José Emilio Pacheco
(Ciudad de México, 1939-2014)


Mínima expresión
La sangre de Medusa y otros cuentos marginales
(México, D.F.: Ediciones Era, 1990, 136 págs.)



LA LECHERA

      La lechera hacía proyectos mientras caminaba por la ciudad. De pronto ella, su jarra y sus ilusiones se volvieron añicos en la explosión nuclear.

NADIE

      En el valle ocurre un hecho sobrenatural. Un labrador sale de su choza para atestiguar el prodigio. Dialoga unos minutos con el que hizo el milagro. Al volver, su esposa le pregunta:
       —¿Quién era?
       El labrador toma asiento a la mesa y responde:
       —Nadie. Era Dios.


DIFERENTE

      Durante mucho tiempo recurrió a todos los medios para que la humanidad se enterara de su existencia. Agotó la esperanza. Entonces se dio cuenta de que era un fantasma.

LA OCASIÓN

      —Quise decírselo otra vez. Mis labios no alcanzaron a modular una sola palabra. Y el invisible arcángel no volverá hasta dentro de cien mil años.

SIN FIN

      Un hombre se forma tras una larga cola. Desesperado, elimina a quien está antes que él. Sigue con todos los de la fila. Hasta que otro hombre se detiene a su espalda…

CONTEMPORÁNEOS

      —Por haber hecho con mis secretos la farsa que anoche estrenaron en El Globo, golpeé al ridículo bufón llamado Shakespeare.

TENTADOR

      Dijo el demonio al Cielo:
       —No me tientes.


MEMORIAS DE JUAN CHARRASQUEADO

      —Yo no lo maté: él solito se le atravesó a la bala.

HABÍA UNA VEZ

      Había una vez un cuento de nunca acabar que también empezaba así. Había una vez…

ODISEA

      Ulises regresó por fin a Ítaca.
       —¿Quién eres? —le preguntó Penélope—. Tu cara me es familiar pero tu nombre ya no lo recuerdo.


TRIUNFO

      Al pisar la cima del Everest, resbaló y se mató.

NUNCA SE SABE

      Dijo:
       —Hasta mañana.
       En ese instante se acabó el mundo.


ADORACIÓN

      La libélula se acercó a venerar el helicóptero, su dios. Fue triturada por las aspas.

DISPUTAS

      —¡No me grites! —contestó la roca al huracán.

DERROTA

      —Detesto a los ancianos trasvestistas —aulló Caperucita. El lobo se tragó la humillación.

NOVELA DE TERROR

      —Vámonos ya. Los muertos nos esperan.

CUENTO DE ESPANTOS

      Violó la cripta a medianoche. Halló su propio cadáver en el sarcófago.

VESTUARIO

      El rey se desnudó aterrorizado. No tenía cuerpo. Él era sólo el manto y la corona.

INFERNALIA

      —Anoche no soñé. Despierto, comprendí que estaba en el infierno y ustedes eran los demonios.

GRATITUD

      —No puedo creerlo —dijo el emperador—: le salvé la vida, le he dado puestos, honores y riqueza, y aún no se ha vuelto en contra mía.

TELARAÑA

      Durante meses la araña hiló su tela. No llegó a atrapar moscas: sirvió para que destruyeran juntas a la obra y a su autora.

SUEÑO ETERNO

      Soñó que despertaba. No pudo abrir los ojos. Había muerto.

MALEDICENCIA

      Para saber qué se decía de él y de su gobierno, el califa recorrió disfrazado la ciudad. Al día siguiente ordenó destruirla y pasar a cuchillo a sus habitantes.

CUITZEO

      —No tengo nada que ocultar —dijo el lago al secarse.


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