentitud por el costado lustroso, hasta lograr dejarlo tendido sobre el pavimento.
       Bajé la ventanilla y la lluvia entró salpicándome la cara llenándome la boca de agua y yo gritando dime qué pasa, Papi, qué vamos a hacer por favor dime qué pasa y Papi que se acerca por el lado de la ventanilla ensopándose también cállate ya imbécil te va a oír todo el vecindario esa mujer parece tarada se lo ha apropiado y no deja ni que me le acerque gruñe y parece que va a morder cada vez que le dirijo la palabra meciéndose en el suelo todo el tiempo con la cabeza una pulpa violácea encharcándole la falda es mejor que nos vayamos dejarle un papel nombre y dirección comuníquese con nosotros si podemos hacer algo que se ocupe ella misma ya que está tan jodida-mente interesada pero cómo vamos a irnos, Papi, cómo vamos a dejarlo ahí tirado debajo de la lluvia no me discutas más tú en seguida te pones histérica no vamos a meterlo en el carro para que nos manche los asientos con ese desagüe de sangre.
       Arrancó y dio reversa con un chillido de gomas mojadas que se exprimen de golpe sobre el asfalto. La mujer acarició suavemente la pelusa gris mientras el carro se alejaba por la carretera, tan nueva y tan linda, absolutamente ajena a algo tan desagradable como un plegoste de sangre, acurrucada en el fondo del asiento como en el interior de un nido, temblorosa la carne agradecida por aquella protección, por la seguridad del todo de acero, del todo blindado alrededor, Dios nos libre y la Virgen nos guarde, sin dinero no puede uno vivir, tranquilizándose poco a poco a medida que se acercaban a la casa. Se pasó una mano por la frente, todo era como una pesadilla, quizás sólo había sucedido en su mente exhausta, ansiosa por acabar de llegar, por quitarse la faja y las medias, el reloj y las pulseras, meterse en la bañera con el agua caliente hasta el cuello, mirando sin pensar en nada la infinita paz blanca aplastada contra el plafón del techo.

       Había llovido toda la tarde cuando la mujer escuchó el timbre de la puerta. Abrí e inmediatamente vi el papel grumoso en la mano extendida, las líneas de tinta corrida por el borde de las manchas. El papel desmoronándose en mi mano la tinta corriéndose por el borde de las manchas abiertas como llagas dentro de las letras deformándolas apartándolas unas de otras favor de comunicarse con nosotros si podemos hacer algo. Entonces abrió la puerta y le enseñé el papel. Vi como se le demudó el rostro, sí señorita, espere un momento, en seguida vuelvo por favor, entornó la puerta y entró. Las manos súbitamente frías secándomelas en la falda tengo que encontrar a Papi lo llamo y no me contesta lo busco por toda la casa pero no está. Mi marido no está señorita, pero pase, en qué puedo servirle, venga pase por acá.
       Cruzo por fin la puerta de tu casa y dejo hundir el pie en la lana roja de la alfombra como si fuese un pequeño animal con vida propia veo la escalera que súbitamente desciendes hasta explotar la puerta del patio Mamá ha dejado de llover voy a salir a jugar veo los cristales de la ventana de la sala son azules y rosa mientras tú sigues asomado a la ventana balanceándote sobre el pretil. No se quede ahí de pie, señorita, siéntese por favor. Mirando yo también ahora el patio donde juegas viéndote primero por el cristal rosa jugando junto al limonero rosa la fuente rosa el chorro de agua rosa que le sale por la boca a la gárgola rosa el cielo terriblemente rosa colgando ahí arrriba encima de tu juego ensimismado acercándome a la ventana para verte mejor, no señora, gracias prefiero permanecer de pie, no voy a estar mucho rato. Mirándote ahora jugar a través del cristal azul pensando que era injusto el dolor que me producía aquel cambio viéndote todo teñido de azul en medio del patio jugando ahora otro juego en el que yo te acompaño las naranjas bamboleando pelotas azules al extremo de las ramas el chorro de agua azul rebotando duro contra nuestras manos las rosas azules trepando implacables por el muro sobre la porcelana blanca de la taza en la que bebías café sobre tu cara blanca volcada en mi falda botando aquel líquido oscuro por los pozos de los ojos viéndolo todo teñido de aquel líquido que ahora me brota de adentro sin poderlo detener, qué le pasa señorita, por qué está llorando, viéndote tirado en la carretera la lluvia cayéndote sin parar dentro de los ojos tu cabeza en mi falda esperando que tu mirada terminara de salir como si orinaras interminablemente por los ojos acumulándoseme tibia sobre la falda inclinada sobre ti persiguiéndote por el círculo todavía vivo todavía cortante cristal de la córnea entrándome por tu ojo todavía transparente como un anzuelo pequeñito que dejo caer al fondo esforzándome por atraparte y sintiendo que caes cada vez más abajo porque el fondo ha desaparecido persiguiéndote tan cerca y sin embargo tan lejos cada vez más lejos sintiendo que esta vez el cristal no se derrumba sino que se va cerrando solidificando como un vaso de agua en el cual ha caído súbitamente una gota de leche sintiendo que el cristal se vuelve cada vez más cálido se empaña con mi aliento inclinada ahora brutalmente sobre tus ojos que ya no me ven porque te has quedado del otro lado del cristal porque me has abandonado en este lado para siempre.

       Es usted la señorita que estaba con el accidentado aquella noche horrible, le pregunto, y dejo caer la mano que me tiembla sobre el almohadón de pluma de ganso recostado contra el respaldar del sofá. Fue cierto entonces no ha sido una pesadilla cuénteme en seguida lo que pasó con ese pobre hombre he estado tan preocupada todos estos días ya pensaba que me lo había inventado todo que había sido una fantasía de mi imaginación. El remordimiento de no habernos bajado a ayudarlos de no haber compartido con ustedes el mal rato por eso mi marido le dejó ese papelito para que se comunicara con nosotros en seguida y no fuera a pensar que éramos unos vulgares capaces de un hitanrun. Claro tampoco pensamos que fuera algo grave mi marido se puso tan nervioso, el pobre, dudo que en aquellas circunstancias hubiese podido ayudarlos después hasta casi tuve que llevarlo al hospital en estado de shock. Un hombre tan bueno, figúrese, y yo que lo quiero tanto, tenía miedo de que me le fuera a dar allí mismo un ataque al corazón. Por favor señorita, dígame, ha habido gastos de medicamento cuentas de hospitalización puede estar segura que no habrá la menor objeción de nuestra parte lo que me extraña es que se haya usted tardado tanto en encontrarnos que no haya venido al otro día en busca de una mano amiga en la cual apoyarse tener la seguridad de que se hacía todo lo posible por él los mejores especialistas las últimas medicinas la clínica privada estamos a sus órdenes señorita, créame, los queremos ayudar.
       No señora, no es eso lo que he venido a decirle. Entonces no le ocurrió nada serio, qué alivio señorita, bendito sea Dios. El muchacho está muerto, señora, eso es lo que venía a decirle. Hace dos semanas fue el entierro, yo misma me ocupé de todos los arreglos. Un féretro modesto, una tumba sencilla. En el cortejo iba yo sola, él no tenía más familia. Eso. Pensé que era mi deber decírselo. El muchacho está muerto y yo lo enterré. Adiós señora. Pero cómo se va a ir sin explicarme lo que pasó sin esperar a que llegue mi marido para que le explique a él también estoy segura que él querrá darle alga para ayudarla para por lo menos aliviarla en algunos de los gastos que ha tenido cómo se va a ir sin ni siquiera decirme el nombre señorita el nombre de ese pobre muchacho.
       De pie frente a la ventana de la cocina la muchacha abrió la llave del agua caliente. Exprimió la botella plástica, dejó caer las tres gotas del líquido verde sobre la porcelana curva de la taza. Contempló cómo las roses azules, medio cubiertas por el residuo de café con leche frío, iban desapareciendo debajo de la espuma que subía reverberando hasta el borde. Estaba tranquila. Sabía que la otra no, sabía que la otra había esperado todo el día, que a eso de las cuatro había pensado que su hijo vendría, que se había asomado a la puerta de la calle y había observado con desaliento cómo el sol apretaba el cemento de las parades, haciéndolas brotar para afuera cada vez más sólidas y groseras. Volvió a meter las manos hasta la muñeca en el agua caliente y lavó cuidadosamente la taza y el platillo. Pensó en la otra mirando una vez más la calle vacía, la acera chata, el agua que se menguaba en la cuneta, el ojo enlodado del registro empotrado en media del asfalto. La oyó decir en voz baja, no vendrá hoy, mientras pensaba que no había que preocu¬parse, que era un domingo como cualquier otro, escuchando los insectos que le zumbaban dentro del oído. No vendrá hay tampoco, añadió en voz alta como para espantarlos. La muchacha pensó que ahora estaba completamente sola y se quedó un rato mirando por la ventana las plantas reviradas de aire. La otra se alejó de la puerta y fue a sentarse al borde de la cama. La semana que viene vendrá no hay que angustiarse dijo, pensando en que tenía que comprar una colcha nueva. Qué gasto son las casas. No bien cuelga uno cortinas nuevas que el forro de las butacas se ensucia y hay que cambiar la colcha. Sin embargo feliz cuando pienso que hice la decisión correcta de no dejar a Papi las veces que lo he pensado cuando por tonterías como la de estar disparando por una carretera a las tantas de la noche me parecía que me maltrataba que no me quería, es sencillamente su manera de ser. Feliz de leer su nombre en los periódicos tantos éxitos económicos un verdadero macho tu hombre todas mis amigas me lo envidian y este año si Dios quiere nos daremos nuestro viaje a Europa. Las tiendas de Madrid donde todo tan barato un abrigo de ante por cuarenta dólares unos candelabros por sesenta qué ganga feliz cuando pienso que él me tiene a mí y yo lo tengo a él y que llegaremos a viejos juntas. Los jóvenes que hagan su vida como les parezca ya tendrán que aprender lo dura que es la vida no es miel sobre hojuelas no pobre el que se crea que la vida es un lecho de rosas.
       La muchacha se quedó frente a la ventana de la cocina todavía un buen rato. Sin darse cuenta comenzó a cambiar el peso del cuerpo de un pie a otro pie, colocando de una vez toda la planta en el suelo, como si pisase con infinita ternura el rostro de alguien amado. Se dio cuenta, al ver las nubes que se escapaban por una esquina del vidrio, de que pronto dejaría de llover. Abrió la puerta y salió al patio. Se sentó en el suelo y hundió las manos en la tierra mojada. Entonces se preparó para recuperar una vez más el recuerdo, discutiendo consigo misma el próximo juego que había de jugar.
       Está estupenda la noche para ir a pasear, verdad, Mami, una noche regia para sacar a pasear el Mercedes hoy le mandé a encerar los flancos grises y le pusieron los tapabocinas mas caros cuatro chapas de cromo sólido empotradas en banda blanca ahora se ve todavía más chic hace como que todo reluzca y la carretera esperándonos ahí afuera para nosotros nada más, Mami, en este país no se puede salir a pasear más que de noche sólo entonces se puede sacar la cabeza fuera y respirar ahora podemos planear nuestro viaje a Europa dime adónde te gustaría ir.
       Primero tengo que contarte algo, Papi, esta mañana me pasó la cosa más extraña se presentó en casa una muchacha con el papel que tú garabateaste la noche aquella cuando el hombre se nos tiró debajo de las ruedas del carro era definitivamente el mismo papel te conocí en seguida tu letra no te puedes imaginar el mal rato que pasé aunque todavía me parece que todo es una mala pasada que el muchacho debe de estar vivito y coleando por alguna parte. No ha derramado ni una lágrima escasamente si pronunció una docena de palabras parada en medio de la sala con los puños cerrados mirándome a la cara sin el menor asomo de cortesía casi como si quisiera asustarme o está loca o es un intento de extorsión pensé en seguida. Figúrate que se me planta en medio de la sala y yo muriéndome rogándole a todos los santos para que tú regresaras para que te le encararas y se diera cuenta de que no podía meterse con nosotros de que con nosotros el chantaje no funciona porque conocemos a medio mundo de abogados y de bancos pero yo de todas maneras tratando de ser lo más civil posible preguntándole por el maldito tipo y diciéndole lo preocupados que habíamos estado ofreciéndole todo el dinero que necesitaran para médicos y medicinas deshaciéndome te juro que deshaciéndome de solicitud maternal y la tipa que me corta la palabra en seco y se me queda mirando así como mandándome a la mierda y me dice el muchacho está muerto yo lo hice enterrar diciéndolo así nada más como quien deja caer cuatro lajas de río en medio de la sala el muchacho está muerto yo lo hice enterrar como si aquello fuera lo más natural sólo vine para que lo supiera mirándome y yo con la boca abierta como si me hubieran puesto un tapón como si me estuvieran sacando el corazón con un sacacorchos de esos de tirabuzón sintiendo que algo se me enterraba enroscandoseme para adentro por el lado izquierdo y que luego tiraban hablaban para afuera fuerte me tuve que sentar en el sofá porque creí que me iba a desmayar mirándonos las dos sin decir una sola palabra por no sé cuánto tiempo y yo con aquel dolor terrible dentro del pecho.
       Hasta que por fin reaccioné. Me enderecé en el sofá y me dije a mí misma imbécil dejándote impresionar por lo que te cuentan de un extraño si uno se va a echar encima todas las tragedias de la humanidad acaba arruinado el que da lo que tiene a pedir se atiene y cada cual que cargue con su cruz. Entonces ahí mismo me doy cuenta de lo que la tipa me estaba diciendo. Que nosotros habíamos atropellado al tipo que nosotros lo habíamos matado. Y yo que salto para arriba como un guabá cómo se atreve ser insolente porque eso sí mi amor tú me conoces cuando te atacan me pongo como una fiera nosotros no tuvimos la culpa porque ya veía viniéndosete encima la acusación de asesinato en primer grado la demanda por un millón de dólares. Dios mío, este mundo está lleno de canallas. Ese hombre se tiró debajo de las ruedas del carro yo estaba allí y es bueno que usted lo sepa porque estoy dispuesta a dar testimonio en cualquier corte dispuesta a decírselo al mismo Jesucristo. Poniendo desde ya los puntos sobre las íes cuando la tipa se da media vuelta y vuelve a dejarme con la palabra en la boca y yo con la boca abierta que me quedo mirándola desde el sofá sin poder entender todavía de dónde venía aquella cosa que seguía retorciéndoseme dentro del pecho y la tipa que camina tranquilamente hasta la puerta la abre y se va.
       No te angusties más por eso, Mami, mira que no habérmelo contado antes yo hubiera hecho las investigaciones para agarrar a esos bandidos la verdad que la gente en este país no tiene madre si vuelven a aparecer por esta casa no vayas a abrir la puerta si yo no estoy les dices terminantemente que no puedes atenderlos que vengan a verme a mi oficina ya sabré yo cómo lidiar con ellos. Pero mira cómo va el Mercedes, Mami, mira que bonito va por la recta como la seda va como la seda los tapalodos de alante rodando rodillos de rinoceronte la carrocería de acero de media pulgada y lo que se lleve por delante ni se entera ni una mella le hace noqueado al otro lado del mundo y sin pasaje de regreso es una condenada cabronería este carro Mami es una condenada cabronería.



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