Susan Sontag
(Ciudad de Nueva York, 1933 - Ciudad de Nueva York, 2004)


El nene (1974)
(“Baby”)
Originalmente publicado en la revista Playboy,
Vol. 21, Núm. 2 (febrero de 1974);
I, etcetera
(Nueva York: Farrar, Straus and Giroux, 1978, 189 págs.);
Debriefing. Collected Stories
(Nueva York: Farrar, Straus and Giroux, 2017, 336 págs.)



Lunes
      Lo que resolvimos, doctor, fue que lo mejor sería exponer nuestros problemas ante un profesional realmente competente. Dios sabe que hemos procurado hacerlo de la mejor manera posible. Pero a veces una persona debe confesar su derrota. Así que decidimos hablar con usted. Pero pensamos que lo mejor sería no venir juntos. Si uno de nosotros pudiera venir los lunes, miércoles y viernes, y el otro los martes, jueves y sábados, usted escucharía nuestros respectivos puntos de vista.
       Unas pocas deudas. No muchas. Tratamos de vivir de acuerdo con nuestras posibilidades.
       Claro que lo podemos pagar. No queremos ahorrar ningún gasto. Pero, sinceramente, lo elegimos a usted porque sus honorarios eran más razonables que los de algunos otros. Y el doctor Greenwich nos dijo que usted estaba especializado en problemas de este tipo. No, en este preciso momento no hacemos nada. Solo capear el temporal.
       Claro que no. Eso es lo que venimos a preguntarle a usted.
       ¿Cuántos antecedentes necesita conocer?
       Sí, ambos nos hemos sometido a chequeos físicos durante el año pasado.
       Ambos nacimos en este país, nativos de pura cepa. ¿Por qué? ¿Pensó que éramos extranjeros? Usted es extranjero, ¿verdad, doctor? No le molesta que le formule este tipo de preguntas, ¿no es cierto?
       Al principio, como se imaginará, nos sentíamos muy seguros de nosotros mismos. Con buenos ingresos, una casa sin hipoteca, solo tres personas…
       A veces. Claro que sí. ¿No les sucede a todas las parejas? Pero amainan. Entonces generalmente vamos al cine para celebrarlo. También acostumbrábamos asistir a las representaciones teatrales del Forum. Pero ya no tenemos mucho tiempo para eso.
       Oh, lo mimamos. Al fin y al cabo, cuando se tiene un…
       Con bastante regularidad. Una o dos veces por semana. Gracias a Dios, por ese lado no tenemos ningún problema.
       No, fue el grupo el que sugirió que se lo consultáramos a usted. No reivindicamos todos los méritos. Pero probablemente se nos habría ocurrido de todas maneras.
       Ya, claro. Sucede. Pero ¿eso qué tiene de malo? Realmente nos llevamos muy bien, si se piensa que tenemos antecedentes muy distintos en materia de educación.
       Quizá nuestros problemas le parecen ridículos.
       No, no lo he dicho en ese sentido.
       Está bien.
       ¿Esa puerta?

Martes
       El verdadero problema es el Nene, doctor.
       ¿Cómo?
       Oh, oraciones completas de repente. Empezó directamente.
       Nos turnamos. No está lejos.
       A él le gusta. Después de sonar el despertador, todas las mañanas, el Nene acostumbraba llevarnos a la cama sendas tazas de café caliente y humeante.
       Procuramos no entrometernos. La habitación del Nene está llena de cachivaches. Le ofrecimos el dormitorio más grande, pero él insistió…
       La primavera pasada estuvimos de camping en Big Sur durante dos semanas. Quisimos llevar al Nene con nosotros, pero se negó a ir. Dijo que tenía que estudiar para los exámenes.
       Sí, es perfectamente capaz de bastarse a sí mismo, de guisar sus propias comidas. De todos modos, a veces nos preocupamos.
       Eso le encanta.
       Pero tememos que el Nene se esté arruinando la vista. No quiere jugar con los otros niños.
       Libros de cómics, Poe, Jack London, la enciclopedia, para él es igual. Después de apagar las luces a las nueve, lee bajo las mantas con una linterna. Lo hemos sorprendido varias veces.
       Solo lecciones de sitar.
       No, no tratamos de influir sobre el Nene. Aceptamos de buen grado lo que desee ser cuando crezca.
       No creemos en la familia chapada a la antigua. Todos encaramados sobre los demás.
       Hemos hablado de la posibilidad de irnos de vacaciones por separado. Es bueno que las personas se separen de cuando en cuando, ¿no le parece?
       Por ejemplo, cuando acudimos a las sesiones dominicales de nuestro grupo, generalmente no nos sentamos juntos.
       No, hemos resuelto no tener amoríos. Mentir sería espantoso y, como los dos somos celosos, nos pareció mejor evitarlo.
       Usted tiene una opinión muy cínica de la naturaleza humana, doctor. Quizá pasa demasiado tiempo en compañía de personas con problemas.
       Es cierto. Desde el principio. Para nosotros, ser sinceros no es tan complicado como para otras personas. Al fin y al cabo, lo único que se necesita es un poco de coraje. Y decoro. Pero a lo mejor somos anticuados.
       Un sueño. Lo que usted diga, doctor. Pero tendremos que dejarlo para la próxima sesión.

Miércoles
       Probablemente ha atendido a muchos padres que se ufanan de sus hijos. Pero el Nene es realmente precoz. Cuando era pequeño, procurábamos evitar que se diera cuenta de que era mucho más espabilado que los otros niños. No queríamos que se volviera engreído.
       Tal vez si fuéramos más jóvenes…
       No lo que se llamaría un accidente. No. Pero tampoco fue algo planeado.
       No creemos en el aborto. A nuestro juicio, incluso un feto tiene derechos. A pesar de lo que digan ustedes los médicos.
       No, nunca pensamos en adoptar otro niño.
       El Nene es muy sano.
       No sería lo mismo, ¿verdad?
       Claro, a veces nos gustaría que el Nene fuera atlético. La verdad es que ni siquiera sabe nadar. Incluso en la piscina de lona se limita a chapotear. Casi no vale la pena comprar una piscina auténtica.
       ¿Esa no es una idea un poco convencional, doctor? Quizá no haya muchos atletas con un alto coeficiente intelectual, lo admitimos. Pero no entendemos por qué un chico inteligente tiene que permanecer constantemente encerrado y negarse incluso a ir a un campamento.
       Vaya si lo estimulamos.
       Siempre ha tenido agallas. Y tenacidad. Le gustan los desafíos. Y es curioso, además.
       Le gusta coleccionar cosas. Antiguallas. Al Nene le encantan los dinosaurios del museo del condado.
       Pues verá, ambos recordamos la noche en que el Nene fue concebido.
       No. Siempre nos contó sus pequeños problemas.
       Bastó una zurra. Desde entonces no hemos vuelto a tener ese tipo de problemas.
       La criada.
       Sí, solía comerse las uñas. Pero ya no.
       Pensamos mudarnos a un barrio mejor. Probablemente sea más de lo que podemos pagar. Pero los chicos de Cudahy con los que se ha estado juntando son groseros. Y el domingo pasado, mientras paseábamos por Topanga Canyon, vimos esta hacienda con dos casas adosadas. No costaría mucho, solo la entrada con una hipoteca a veinte años. Sería ideal para nosotros. Tiene un garaje de tres plazas, y el Nene podría utilizar una parte para su laboratorio de química y sus patos y sus seis pollos.
       Dos patos.
       Laurie y Billy. Suena ridículo, ¿verdad?
       No, no ha bautizado a los pollos.
       Todos sobresalientes este semestre. Le prometimos regalarle una bicicleta si lo incluían en el cuadro de honor.
       Oh, es una buena escuela. Muy exigentes. Disciplina a la antigua. Y toman todas las precauciones necesarias. Ayer el Nene cayó enfermo con sarampión. Y la maestra de su curso telefoneó esta mañana a casa, alrededor de las diez. En esa es-cuela son muy cuidadosos, tienen que serlo. Desde que hubo un secuestro hace dos años.
       No, no discutimos entre nosotros lo que usted dice. Usted nos indicó que no lo hiciéramos, ¿no es verdad? Ninguno de los dos es sordo, doctor.
       ¿Ya?
 
Jueves
       Hemos encontrado una caja de condones en el cajón de la mesilla de noche del Nene. ¿No le parece que es un poco joven para eso, doctor?
       La maestra del Nene vino a casa. Quería saber qué pasaba.
       Quizá el Nene también debería ver a un médico.
       La escritura del Nene es muy rara. ¿Deberíamos traer una muestra?
       Bastará que usted lo diga.
       El Nene lleva un diario. Ojo: lo guarda bajo llave.
       Ni se nos cruzaría por la cabeza. Nos perdería la confianza en menos que canta un gallo, ¿no le parece, doctor?
       No podríamos estar más de acuerdo con usted. La gente joven es muy pretenciosa.
       Es usted muy amable al decir eso.
       La aritmética es la asignatura en que está más flojo. De su caligrafía, es mejor no hablar. Atroz.
       Historia. Y química.
       No mucho. Tiene tan buena memoria que no le hace falta. Pero nos gustaría que leyera más.
       Todo. Recuerda los precios del supermercado del año pasado, los índices de contaminación ambiental, el diálogo de un programa de televisión, los promedios de cierre del Mercado de Valores. Sabe los números de teléfono de todos nuestros amigos. Al terminar el día, puede recitar de corrido las matrículas de todos los coches con que nos cruzamos en las autopistas. Lo hemos puesto a prueba. Es un auténtico cubo de basura para acumular información inútil.
       Ha llegado a esperar durante horas frente a The Greenhouse porque a veces Steve McQueen almuerza allí.
       Baloncesto. También juega bien al voleibol.
       Bueno, desde luego, es alto para su edad. Lo lleva en la sangre.
       Sarampión vulgar, paperas, amigdalitis, lo habitual cuando era pequeño. Corrector dental durante tres años.
       Ronca cuando duerme. Le extirparon dos veces las vegetaciones.
       ¿Le cuento una cosa rara que le sucede al Nene? Siempre se ríe a las cuatro de la mañana. Debe de soñar. Pero si uno intenta despertarlo, no recuerda nada gracioso.
       No, no me ha entendido. Siempre exactamente a las cuatro.
       Incluso cuando fuimos a Hawái, donde hay dos horas de diferencia. También a las cuatro en punto. ¿Cómo explicaría eso?
       ¡De veras! Podría guiarse por ello para poner en hora el reloj.
       Tiene una risa maravillosa. Maravillosa. Nos basta oírlo, en la habitación contigua, para enternecernos.
       En verdad, lo intentamos una vez. Nos quedamos en la puerta de su habitación, esperando que dieran las cuatro. Apenas lo oímos reír, entramos corriendo, lo zarandeamos hasta despertarlo y le preguntamos con qué soñaba. Estaba tan amodorrado, el pobrecillo. Al principio no dijo nada. Y después, ¿sabe lo que dijo? Adivine.
       Nunca lo adivinará.
       “Peces.” Tenía los ojos cerrados, no se engañe. Después volvió a reír otro poco y repitió: “Peces”. Y a continuación se durmió de nuevo, roncando.
       Se lo preguntamos por la mañana. Pero no recordaba absolutamente nada.
       Otra vez. Pero no lo despertamos, literalmente. Fue mientras estábamos de cámping en Big Sur, la primavera pasada, compartiendo la misma tienda. Claro está, la risa volvió a sonar a las cuatro en punto. Consultamos nuestros relojes, para estar seguros. Y nos limitamos a decir, en voz muy baja: “¿Nene?”.
       ¿Y sabe qué contestó? En sueños, claro está. Dijo: “Napoleón en un tren blindado rumbo a Elba”. Y después se desternilló de risa. Muy inteligente, ¿no cree? Incluso cuando sueña, ese crío sueña inteligentemente.
       Quizá sea una estupidez preocuparse tanto por un hijo. ¿Es a eso a lo que se refiere, doctor?
       Hemos procurado darle todas las facilidades, pero…
       Sí. A veces. No con frecuencia.
       ¿Cree que hemos procedido mal?
       Estupendo. Es lo que pensábamos. De todas maneras, fue la criada la que lo sorprendió.
       Ah, Juanita adora al Nene. Todos los que conocen al Nene se dan cuenta de que es excepcional. Sobre todo los niños.
       Nos preguntábamos si no convendría que usted conociera al Nene personalmente. Entonces entendería de qué estamos hablando.
 
Viernes
       Ayer al Nene le sangró la nariz en la escuela.
       El pediatra dice que está muy sano, excepto por lo que concierne a las vegetaciones. ¿Cree que habría que examinarlo de nuevo?
       Pensamos que las proteínas son muy importantes.
       Pero algunas afecciones son físicas. ¿No está de acuerdo, doctor?
       Utilizando las pautas del doctor Greenwich, procuramos apañarnos solos. Pero no nos pareció justo ocupar demasiado tiempo en las sesiones de grupo por un problema personal.
       Quizá usted nunca ha tratado un caso exactamente igual al nuestro.
       Claro que tratamos de llevarlo a un terapeuta.
       Pero se niega. No podemos obligarlo a ir, ¿no es cierto, doctor? Las personas tienen que desear que las ayuden.
       Exactamente. Por eso pensamos que podríamos ayudar al Nene si hablábamos con usted.
       Eso no serviría. La semana pasada le aumentamos la paga al Nene.
       Con cupones de compra. Pero nunca reunirá lo suficiente.
       El Nene dice que quiere ser sacerdote cuando sea mayor.
       Duerme con la versión Gideon de la Biblia bajo su almohada de madera.
       De The Wigwam, en Barlow. Es un motel en forma de wigwam, de cabaña india.
       Tremendamente caluroso. Usted ya sabe cómo es Barlow en verano.
       Casi nos asfixiamos. Pero al Nene no le molesta el calor.
       Probablemente fue una locura ir allí en junio. Pero cuando empezamos a sentirnos enjaulados, a veces no nos queda otra alternativa que coger el coche e ir a alguna parte.
       No le molestará que pongamos el aire acondicionado, ¿verdad? ¿No tiene calor?
       Así, ah. Gracias.
       El Nene tiene mucha facilidad para la mecánica. La otra noche reparó el televisor del cuarto de estar cuando se estropeó, precisamente en el momento en que esperábamos a ocho invitados para cenar.
       A veces lamentamos que sea tan aficionado a la ciencia. Es un poco como tener al doctor Frankenstein Junior en casa. Y digan lo que digan, hay que admitir que la ciencia endurece el corazón.
       Por ejemplo, cuando Mickey, su mejor amigo, murió de polio el verano pasado. El año anterior habían estado en un campamento de surf en Seal Beach. Intentamos ocultárselo al Nene, porque temíamos que se alterara demasiado. Pero cuando se lo dijimos, no pareció nada afligido.
       No, usted no, doctor. Estamos seguros de que usted es un verdadero torrente de comprensión. Pero por otra parte, tampoco definiríamos precisamente como una ciencia lo que usted hace. ¿Usted sí?
       Oh. Bueno, no es eso lo que dice el doctor Greenwich.
       ¿Realmente quiere que se lo preguntemos? ¿Y si él no está de acuerdo?
       ¿Sabe una cosa, doctor?, esta es la primera vez que ha sonreído, desde que empezamos a venir aquí. Debería sonreír más a menudo.
       Trato hecho. ¿Por qué no lo dijo el primer día?

Sábado
       Más afilado que un colmillo de serpiente, y todo eso. No le molesta que seamos un poco cursis, ¿verdad, doctor? Es un gran alivio poder hablar con usted.
       Queríamos que fuera a clase de piano.
       Ningún problema con el pelo.
       Bueno, eso depende de lo que usted interprete por drogas, ¿no le parece?
       No.
       Solo en la escuela.
       Un poco, pequeñas dosis, pero jura que lo dejó.
       ¡Nunca, gracias a Dios! Eso arruina el cerebro definitivamente, ¿no es cierto?
       Lo que hace difíciles las cosas es que el Nene guarda rencor.
       Un momento. ¿El Nene ha intentado verlo, a nuestras espaldas?
       ¿Por qué no? Escuche, usted no parece entender hasta qué punto es listo.
       El Nene dice que nació en Krypton y que no somos sus verdaderos padres.
       Bueno, ¿qué opina de un crío de solo cinco años que anuncia que va a ganar el premio Nobel? Y que entonces nos enorgulleceremos de haberlo conocido. Se lo dijo a la criada.
       El de química.
       ¿La primera vez que se fugó de casa? Sí.
       Con un rifle de aire comprimido.
       No, no muy lejos.
       Una vendedora de fritangas del Ocean Park consiguió que el Nene le mostrara su pase para el autobús escolar y nos telefoneó. Vio como el Nene daba vueltas durante cuatro horas sin parar en la montaña rusa.
       La policía solo intervino la tercera vez. No nos gustó llamar a la policía, pero no parecía haber otra alternativa.
       Todos tienen una infancia desdichada, ¿no es verdad, doctor? Por lo menos, todos parecen pensarlo. Por aquí debe de desfilar mucha gente que viene a contarle esa historia. ¿En qué consistió nuestra peor equivocación? Por supuesto, hoy en día nadie respeta la institución familiar. Sabíamos cuáles eran las ideas que le inculcarían al Nene en la escuela. Pero en el hogar procuramos restaurar un poco el equilibrio, enseñarle…
       No, no quiere a ninguno de sus primos. Por supuesto no son tan espabilados como él. Pero aun así…
       A su primo Bert lo matricularon en el Instituto Tecnológico de California.
       Siempre le gustó que lo trataran como a un adulto y no como a un niño. Sonríe radiantemente cuando le dan un poco de responsabilidad y le encargan tareas. El Nene es más puntual que nosotros, ¿sabe? Eso es muy inusitado en una persona de su edad.
       Cada vez que le parece que lo tratamos como a un niño, le da un berrinche.
       La primera vez que le extirparon las vegetaciones, pasamos toda la noche junto a su cama, en el hospital. Pero esta vez… ¿No le parece que ya está crecido para eso?
       No, severos no. No tenemos coraje para tanto. Pero a veces debemos ponernos firmes, por su propio bien.
       Bueno, hay que reconocerle ese mérito. Sabemos que es necesario que se rebele contra nosotros.
       No es lo mismo.
       ¿Usted tiene hijos, doctor?
       De todas maneras, un niño precoz es distinto. No nos dirá que un crío de ocho años que lee a Schopenhauer puede ser fácil de manejar, ¿verdad?
       Tal vez.
       Está bien. Intentaremos averiguarlo para mañana.
       ¡Precisamente! Caray, ¿cómo podremos arreglarnos todo un día sin su ayuda?
       Claro que lo haremos sin pedírselo abiertamente. Usted nos toma realmente por idiotas, ¿a que sí? Igual que el Nene.

Lunes
       Anoche reñimos, después de la sesión de grupo. Y, justo a la mitad, sorprendimos al Nene escuchando detrás de la puerta en pijama.
       No pudimos.
       Por la mañana descubrimos que había vuelto a mojar la cama.
       Oh, lo hicimos. Y tratamos de dormir en camas separadas. El Nene tiene la costumbre de meterse en la cama con nosotros los sábados y domingos por la mañana.
       A veces tenemos amoríos. No creemos que debamos dar por segura nuestra relación. Pero nos contamos todo.
       Escuche, todo el mundo tiene que vivir su propia vida.
       Claro que consideramos la posibilidad de tener más hijos. Pero nunca parece ser el momento justo. Estas cosas hay que planificarlas.
       Quizá ahora es demasiado tarde. Y debemos admitir que no nos fue muy bien con el que tuvimos.
       Nunca lo dice. Prefiere a los niños mayores. Su mejor amiga tiene ocho años. Se llama Thelma DeLara, pero él la llama Calzones. Ella lo llama Vainilla. Son adorables cuando están juntos. Él nos dijo que se casará con ella. Los dos pueden pasar horas riéndose dentro del armario empotrado del vestíbulo.
       Thelma nos hace las veces de canguro cuando vamos a jugar al bridge a casa de los Turnell, que viven calle abajo. Generalmente los jueves por la noche. Tienen una barca parecida a la nuestra.
       Los Turnell. Son amigos, doctor.
       No, no pertenecen al grupo. No son de esa clase.
       ¿A qué se refiere? ¿Quién diablos le dijo eso?
       Oh. Bueno, no es cierto. Esas cosas no nos interesan. No las censuramos, por supuesto. Los demás pueden hacer lo que se les antoje.
       ¿Por qué nos formula tantas preguntas sobre nosotros, doctor? En nuestra amistad con los Turnell no hay ningún elemento que pueda ayudarlo a entender mejor el problema del Nene.
       El Nene ni siquiera conoce a los Turnell. No tienen hijos de su edad.
       Claro que eso influye. Criar hijos es un arte, ya sabe. Vemos a nuestro alrededor a muchos padres que no se lo toman en serio. Incluso usted se espantaría. ¡No sabe ni la mitad de las cosas que suceden!
 
Martes
       ¿La mayoría de sus pacientes son miembros de algún grupo, doctor?
       Solo por curiosidad.
       Una vez. Decidimos divorciarnos, pero no pudimos llevarlo a cabo. El Nene habría sufrido mucho. Es demasiado pequeño para comprender.
       En primer lugar, para enseñarle a cuidar de sí mismo. El Nene es muy confiado. Está dispuesto a montar en el coche de cualquier desconocido sonriente que le prometa llevarlo a Disneylandia.
       Nos turnamos para acompañarlo hasta la escuela. Está a solo seis manzanas, pero, dadas las condiciones en que se encuentra ahora el barrio, nunca se es demasiado prudente.
       ¿En qué zona de la ciudad vive, doctor? Este no es también su apartamento, ¿verdad?
       Oh, es muy afortunado. En estos tiempos es muy difícil encontrar una buena casa.
       Al Nene lo atracaron en el parque Griffith, adonde fue a volar su cometa. Tres chicos mexicanos.
       Llevaba siete dólares.
       Solo un cuchillo.
       No, no lo hirieron.
       Cuando tuvo su primer equipo de química, su comportamiento fue realmente adorable. Dijo que iba a descubrir una fórmula mágica para que pudiéramos vivir eternamente.
       No, eso fue lo raro. Solo nosotros dos.
       A veces nos preocupa que no podamos tener con él una relación tan estrecha como la que tienen otros padres, porque no éramos demasiado jóvenes cuando nació. No se trata de que el abismo generacional sea tan importante como era antes, pero aún…
       Claro que la juventud es un estado de ánimo. ¿No le parece, doctor? Y nosotros nos mantenemos en forma. Corremos. Y no fumamos.
       ¿Si nos paseamos desnudos delante del Nene? ¡Desde luego que no! No es que nos parezca mal. Pero el Nene es tan hermoso…
       Guardamos el primer rizo del Nene. Ayer lo llevamos a un peluquero italiano de Westwood. El Nene casi no lloró.
       A veces tenemos la sensación deprimente de que el tiempo pasa demasiado deprisa. Ya ha cambiado mucho.
       Eso se nota en las instantáneas que le sacamos cada mes para documentar su crecimiento. Probablemente el álbum vale más que la suma de todas las palabras que desembuchamos aquí.
       Es extraño que diga eso, doctor. Usted sabe perfectamente bien qué es lo que deseamos.
 
Miércoles
       ¿Razonar con él? Es lo único que hacemos. Pero es muy retraído.
       El año pasado se negó a seguir desayunando. Y ahora ha dejado de beber leche. Le hemos advertido que eso perjudicará inevitablemente su desarrollo. En realidad, no le ha perjudicado. Pero, de todas maneras, no nos parece saludable.
       Golosinas, refrescos, pizzas, tacos mexicanos… Usted ya sabe cuáles son las basuras con que se atiborran los críos.
       Pasa la mayor parte del tiempo en su habitación. Tenemos que insistir una decena de veces antes de que acceda a ayudarnos a lavar los platos.
       El Nene dice que no es partidario de los pasatiempos. ¡Imagínese! Pero, por supuesto, los tiene. Como todo chico.
       Modelos de aviones para armar. Pero el Nene se niega a comprar los de plástico, que pueden encontrarse en las tiendas. Confecciona sus propias maquetas con madera de balsa, e ideó una hélice y un soporte de cola ingeniosos con palitos de pirulís y gomas elásticas. El condenado artefacto parece capaz de volar realmente.
       Claro que sabemos que hay chicos que inhalan cola de aeromodelismo. ¡Por favor, doctor! No nacimos ayer.
       Escuche, al Nene le preocupa demasiado su cerebro de niño prodigio como para aficionarse a las drogas. Además, es demasiado insociable.
       Nos preguntamos si alguna vez conversa siquiera con los otros chicos de la escuela.
       Quizá sea mejor así. Debería ver esa escuela. Es abominable.
       No hay vigilancia. Los críos pueden hacer lo que se les antoje. Las maestras les tienen miedo, sencillamente.
       Tal vez los chinos hayan dado en el clavo. Claro que no nos gustaría vivir allí. Pero por lo menos la gente es honesta, existe un auténtico sentimiento comunitario, hay vecinos, los matrimonios se mantienen unidos, los hijos respetan a sus padres. Por supuesto, la gente carece de comodidades materiales y no les permiten pensar. Pero nosotros podríamos prescindir de los tres coches y de la piscina y de todo lo demás. Pensándolo bien, para lo que nos ha servido… Y vea adónde ha llegado el Nene, después de tanto pensar.
       Usted no cree que sea así ¿eh, doctor? Tiene una expresión muy condescendiente. Piensa que nos ha calado, ¿verdad? A lo mejor ahora se dará cuenta de que no somos tan tradicionales como supone.
       Realmente somos radicales, aunque no lo dejemos traslucir.
       El Nene opina que somos radicales.
       Ahora pasa por un período de conservadurismo, como muchos críos de hoy en día. No lo criticamos. Solo deseamos que supere esta etapa.
       El Nene tiene una bandera confederada sobre la cama.
       La Navidad pasada le regalamos un disco de Pete Seeger, con canciones antibélicas. Su primer tocadiscos, ¿sabe?, muy resistente. No pudo romperlo. Apenas lograba insertar el disco en el eje con sus dedos regordetes. Acostumbraba poner esas canciones durante horas. Y las cantaba en el cuarto de baño, mientras jugaba con sus patitos de goma. Ahora solo quiere dinero para Navidad y en el día de su cumpleaños. No sabemos en qué lo gasta.
       Oh, no somos tacaños. Escuche, el chico tiene que vivir una vida normal. Pero eso no significa que no nos sintamos excluidos. Y a veces, cuando vemos que comete alguna estupidez, tenemos que mordernos realmente la lengua.
       Pero no parece divertirse, como otros niños. Siempre estudiando. Preocupándose. Es muy serio.
       El Nene se cortó el pelo a cepillo. Y lo que es aún peor, ¿sabe lo que dice?
       Dice que sabe que es el corte de pelo menos atractivo de la historia. Y que le gusta por ello. Dice que sirve para desviar la atención de la superficie y encauzarla hacia el hombre interior.
       Resulta extraño pensar que el Nene sea tan puritano.
       Le suplicamos que se dejara el pelo largo, como los otros chicos.
       Usted lleva el pelo bastante corto, ¿no es cierto, doctor?

Jueves
       ¡Otra vez! Ayer hizo novillos. Ya ve lo que nos ha deparado la suerte. Probablemente fue al cine. Al menos, eso es lo que esperamos que hiciera.
       El Nene ha visto trece veces La gran evasión, con Steve McQueen. ¿Usted diría que la película representa…?
       Ah, usted no la ha visto.
       ¿Va mucho al cine, doctor?
       Nunca. Incluso cuando llevó chicas a su habitación, cerramos los ojos. Al fin y al cabo, no se puede decir que nos alcance el dinero para instalarlo en su propio apartamento. No a estas alturas. Pero pensamos que él no tenía por qué pagar el pato. Es nuestro problema.
       Entonces un día lo sorprendimos robando.
       Oh, no. Él no sabe que lo sorprendimos.
       No, no se puede decir que sea precisamente propenso a los accidentes.
       El verano pasado, en el campamento, se pinchó con un clavo en el pie. El monitor dijo que se portó como un valiente.
       Todas sus vacunas.
       Pero nunca nos dice nada cuando le pasa algo malo. Por eso tenemos que preocuparnos tanto.
       Cuando al Nene le extrajeron de golpe todas las muelas del juicio, lo llevamos al Colorado. Estábamos en una lancha con los otros turistas, todos enfundados en gruesos impermeables negros. Empezó a sangrar en los rápidos. Entraba mucha agua en la embarcación. El Nene tenía la cara mojada y le chorreaba sangre por las comisuras de la boca. Pero no dijo una palabra.
       No, la decisión fue suya. Tiene que aprender a tomar sus propias decisiones. Y a no recurrir a nosotros para todo.
       El Nene quiere un ciclomotor. Pero le dijimos que es demasiado peligroso, con todo el tráfico que hay en la ciudad. No es como el Valle en los viejos tiempos.
       Su primo Bert sufrió un accidente atroz y pasó ocho meses postrado en el Saint John’s. Los dos tobillos fracturados, tres operaciones. Aún cojea un poco. Probablemente cojeará el resto de su vida. ¡Y Bert tuvo suerte! Conocemos algunos casos de accidentes realmente horribles.
       Ya sabe cómo son los chicos. Nunca dejan de querer cosas.
       Siempre ha querido un perro, pero no creemos que tenga suficiente sentido de la responsabilidad. Es demasiado joven para sacar a pasear al perro todas las noches. Y ya llega tarde a la escuela algunas mañanas. Así que puede imaginar lo que sucedería si tuviera que pasear antes al perro.
       Dentro de unos años, tal vez.
       Lo más difícil ha sido siempre hacerle asumir la responsabilidad. Cree que estamos aquí solo para recoger lo que él deja tirado.
       Pero es que debería ver la habitación del Nene. Nunca se desprende de nada. Conserva todos sus desgarrados números del National Lampoon, Penthouse y Rolling Stone. Botes con monedas y Dios sabe qué más, entradas de cine, tarjetas con los tantos de los Dodgers, pañuelos de papel sucios, colillas, viejos envoltorios de caramelos, cajas de cerillas vacías, latas de Coca-Cola, su ropa dispersa por el suelo. Para no hablar de lo que está escondido.
       El Nene guarda una esvástica en el cajón superior de su cómoda, debajo de la ropa interior.
       El Nene dibuja cómics obscenos.
       Acostumbrábamos entrar y recoger sus cosas apenas se iba a la escuela. Pero cuando le faltaba algo se ponía furioso. Ahora no tocamos nada.
       Si quiere vivir como un cerdo, deberá descubrir por sí mismo cuán desagradable es.
       Algunas, lo confieso. Resultaron ser ejemplares de coleccionista. Por supuesto, el Nene no quiere venderlas. Pero no nos dirá que el hecho de que el Nene conserve las guías de televisión de seis años atrás le producirá un día algún beneficio.
       La gente debe elegir, ¿no es así, doctor?

Viernes
       ¿Usted cree que un aumento gradual de peso es síntoma de algo malo, doctor?
       En los últimos seis meses.
       No más que de costumbre.
       No, no fuma. Gracias a Dios. La verdad es que el Nene siempre se burla de nosotros porque fumamos. Es un poco hipocondríaco. Desde que era pequeño.
       El Nene tiene miedo a los microbios. Ha empezado a utilizar una mascarilla de tela blanca sobre la boca, como los japoneses.
       Claro que hemos tratado de dejar de fumar. ¿Acaso no lo ha intentado todo el mundo?
       ¿Este humo le molesta? Ahora que lo pienso, supusimos… como tiene todos estos ceniceros repartidos…
       Bien.
       Quizá teme que muramos antes de que él crezca.
       Muy longevos, por ambas partes. Pero no podemos abordar el tema de la longevidad con el Nene. Apenas alguien menciona la idea, se pone frenético. Solo parece recordarle la muerte.
       Claro que lo sabe. Todas las fechas. El Nene confeccionó un árbol genealógico y lo colgó sobre su cama, junto a la bandera confederada. Pero no va a creer las preguntas que nos formuló.
       Quiso saber si éramos primos hermanos, figúrese.
       Ya está bien, le dijimos. Tomándolo todo a broma. Y pareció realmente desilusionado.
       Cuando se trata del Nene, no hay nada mejor que abrazarlo. A veces nos sentimos ineptos al contestar sus preguntas. Pero cuando demuestra más abiertamente que nos necesita, es un verdadero placer.
       Si por lo menos se riera más… Tiene una risa maravillosa.
       Al Nene le encantan las espinacas. Y las costillas de cordero. Son sus dos platos favoritos. No permite que lo sentemos en su silla alta si no lo llamamos Nene Costilla de Cordero.
       Al Nene le están saliendo los dientes torcidos. Nació con un paladar anormalmente alto, nos dijo el tocólogo.
       No, pero eso es lo que le produce trastornos con las vegetaciones. Nos lo advirtieron en aquel mismo momento.
       Y una mancha azul en la región lumbar, llamada mancha mongólica. Es curioso. Desde luego, no tenemos ni una gota de sangre oriental, eso es seguro. El tocólogo dijo que era muy rara en los bebés caucásicos.
       ¿Ha oído hablar de la mancha mongólica?
       Por lo menos hasta entonces. Hasta la pubertad acostumbraba pasearse desnudo por toda la casa. Le hicimos algunas insinuaciones, pero cuando siguió procediendo así, nos callamos. No queríamos que pensara que nosotros…
       Perfectamente normal.
       Quince. No, me equivoco. Catorce y medio.
       Bueno, eso suponemos. Naturalmente, desde entonces no lo hemos visto desnudo.
       Sí, le gusta la ropa. Se podría decir que es un poco vanidoso. Puede tardar hasta una hora en decidir si para ir por la mañana a la escuela se pondrá la camiseta con la imagen de Mr. Natural o con la de Conan el Bárbaro.
       A veces pasa horas en la sauna. No se puede decir que no respetemos su intimidad.
       Siempre tenemos la sensación de que el Nene nos oculta algo. De que está avergonzado. Particularmente de la pasión que sintió por su profesor de periodismo, el señor Berg.
       El Nene es el director del periódico de su bachillerato. También lo fue durante los cursos secundarios.
       Claro que es normal, de alguna manera. No es necesario que nos lo diga. Pero podrá entender que estuvimos un poco preocupados.
       Sencillamente, no queríamos que el Nene sufriera. Vimos lo que sucedió cuando al señor Berg no le pareció bien uno de sus editoriales. El Nene estuvo enfurruñado y lloroso durante varios días.
       No, no pondríamos objeciones si resultara serlo. Por lo menos hemos aprendido algo. Que si puedes ser feliz, ya llevas una ventaja sobre los demás.
       Esto no significa que no nos sintiésemos aliviados cuando el Nene se casó. Seremos sinceros con usted.
       Tampoco somos partidarios de los matrimonios prematuros. Los jóvenes deben descubrirse antes a sí mismos.
       El padre de ella es ingeniero de sistemas en la Lockheed. Deberíamos hablarle de ella. Esta vez ya es demasiado tarde para empezar.

Sábado
       El hecho de que hayamos olvidado algo aquí significa que al concluir la sesión anterior no queríamos irnos, ¿no es cierto?
       Parece roto.
       No, aquí. Fíjese.
       No se preocupe, no importa. Tenemos otro en casa.
       Quizá podríamos duplicar las sesiones. Podríamos venir ambos el mismo día. Uno por la mañana, otro por la tarde.
       Naturalmente. Pero ¿a partir del lunes?
       Bueno, no parece mejorar.
       No, tampoco empeora.
       No. ¿Por qué habríamos de ser pesimistas, doctor?
       No somos pesimistas por naturaleza. Solo procuramos ser realistas.
       El hecho de asistir a las sesiones de grupo infunde cierto grado de confianza, ¿sabe? Quizá confiábamos demasiado.
       Laurie ha muerto.
       El pato. ¿Recuerda? Se lo contamos.
       En el patio trasero. A la luz de una vela.
       No mucho. Lo cual es bastante sorprendente. Si el Nene pudo llorar cuando se enteró de que George Washington ya no vive, pensamos que lo menos que haría sería llorar por Laurie.
       Le ofrecimos comprar otro pato, pero dijo que prefería una serpiente. En Culver City hay una tienda de serpientes, a la que fue el jueves pasado con un amigo al salir de la escuela. Quiere que vayamos con él, pero nos negamos. Malcriarlo, darle todo lo que desea, no servirá de nada, ¿verdad, doctor?
       Peces, tortugas, un guacamayo. No, primero el guacamayo y después las tortugas. Murieron. El Nene olvidó darles de comer. Después los pollos y los dos patos.
       Es curioso que ahora al Nene le gusten las serpientes. Cuando teníamos la casa en Doheny Hill, le aterrorizaba pensar que podía morderlo una serpiente de cascabel.
       También teme a los policías. Esto empezó cuando tenía tres años.
       Fingimos no percibir el olor a porro en su habitación. Y él finge no saber que nosotros fingimos no olerlo.
       Claro que las ventanas estaban abiertas.
       Compra una cantidad espantosa de libros pornográficos y manuales de sexualidad, o eso creemos. Cualquiera diría que ya ha aprendido bastante de todo eso en la escuela.
       El Nene se pone auriculares cuando escucha sus casetes. Entienda que no lo tomamos como algo personal. Pero es otro de los medios de que se vale para aislarse de nosotros. Y la expresión que se refleja en su cara mientras escucha música es casi indecente.
       ¿Usted graba lo que decimos? Es raro que nunca se nos haya ocurrido preguntárselo. No hay un magnetófono sobre su mesa. Pero, naturalmente, eso no demuestra nada.
       Muchos médicos lo hacen. El doctor Greenwich lo hace. No nos molesta. Probablemente sea un sistema muy bueno, sobre todo si uno no tiene una excelente memoria. Adelante.
       ¿Está seguro?
       En realidad, quizá hasta nos resultaría útil escucharnos a nosotros mismos. Usted podría reproducir fragmentos de las sesiones y nosotros los comentaríamos.
       Francamente debería contemplar esa posibilidad, doctor.
 
Lunes
       ¿Qué presión?
       Cuando abandonó Occidental, al cabo de un año, no insistimos en que buscara empleo. Le dijimos que siempre tendría su habitación en casa.
       Se quedó.
       Eso fue más tarde, después de que intentara algo.
       Correcto. Entonces le pagamos un curso en la escuela de pilotos de Long Beach. Se supone que es la mejor del país. Pero lo rechazaron por la nariz.
       Tres operaciones de vegetaciones. Pero aún tiene un problema con la nariz.
       ¿Que si lo hemos hecho? A todos los especialistas habidos y por haber.
       Claro que volveremos a intentarlo. No podemos dejar que el chico continúe respirando por la boca durante el resto de su vida.
       Debería ver lo que ocurre cuando vamos juntos al cine. Su respiración es tan ruidosa que los espectadores más próximos cambian de butaca. En el teatro no pueden hacerlo, porque los asientos están numerados.
       Ah, hay algo más. Antes de que lo olvidemos. En la sesión de anoche nos pidieron que les informáramos de lo que hacemos con usted, doctor. No le molesta, ¿verdad? Quizá deberíamos habérselo preguntado antes.
       ¿Disconformes? Claro que no.
       Sin embargo, a veces, para ser sinceros, tenemos la impresión de que es usted quien está disconforme. Con nosotros.
       Bueno, impaciente, entonces. ¿No es cierto, doctor?
       Escuche, si cree que tenemos interés en prolongar esto, se equivoca lamentablemente. Por no hablar del dinero que malgastamos.
       Está bien, pero imagine lo impacientes que estamos nosotros. Tenemos que convivir con el problema todos los días, durante las veinticuatro horas. Usted se sienta aquí, nos escucha, y puede olvidarse de nosotros después de que nos vayamos.
       Claro que tenemos momentos de alegría. ¿Acaso lo hemos negado alguna vez?
       Hoy al Nene le ha salido otro diente. No crea que eso no nos complace. Pero tampoco borra todo lo demás.
       ¿Cómo? Nosotros no vivimos sencillamente al día, como los lirios del campo, doctor. Por mucho que nos tiente la idea. Tenemos recuerdos y esperanzas. Y temores.
       ¿Miedo a usted? ¿Por qué habríamos de tenerle miedo a usted, doctor?
       Los sentimientos son una cosa. Pero el buen consejo es otra. El doctor Greenwich lo avala. Estamos seguros de que el grupo le extenderá un certificado de competencia.
       Le tenemos miedo al Nene.

Lunes
       ¿Por qué no habríamos de tener mala cara? Ha empezado a beber de nuevo. Mezcal. Southern Comfort. Y un brebaje atroz llamado Georgia Moon.
       ¿Cómo podríamos hacerlo, si es mayor de edad?
       ¿La fuerza moral? Es más fácil decirlo que hacerlo.
       Pero el Nene tiene su propia voluntad, doctor. Esto es lo que usted no entiende. Una voluntad tremenda. La tentativa de frenarlo solo lo estimula a obstinarse aún más. Hará cualquier cosa con tal de desafiarnos.
       Hasta lastimarse a sí mismo.
       Tuvimos que colocar barrotes delante de la parrilla portátil después de que el Nene atravesara todo el comedor dentro de su parque, balanceándolo atrás y adelante, hasta poder apoyar encima las palmas de las manos. Sabía lo que hacía. Sabía que estaba caliente.
       Una quemadura horrible. Tiene las manitas regordetas vendadas hasta más arriba de las muñecas, como si usara guantes. Pero el pediatra dice que no le quedarán cicatrices.
       Un día se hará daño de verdad. Esto es lo que nos preocupa.
       No estamos seguros de que sepa siquiera qué es lo que le produce dolor. O de lo contrario —y esto es peor— el Nene se ha convertido en un ser cada vez más insensible.
       Cuando Thelma DeLara se mudó a otra parte fue imposible consolarlo. Lloró durante semanas sin parar. Recordará que le hablamos de Thelma. Su mejor amiga en primer grado.
       Ahora se ha vuelto frío y severo.
       Se opone a todo lo que deseamos hacer. Si hay algo que nos gusta, le escupe encima.
       Anoche colgó una gran bandera negra de la antena de televisión, sobre el tejado. Casi nos rompimos el cuello al arriarla.
       ¡Pacientes! ¿Qué cree que hemos sido durante todos estos años? Usted ha oído hablar de los límites de la paciencia, ¿no es cierto, doctor?
       Hemos salido a buscar una escuela especial. No un hospital psiquiátrico. Un lugar donde no se sienta encerrado ni nada parecido. Solo un lugar donde el personal sepa cómo manejarlo.
       Es lo más razonable, ¿no le parece, doctor? Reconocer la derrota cuando uno está acorralado.
       ¿Para qué serviría eso? Lo hecho, hecho está, ¿no cree?
       Pero seguimos perseverando. ¿Por qué demonios cree que vinimos a consultarlo a usted en primer lugar? ¿No es testimonio suficiente de buena fe el que hayamos…?
       ¿Ya?

Martes
       ¿Está resfriado, doctor?
       Parece un resfriado. Será mejor que se cuide.
       Esto no tiene nada que ver con lo nuestro, desde luego, pero nos gustaría conocer su opinión. ¿Cree en las dosis masivas de vitamina C?
       El Nene sí cree. Últimamente se ha convertido en un verdadero maniático de la salud.
       De todos modos, es mejor que convertirse en un fanático de Krishna, como su prima Jane. Toda pintada de azul y lo demás.
       No la hermana de Bert. La prima de Bert. El Nene traga cincuenta píldoras de vitamina C al día. Pero sigue resfriándose.
       Sí, es remilgado para algunas cosas. El Nene vomitó mientras comía un huevo pasado por agua porque la clara estaba líquida. Y se niega a besar a su tía Rae —la madre de Bert— porque dice que tiene un lunar negro en la mejilla.
       No, no es algo que él imagine. Lo tiene. El chico no está chalado, por amor de Dios.
       Pero no creemos que esa fuera la auténtica razón.
       Rae es una muchacha bondadosa, pero hay que saber cómo tratar al Nene. Primero hay que conquistar su confianza. No es delicado pero sí muy nervioso, como todos los niños precoces.
       No es posible abalanzarse sencillamente sobre él y abrazarlo. Hay que arrodillarse, colocarse a su nivel y hablarle primero. Antes de poder tocarlo.
       El Nene nunca ha sido uno de esos críos a los que les gusta que los abracen y los besen como si tal cosa o que saltan sobre el regazo de los demás, como Bert. Todos los niños son distintos. Y entienden mucho más de lo que uno cree, aun antes de saber hablar. Esto es algo que hemos aprendido.
       ¿Sabe, doctor?, lo que acaba de decir nos coge un poco por sorpresa. Si hay algún malentendido, será mejor que lo aclaremos ya mismo. El Nene no está loco.
       No tenemos la experiencia clínica de usted. Pero sabemos distinguir a una persona que está loca de otra que no lo está.
       Sí, podemos darle un ejemplo. El Nene nos contó recientemente que durante los dos últimos años, cada vez que se dispone a montar en el autobús que lo lleva a la escuela, oye una voz. La voz dice: “Siéntate a la izquierda. O morirás”. O: “Siéntate a la derecha. O morirás”. Y cada mañana ignora qué orden le dará la voz.
       Correcto. Pero espere hasta oír el resto. Nos preocupamos mucho, desde luego. La mañana en que el Nene nos contó eso, con la mayor naturalidad, mientras tomaba el desayuno antes de irse a la escuela, sentimos que se nos partía el alma. Una vez que empiezas a oír voces, y voces que te dicen que morirás si no las obedeces, la situación se pone muy seria.
       Pero entonces se nos ocurrió formularle una pregunta al Nene. ¿Alguna vez te ha sucedido —le preguntamos— que, al subir al autobús, el lado del que salía la voz estaba completamente ocupado? ¿De modo que no te ha quedado más alternativa que sentarte al otro lado?
       “Claro que sí —respondió el Nene—. Muchas veces.” ¿Y qué sucede en esos casos?, inquirimos. Preguntándonos si el Nene había notado que, aunque había desobedecido la orden de la voz, no había muerto.
       “Ah, en esos casos —manifestó el Nene, alegremente—, en esos casos la voz dice: ‘Hoy no importa’.”
       ¿Qué piensa, doctor?
       Bueno, es obvio. Apostamos a que no podría hallar un ejemplo más perfecto de la diferencia entre la psicosis y la neurosis, aunque practicara su dudosa profesión durante cien años. ¿Sabe a qué nos referimos? El psicótico es alguien que no oye una voz que le dice en el último momento: “Hoy no importa”.
       ¿No está de acuerdo, doctor?
       No se trata de que le pidamos que nos dé muchas esperanzas. Pero él no está loco. No es eso lo que falla.
       Quizá es algo peor.
 
Martes
       El Nene se ha hecho vegetariano. Le seguimos la corriente. Superará esta etapa, ¿no cree?
       Requesón y piña fresca. Y montones de guisantes crudos. Siempre lleva algunos en los bolsillos.
       Y sus bolsillos siempre tienen agujeros. Ese sería el resumen de la situación.
       Nunca se ocupa de sus cosas. Para el Nene, la ropa es una birria.
       Ha dejado de usar ropa interior. ¿Es esta una nueva moda entre los chicos de los cursos preliminares del bachillerato, doctor?
       Al Nene le gusta contener la respiración bajo el agua en la bañera. Tiene un cronómetro.
       Hace dos meses que el Nene no se lava.
       La junta de reclutamiento lo clasificó 1Y. Estaba preparado para huir a Canadá, dijo. Nos desesperamos. Pero resultó que las vegetaciones bastaron para descalificarlo. Por supuesto, nos sentiríamos más seguros con un 4 F. Pero el Nene dice que en realidad ahora las dos clasificaciones son equivalentes y que no deberíamos preocuparnos.
       Ya no respeta ninguna convención. El día de la graduación en el bachillerato, lloramos cuando interpretaron “Land of Hope and Glory”. El Nene ni siquiera fue.
       No crea que nos compadecemos. Probablemente estamos en mejor situación que la mayoría de los padres. Dos amigos del Nene murieron por sobredosis. Otro se suicidó. Y a su mejor amigo del bachillerato lo sentenciaron a una pena de uno a cinco años en San Quintín por atracar gasolineras.
       Desde luego, se basta a sí mismo.
       Quizá habíamos depositado demasiadas esperanzas en él. Como sucede cuando se trata del único…
       Solo esperamos que se pueda reparar parte del daño. No es mucho pedir, ¿no?
       Si por lo menos confiara en nosotros, si nos contara algunos de sus problemas. Entonces podríamos ayudarlo mejor. Sabe que sabemos que no es fácil pertenecer a su generación.
       Ambos hemos tenido una vida difícil. Nadie nos dio ninguna ventaja al principio y tuvimos que sacrificarnos para llegar a donde estamos ahora. Pero por lo menos podíamos dar por supuestas algunas cosas.
       La familia.
       ¡Pobre Nene! Usted tiene que ayudarnos a ayudarlo. Nunca nos lo perdonaremos si no lo hacemos.
       Su vida apenas comienza. La nuestra ya ha transcurrido por lo menos hasta la mitad. ¡No es justo, doctor!
       Haremos cualquier cosa.
       Pero ¿qué más podemos hacer?

Miércoles
       El Nene ha preguntado más de una vez cómo se hacen los niños. Se lo explicamos, pero siempre lo olvida y vuelve a preguntarlo al cabo de pocas semanas.
       Probablemente se deba a que no puede asociarlo con nada que forme parte de su experiencia. Nos sentimos muy ridículos al explicárselo una y otra vez.
       Pero si no contestamos sus preguntas, puede pensar que hay algo vergonzoso en todo lo que concierne a eso.
       Es muy habilidoso. Aprendió a atar los cordones de sus zapatos en una sola mañana.
       Un amigo nuestro le regaló al Nene un chaleco antibalas de la Infantería de Marina para su cumpleaños. Por supuesto, ahora le resulta demasiado holgado. Tendrá que crecer hasta que sea su talla.
       Ronnie Yates. Dirige el helipuerto de Venice West. Se aficionó a los helicópteros durante la guerra. Al Nene le encanta oír las historias de guerra que Ronnie cuenta.
       El Nene quiere un juego de pesas y un aparato de gimnasia. Nosotros pensamos que ya hace suficiente ejercicio. Puro narcisismo, eso es lo que nos parece.
       Siempre está haciendo flexiones en la barra fija.
       El Nene quiere tatuarse. Un sol negro entre los omóplatos, más grande que un dólar de plata.
       Sí, pero si algún día se harta de él, no podrá quitárselo. Dicen que es una operación muy dolorosa.
       Tal vez sea estoico, pero no tanto.
       Todos tienen un límite de resistencia al dolor, ¿no es así, doctor?
       Claro que está sano. No se trata de eso. El pediatra puede extenderle un certificado de buena salud cuantas veces quiera, pero nosotros tenemos ojos para ver, y vemos.
       El Nene ha encontrado un gurú. Doctor, tiene un aspecto horrible con el pelo largo. Repulsivo. El gurú vive en un todoterreno para transitar por las dunas que está aparcado junto al embarcadero de San Pedro. El Nene planea acompañarlos en una expedición a Guatemala, en busca de hierbas medicinales.
       Lo amenazamos y lo amenazamos. Le dijimos claramente que le dejaríamos sin paga. Pero ellos le habían advertido que eso formaría parte de su iniciación.
       Sin embargo, aborrecemos pensar que al fin nuestra autoridad sobre el Nene depende exclusivamente de que continuemos manteniéndolo.
       Al parecer su esposa no quiere ir. Esta es nuestra única esperanza. En abril tiene programado dar unos recitales de poesía a mediodía y medianoche en Farmers Market, y no quiere perder la oportunidad.
       Sí, pero todo depende de que el Nene la ame de verdad.
       Francamente no creemos que el Nene sepa lo que es el amor. Ese es su problema.

Miércoles
       Tememos, doctor —es espantoso tener que decirlo—, que el Nene nos esté envenenando. La otra noche lo descubrimos mientras trataba de sintetizar paratión en su laboratorio del garaje. Cuando le preguntamos qué hacía, pareció asustado y al principio no respondió.
       Tiene razón. Deberíamos habérselo contado antes. Pero algunas cosas son, sencillamente, demasiado difíciles de encajar. Incluso los más valerosos de nosotros nos transformamos en avestruces de vez en cuando, ¿no es así?
       Hemos oído decir que bastan tres gotas.
       ¿Le hemos contado que en el bachillerato ganó el Premio de Ciencias Bausch & Lomb para toda la ciudad? Y fue él quien fundó el club de química en la escuela secundaria.
       La astronomía, también. El Nene pidió un telescopio para Navidad.
       Por supuesto, nos gustaría que leyera más. Es decir, literatura. En este sentido, ha debido de salir a uno de nosotros. Es imposible conseguir que se acerque a un libro que no sea un manual lleno de gráficos y fórmulas. Por otra parte, es más práctico que se interese por la ciencia.
       Cuando usted era niño, ¿quería ser otra cosa, además de médico?
       Qué ambición tan extraña.
       El Nene es muy tenaz. Una vez que decide algo, es imposible hacerlo cambiar de idea. Usted no creería lo testarudo que es.
       Claro, todos no soportamos equivocarnos. Pero el Nene lo toma mucho más a pecho que la mayoría de las personas.
       ¿Cambiar de tema? ¿Cómo?
       Pero ¿qué podemos hacer? No tenemos ninguna prueba. No podemos llamar a la policía.
       Oh, lo hicimos desaparecer. Mientras él no miraba. Aún no ha dicho nada al respecto.
       Bueno, la verdad es que no dormimos tan bien como antes.
       Con las luces encendidas.
       Claro que esta noche acudiremos a nuestra cita con los Turnell. Si no fuéramos, el Nene seguramente desconfiaría. No podemos demostrar que lo sabemos.
       Esta es la única ventaja que tenemos por ahora. Cree que somos tontos. Que no hemos notado nada.
       No, ¿qué ayuda podría prestar el doctor Greenwich? Ni siquiera ha visto nunca al Nene.
       Bueno, si no acudimos a las sesiones de mañana, por lo menos sabrá el motivo, doctor.
       ¿Así que odia las bromas de mal gusto, doctor? Escuche, si siempre nos tomáramos esto en serio, nos volveríamos locos.
       Mire, no se preocupe. ¿Quiere que lo telefoneemos alrededor de la medianoche, para que sepa que no hemos recibido nuestros cuarenta y cuarenta y un hachazos, respectivamente?
       No. Se supone que el Nene irá con Bert a un campeonato de yoyó en el teatro Wilshire Ebell.
       El Nene tiene fantasías de omnipotencia.
       No. Mucho más específicas. Se trata de que piensa que todas las personas que él mira reciben una bendición, o algo parecido, solo porque él las ha mirado. Aunque solo sea por un segundo, en medio de una multitud. Así que tiene que viajar lo más posible, para que su mirada enfoque el mayor número de personas.
       Dice que esa responsabilidad recae sobre él.
       Bueno, no se trata exactamente de una bendición. Pero sus vidas se vuelven distintas después de que él las ha mirado. Todas las personas que ha mirado recibirán su merecido. Las buenas serán recompensadas. Y las malas serán castigadas, con el tiempo.
       Nosotros opinamos lo mismo, doctor.
       No. Dice que no ha resuelto si la mirada actúa sobre las personas que solo ve en fotografías o en la televisión.
       Eso expandiría mucho el alcance de sus poderes, ¿no le parece? Tal vez debería alentarnos el hecho de que por lo menos vacila en esos casos.
       ¡La justicia! ¿Qué tendrá que ver la justicia con eso? No hay nada en el mundo que esté más lejos de interesarle al Nene.
       Quiere que nos sintamos mal. Quiere que nos sintamos indeseados en nuestro propio hogar.

Jueves
       ¿Por qué es tan agresivo, doctor? Si no se siente capaz de ayudarnos, podremos recurrir a algún otro.
       A la defensiva, entonces, si usted lo prefiere.
       Bueno, por supuesto, todo es relativo. ¿No es así, doctor?
       Queremos que el Nene sea más independiente.
       Es taimado. Esa es la palabra. Nunca nos cuenta nada.
       Una cama de agua. Tenemos que mantener alejado al Nene, o la destrozaría.
       Quiere que nos sintamos como unos parias.
       Estamos fatal. ¿No se da cuenta, doctor? Ayúdenos.
       ¿Es doctor en medicina?
       Sí. Mucho mejor.
       Ah. ¿Le hemos contado que el Nene guarda un fusil en el armario? Es tirador juvenil de la Asociación Nacional del Rifle.
       Entonces, usted cree que es posible elaborar venenos con un equipo infantil de química. Un equipo grande, costoso.
       Lo tiene todo montado en el garaje. Eso reduce los daños, por lo menos. Como cuando se quemó con su mechero Bunsen.
       Al Nene lo intoxicaron con gases en una manifestación antibélica en la base naval de Long Beach.
       Siempre fue un pacifista nato. Cuando tenía cuatro años, le leímos una versión de la Ilíada para niños y lloró por la muerte de Patroclo.
       Le hemos escondido el libro hasta que sea mayor.
       El Nene lleva una foto de Steve McQueen en la cartera. Ese es el tipo de persona que admira ahora.
       Está tratando de dejarse bigote.
       Quizá se ha hartado de ser un niño sensible. Pero ¿no cree que ha ido demasiado lejos en la dirección opuesta? Nunca le pedimos que fuera un genio y nunca le pedimos que fuera un vago.
       La maestra del Nene ha venido esta mañana y nos ha contado que él le dio una paliza a un crío pequeño de su curso y le robó el dinero del almuerzo.
       No nos sorprendería que se enrolara en los Ángeles del Infierno. O en algo peor.
       Si lo aceptan. El Nene no es tan duro como cree ser.
       Ay, doctor, es terrible esperar algo de un niño. El Nene tiene razón. Deberíamos tratarlo como si fuera un visitante de otro planeta. No debería preocuparnos qué diablos hace. Deberíamos ocuparnos de nosotros mismos, para variar, en lugar de tirar el dinero a la basura.
       No me refiero a usted, doctor.
 
Jueves
       Tuvimos que amputarle la mano derecha al Nene. Fue la única solución. Se toqueteaba sin parar.
       Fabricamos una pequeña silla de ruedas para el Nene. Y una cama con barandas, para que no se caiga.
       Tuvimos que amputarle el pie izquierdo, porque intentó huir nuevamente.
       Lo único que queríamos era que fuese feliz, que se ganara la vida, que mantuviera una familia, que aportara algo a la sociedad y que no se metiese en líos.
       ¿Usted cree todo lo que le contamos, doctor?
       Esa no es una respuesta, realmente. Quizá forme parte de su profesión el ser evasivo, pero, por una vez, le estamos haciendo una pregunta directa. ¿Por qué no responde?
       Claro que le decimos la verdad.
       ¿Respecto del pie?
       Es cierto.
       Y lo de la mano.
       Pero le dijimos que era una situación terrible.
       Quizá usted recibe a demasiada gente que debe exagerar para llamar su atención.
       Si quiere saber la verdad, nuestro problema consiste en que tendemos a minimizar las cosas. Nos gusta afrontar la vida desde una perspectiva alegre. Ya hay suficientes atrocidades en el mundo sin necesidad de inventar otras más, ¿no cree, doctor?
       Claro. Por supuesto, es probable que usted tenga una visión exageradamente triste de la vida. Porque pasa la mayor parte de su tiempo oyendo cómo la gente se lamenta. Siempre hemos pensado que cuanto más optimista es la actitud con que se aborda una situación, tantas más probabilidades existen de que se resuelva bien. Por lo menos en provecho propio.
       Porque incluso los desastres pueden ser una bienaventuranza, ¿no es cierto? Te enseñan algo. Te espabilan.
       Lo que no te mata, te fortalece.
       Exactamente. Así es como procuramos afrontar la situación con el Nene.
       El Nene dice que lo que no te mata, te deja cicatrices. Él también tiene razón.
       Claro que sí, es horrible. Eso es lo que hemos estado tratando de explicarle desde el principio.
       ¿No nos creía?
       Por el amor de Dios, doctor. Justamente ahora nos lo dice… después de todas estas semanas. Y luego consulta tranquilamente el reloj y anuncia que ha terminado la sesión. Póngase en nuestro lugar.
       Está bien. Quizá hoy hayamos adelantado algo, después de todo.

Viernes
       Fue el doctor Greenwich quien salvó nuestro matrimonio. Antes de incorporarnos al grupo, estábamos tan obnubilados por el ajetreo cotidiano que habíamos quedado totalmente incomunicados. Bastó que concurriéramos a las sesiones una vez por semana…
       A veces.
       Sí.
       Tiene razón.
       Es un alivio hablar de nosotros mismos, para variar. Envidiamos a sus otros pacientes, doctor.
       Bueno, de vuelta al trabajo.
       Claro que lo hacemos. ¿No es lo normal?
       Podría trabajar medio jornada en la oficina de Correos, o conducir un camión. Jim Turnell le ofreció un empleo como encargado de despacho de remesas en su almacén de Van Nuys. Pero él dice que no quiere hacer nada.
       Le ofrecimos al Nene unas vacaciones de verano en Japón, en México, si promete ponerse a trabajar en otoño, cuando regrese. Pero dice que no le gusta viajar. ¿No es espantoso, a su edad?
       Despectivo, precisamente, no. Todos los chicos de su generación son un poco despectivos. Pero no es eso.
       Parece airado.
       A veces, sencillamente, no parece que valga la pena. Ninguno de nosotros dos tuvo jamás muchas oportunidades de viajar cuando éramos jóvenes. Pero él, simplemente, no parece valorarlo.
       ¿Usted ha viajado mucho, doctor? Independientemente de que haya nacido en el extranjero, claro está.
       ¿Cuándo?
       ¿Tan pronto?
       Probablemente espera poder resolver nuestro caso antes de entonces, ¿verdad?
       No importa.
       Escuche, hemos estado reflexionando. La carga económica de dos sesiones diarias es un poco más de lo que podemos permitirnos. Deberemos reducirlas a una por día.
       No, el doctor Greenwich no ha dicho nada. Lo hemos decidido solos. Usted no se lo esperaba, ¿eh?
       ¿Mañana?
 
Sábado
       Acerca de viajar y disfrutar de la vida mientras se pueda…
       ¿No recuerda? Lo que decíamos ayer. Con algunas personas, todo lo que se haga es sencillamente un despilfarro inútil.
       Usted no, doctor. El Nene.
       El Nene cree que vivirá eternamente. No queremos desilusionarlo. Es estupendo ser joven e ignorar cómo es el mundo.
       Tal vez alguien debería decirle que no va a vivir eternamente.
       No. No lo creería si se lo dijéramos nosotros. Debería ser una persona mayor, sensata. Si él conociera a alguien como usted, doctor, usted podría decírselo.
       Decirle que él no va a vivir eternamente. Decirle que nosotros tampoco. Decirle que uno de nosotros debe morir antes y que hemos redactado un nuevo testamento. Decirle que no nos odie. Decirle que cuanto hemos hecho ha sido con la mejor intención. Decirle que no pudimos evitarlo. Decirle que no somos monstruos. Decirle hasta qué punto él ha sido monstruoso con nosotros. Decirle que no tiene derecho a juzgarnos. Decirle que no tenemos por qué vivir todos juntos, si él no lo desea. Decirle que es libre. Decirle que no puede dejarnos solos. Decirle que nos está matando. Decirle que no se saldrá con la suya. Decirle que no es nuestro Nene, sino que nació en Krypton. Decirle que lo odiamos. Decirle que nunca nos hemos amado mutuamente, sino solo a él. Decirle que no sabíamos qué otra cosa hacer. Decirle que nos hemos ido para siempre y que la casa y el coche familiar son suyos y que el segundo juego de llaves está bajo el felpudo de la entrada y que hemos vuelto a redactar el testamento totalmente a su favor y que hemos desheredado a Bert. Decirle que nunca nos encontrará. Decirle que estaremos esperando en el patio contiguo a la fuente en la encantadora casita de San Miguel de Allende. Decirle que le contrataremos un maestro particular de aritmética para que no suspenda nuevamente el cuarto grado. Decirle que puede tener un perro: un perro de trineo, un viejo pastor inglés. Un perro samoyedo, un San Bernardo, el que sea, tan grande y estúpido como se le antoje. Decirle que quisimos abortarlo, pero que el médico estaba en Acapulco. Decirle que el año pasado conocimos a Steve McQueen y no le pedimos el autógrafo. Decirle que nosotros envenenamos a Laurie: también a Billy, pero el veneno no actuó y por eso solo murió Laurie. Decirle que fuimos nosotros, y no la criada, quienes arrojamos a la basura su colección de números viejos de Rolling Stone y National Lampoon, a sus espaldas. Decirle que use ropa interior porque es repulsivo no usarla. Decirle que tome sus píldoras de vitaminas, y la levadura y los botones de rosa. Decirle que la madre de Thelma DeLara es una tortillera. Decirle que él no es mejor que nosotros. Decirle que nunca debimos tener hijos, pero que creíamos que sí debíamos tenerlos. Decirle que nunca quisimos que se pareciera a nosotros. Decirle que es demasiado difícil criar a un hijo, sobre todo un hijo único, y que él mismo lo comprobará un día cuando sea mayor. Decirle que debe beber leche. Decirle que tiene un aspecto ridículo con bigote. Decirle que no debe quitarse el corrector dental por la noche porque si no sus dientes nunca se enderezarán. Decirle que se suene la nariz. Decirle que, por lo que a nosotros respecta, el perro puede cagar todo lo que quiera sobre la alfombra de la sala. Decirle que lo timaron y que lo que atesora en el bote de Skippy es una mezcla de alpiste y orégano. Decirle que algún día nos comprenderá cuando tenga hijos propios. Decirle que nacimos en Krypton y que solo fingíamos ser sus padres, pero que nos hartamos de ocultar nuestros superpoderes detrás de esta fachada mansa y afable y que nos hemos ido volando. Decirle que nos echará de menos cuando deba apañarse solo. Decirle que se sienta culpable. Decirle que se espabile y que queme su disfraz de Superman. Decirle que no ganará el premio Nobel; o que, si alguna vez lo gana, será tan viejo para entonces que ya no le importará. Decirle lo orgullosos que hemos estado siempre de él, y que lo seguimos estando. Decirle cuánto nos intimidaba. Decirle que sabemos que él robó el dinero. Decirle que limpie su habitación. Decirle que le escriba una carta a la tía Rae para agradecerle los patines. Decirle que debe renovar la matrícula y que no puede pasearse en el Toyota con un solo faro. Decirle cómo mentimos. Decirle cuánto lo lamentamos. Decirle que nosotros también somos víctimas. Decirle que nuestra infancia no fue mejor que la suya. Decirle cuánto lloramos de alegría cuando vino al mundo. Decirle que cuando nació empezamos a morir. Decirle que intentamos matarlo. Decirle que sabíamos lo que hacíamos. Decirle que lo amamos.
       Dios santo, doctor, ¿por qué tuvo que morir nuestro Nene?




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