José Emilio Pacheco
(Ciudad de México, 1939-2014)


No me preguntes cómo pasa el tiempo
[1964-1968]
(México, D. F.: Editorial Joaquín Mortiz, 1969, 128 págs.)

A Cristina

Como figuras que pasan por una pantalla de televisión
y desaparecen, así ha pasado mi vida.
Como los automóviles que pasaban rápidos por las
      carreteras
con risas de muchachas y música de radios...
Y la belleza pasó rápida, como el modelo de los autos
Y las canciones de los radios que pasaron de moda.
                                                            ERNESTO CARDENAL



I. En estas circunstancias

...cuando la sombra el mundo va cubriendo
o la luz se avecina...
                                     GARCILASO DE LA VEGA



Descripción de un naufragio en ultramar
(agosto 1966)

Pertenezco a una era fugitiva, mundo que se desploma ante mis ojos.

Piso una tierra firme que vientos y mareas erosionaron antes de que pudiera levantar su inventario.

Atrás quedan las ruinas cuyo esplendor mis ojos nunca vieron. Ciudades comidas por la selva, y en ellas nada puede reflejarme. Mohosas piedras en las que no me reconozco.

Y enfrente la mutación del mar y tampoco en las nuevas islas del océano hay un sitio en que pueda reclinar la cabeza.

Sus habitantes miraron con ojos extraños al náufrago que preguntaba por los muertos. Creí reconocer en las muchachas rostros que ya no existen, amores encendidos para ahuyentar la frialdad de la vejez, los ojos que nada miran ya sino el sepulcro.

La tribu rió de mi lenguaje ornamentado, mi trato ceremonioso, la gesticulación que ya no entienden. Los guerreros censuraron mi ineptitud para tensar el arco. Y no pude sentarme entre el Consejo porque aún no tenía el cabello blanco ni el tatuaje con que el tiempo celebra nuestro deterioro insaciable.

El Gran Sacerdote resolvió que me hiciera de nuevo a la mar en una balsa, con frutos desecados al sol y una olla de agua por todo alimento. Al despedirme pronunció estas palabras, mientras los clanes se reunían para mirar con lástima o desprecio al extranjero:

“Naciste en tiempos de penuria, condenado a probar el naufragio de la vejez sin haber conocido la áspera juventud. Será mejor que regreses a los centros ceremoniales en donde un hervidero de lagartos cuida la máscara del rey —sobreimpuesta al pulular de la corrupción, la insaciedad de los roedores.

“Antes de tiempo abandonaste a la caravana que aún no columbra la tierra prometida, y sólo te acompañó tu árido equivalente, el desierto. Los nómades recelaron de ti; desconfiaste de los señores de la guerra, los tiranos que arman ejércitos en corso para garantizar a la metrópoli el suministro de lejanas especias.

“Zarpaste para encontrar el Nuevo Mundo, el Mundo Escondido del que murmuran las sectas en pendulares ceremonias. Y allí también huíste del incendio de las ciudades, el saqueo y la entrada a degüello.

“Amaste a las mujeres que nadie destinó para ti —cuerpos errantes que se desvanecen en la carta astronómica. Rehusaste participar en la batalla por asco a vivir de la carroña y la sangre de tus semejantes.

“En vez de todo aquello gastaste la noche en los infolios, los códices de morosos colores. Quisiste hallar en esos criptogramas el rumor transitivo de las generaciones, el espejo vacío, la pesadumbre de la historia: vanas tretas para justificar tu aislamiento, para fingirte digno de tu cobardía.

“Antes de morir sólo te queda —aparte de la obscena conmiseración, el alarde grotesco de tus heridas— escoger entre dos formas posibles: la cámara de gas, o bien la granja en que pastan y rumian, bajo la espuela y el azote, los enemigos de tu pueblo.”


Transparencia de los enigmas
(octubre 1966)

En serio pensemos en todas las cosas que ya se avecinan. El mundo tiene hartura de la solemnidad de los profetas y el óxido corroe los goznes de sus visiones, porque la historia sabe, recuerda su deber de trastornar las profecías.

Alabemos a Patmos y a la hirviente montaña de las Lamentaciones. Pero aquí no se trata de videncia ni me refiero al pensamiento mágico que puebla de sombras las esferas y convierte en palabras los enigmas de las figuras atrapadas en canas.

Basta mirar lo que hoy ocurre. Es suficiente leer un periódico para que los sentidos interroguen todo lo que fermenta en derredor de nuestra tibia ansiedad, de nuestra cólera apacible. Porque no hay filtros ni exorcismos contra lo que se gesta y se levanta.

Más tarde podríamos lamentar un perentorio olvido de las buenas costumbres o una exigencia desmedida por parte de los nuevos poderes. Nos pesará —y es evidente— no haber juzgado a tiempo que la contrición y el freno de nuestras iniquidades

podrían mitigar la combustión, la edad de fuego que ya se cierne sobre las ciudades culpables, culpableS porque dejaron en su saciedad que la miseria prosperata en los alrededores ya no eglógicos como aquellas acuarelas neoclásicas

-Arcadia azul que sin saberlo presagiaba menos irreales pastoreos

sino más bien airados parajes prontos a obedecer la chispa que encienda el pasto en su aridez y comunique el fuego al árbol y a los sembradíos que arruinó la ebriedad de creernos, por mandato de Dios, amos eternos,

hechiceros capaces de encadenar el mundo y ejercer saqueo impune y derechos feudales contra la muchedumbre inexpugnable (o en su caso la horda de la cual desertaron los bisabuelos mercaderes para cubrir las cicatrices con infusiones de oro y con parches heráldicos),

contra esa multitud que abre otra historia y ya en muy pocos sitios se mantiene reducida a la explosiva condición de rebaño que devora nuestras sobras y roe nuestras migajas,

en virtud de palabras como címbalos, musiquitas verbales electrónicamente amplificadas e imágenes que anegan con la proximidad del bienestar recintos donde llamea la miseria.

Seres entre dos aguas, marginales de ayer y de mañana: es esto lo que hicieron de nosotros. Elijamos la causa perdida -los trujamanes se hunden con su clase pero ¿cuál clase si nunca hable con ellos? Ciertamente, susurra el fariseo, no he conocido la abundancia pero en mi casa nunca faltó nada—

o bien la fundación del porvenir, y allí tal vez el fuego eterno nos espere a los tibios. Lo urgente en todo caso es alinearse en uno u otro lado porque ya en la batalla no se admite a los corresponsales de guerra que en su incoherente neutralidad pueden ir de una trinchera a otra sin problema.

La realidad destruye la ficción nuevamente. No me vengan con cuentos porque los hechos nos exceden, nos siguen excediendo, mientras versificamos nuestras dudas.

Y dispongan de mí según mis culpas. Por el momento nada me ampara sino la lealtad a mi confusión. Y todo lo que digo será empleado en mi contra. Ya no tengo respuestas pero asedio todas mis certidumbres; les pongo como si se tratara de murallas dos grandes signos de interrogación en el lomo.

(Podemos echarle la culpa de todo a la conquista, a tres infames siglos de colonia, pero si alguna lección puede darnos Cortés, recordemos como un deber de todo hombre quemar, para romper consigo mismo, sus naves.)

Será mejor, entonces, que detengamos por un momento el festín, amigos míos, y reintegremos a la basura los simulacros de catástrofe, la discusión acerca de fugaces poéticas —mesa redonda de los buitres en derredor de una osamenta— y despidamos el radiante estruendo de la música (muy pronto sonará como nuestra nostalgia) y olvidemos edenes y gehenas prefabricadas, todas nuestras teorías sobre el mal y el absurdo,

y pensemos en serio en todas las cosas que ya se avecinan.


Un defensor de la prosperidad
(enero 1967)

Dejó la moto
la chamarra de cuero
la navaja
Vistió uniforme de marine
Bombero universal en una época
en que el mundo está en llamas
Quiso apagar incendios con el fuego
Murió en la selva guerrillera
-un hombre
confiado en el vigor que da el Corn Flakes
y en las torvas palabras del texano



En lo que dura el cruce del Atlántico
(octubre 1967)

Fue como si tratara de alejarme,
de estar más Iejos cada vez del héroe.

Cegado por la luz del aeropuerto
vi en The Toronto Star
noticias vagas:
Rumor de que los ‘rangers’ lo cercaron.

Al descender en Amsterdam supimos,
v con hondo azoro incrédulo, el martirio
y el altivo final en una abyecta
noche de Sudamérica.

Y en Heathrow Airport el Times decía:
Ha comenzado la leyenda.
Y es cierto:

ellos le dieron muerte;
vida, los condenados de la tierra.



Última fase
(febrero 1968)

La historia es contagiosa:
         piensa en Nínive,
reflexiona en los persas,
         no te olvides
de cuanto viste en Roma:
         ningún imperio puede
durar mil años
         ni hay colonizados
que los aguanten.


Ser sin estar
(agosto 1968)

Te preguntas
si entre tantos desastres que no esperabas
mecanismos cuyo admirable funcionamiento desconoce
gérmenes afilados que fermentan
para matar al mundo
hombres que luchan por borrar al hombre
no serás ya un fantasma
o el último vestigio de un fantasma
o la sombra
de una especie extinguida
que interrumpe
con la mirada absorta e implorante
la abyecta procesión del matadero


Manuscrito de Tlatelolco*
(2 de octubre de 1968)

I

Lectura de los “Cantares mexicanos”.


Cuando todos se hubieron reunido,
los hombres en armas de guerra
fueron a cerrar las salidas,
las entradas, los pasos.
Sus perros van por delante,
los van precediendo.

Entonces se oyó el estruendo,
entonces se alzaron los gritos.
Muchos maridos buscaban a sus mujeres.
Unos llevaban en brazos a sus hijos pequeños.
Con perfidia fueron muertos,
sin saberlo murieron.
Y el olor de la sangre mojaba el aire.
Y el olor de la sangre manchaba el aire.

Y los padres y madres alzaban el llanto.
Fueron llorados.
Se hizo la lamentación de los muertos.
Los mexicanos estaban muy temerosos.
Miedo y vergüenza los dominaban.

Y todo esto pasó con nosotros.
Con esta lamentable y triste suerte
nos vimos angustiados.


En la montaña de los alaridos,
en los jardines de la greda,
se ofrecen sacrificios,
ante la montaña de las águilas
donde se tiende la niebla de los escudos.

Ah yo nací en la guerra florida,
yo soy mexicano.
Sufro, mi corazón se llena de pena;
veo la desolación que se cierne sobre el templo
cuando todos los escudos se abrasan en llamas.

En los caminos yacen dardos rotos.
Las casas están destechadas.
Enrojecidos tienen sus muros.
Gusanos pululan por calles y plazas.

Golpeamos los muros de adobe
y es nuestra herencia
una red de agujeros.

Esto es lo que ha hecho el Dador de la Vida
allí en Tlatelolco.


*Con los textos traducidos del náhautl por el Padre Ángel María Garibay


1968 (i)

Un mundo se deshace
nace un mundo
l a tinieblas nos cercan
pero la luz llamea
todo se quiebra y hunde
y todo brilla
cómo era lo que fue
cómo está siendo
ya todo se perdió
todo se gana
no hay esperanza
hay vida y
todo es nuestro



1968 (ii)

Acumulación de sonoridades, momento de las grandes palabras
en voz alta ante cámaras, micrófonos, multitudes, partidos.
Hora de tomar parte en la batalla.
Epoca heroica, edad homérica en que la vileza no borra la grandeza.
Página blanca, al fin, en que todo es posible: el futuro sin rostro en que
      el doloroso paraíso redesciende a este inundo,
o bien crece el infierno, es absoluto y sube
entre fragores de su inmóvil voracidad subterránea.



1968 (iii)

Piensa en la tempestad que lluviosamente lo desordena todo
      en jirones;
tributo para la tierra insaciable, elemental voracidad de un
      orbe que existe porque cambia y se trasmuta.
La tempestad es imagen de la guerra entre los elementos que
      le dan forma al mundo.
La fluidez lucha contra la permanencia; lo más sólido se deshace
      en el aire.
Piensa en la tempestad para decirte / que un lapso de la historia
      ha terminado.



II. Mira cómo son las cosas


Youth has an end: the end is here. It will never be.
You know that well. What then? Write it, damn you,
write it! What else are you good for?
              J. J. en Giacomo Joyce.



Homenaje a la cursilería

... Amiga que te vas:
quizá no te vea más.

       López Velarde


Dóciles formas de entretenerte, olvido:
recoger piedrecillas de un río sagrado
y guardar las violetas en los libros
para que amarilleen ilegibles.

Besarla muchas veces y en secreto
en el último día,
antes de la terrible separación;
a la orilla
del adiós tan romántico
y sabiendo
(aunque nadie se atreva a confesarlo)
que nunca volverán las golondrinas.



Alta traición

No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
       es inasible.
Pero (aunque suene mal)
       daría la vida
por diez lugares suyos,
       cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
       fortalezas,
una ciudad deshecha,
       gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
       montañas
—y tres o cuatro ríos.



Aceleración de la historia

Escribo unas palabras
                                        y al mismo
ya dicen otra cosa
                                significan
una intención distinta
                                        son ya dóciles
al Carbono 14
                         Criptogramas
de un pueblo remotísimo
                                             que busca
la escritura en tinieblas.



Ya todos saben para quién trabajan

Traduzco un artículo de Esquire
sobre una hoja impresa de Kimberley-Clark Corp.
en una antigua máquina Remington.
Corregiré con un bolígrafo Esterbrook.
Lo que me paguen
aumentará en unos cuantos pesos las arcas
de Carnation, General Foods, Heinz,
Colgate-Palmolive, Gillette
y California Packing Corporation.



Mundo escondido

Es el lugar de las computadoras
       y de las ciencias infalibles.
Ante mis ojos te evaporas
       —y creo en las cosas invisibles.



Declaración de Varadero
(En el centenario de Rubén Darío. 1967.)

La tortuga de oro marcha sobre la alfombra.
Va trazando en la sombra
un incógnito estigma
los signos del enigma
de lo que no se nombra.
Cuando a veces lo pienso,
el misterio no abarco
de lo que está suspenso
entre el violín y el arco.

                           R. D., Armonía

En su principio está su fin. Y vuelve a Nicaragua
para encontrar la fuerza de la muerte.
Relámpago entre dos oscuridades, leve piedra
que regresa a la honda.

Cierra los ojos para verse muerto.
Comienza entonces la otra muerte, el agrio
batir las selvas de papel, torcer el cuello
al cisne viejo como la elocuencia;
incendiar los castillos de hojarasca,
la tramoya retórica, el vestuario:
aquel desván llamado “modernismo”.
Fue la hora / de escupir en las tumbas.

Las aguas siempre se remansan.
La operación agrícola supone
mil remotas creencias, ritos, magias.
Removida la tierra
pueden medrar en ella otros cultivos.
Las palabras / son imanes del polvo,
los ritmos amarillos caen del árbol,
la música deserta / del caracol
y en su interior la tempestad dormida
se vuelve sonsonete o armonía,
municipal y espesa, tan gastada
como el vals de latón de los domingos.

Los hombres somos los efímeros,
lo que se unió se unió para escindirse
—sólo el árbol tocado por el rayo
guarda el poder del fuego en su madera,
y la fricción libera esa energía.

Pasaron, pues, cien años:
ya podemos
perdonar a Darío.



Envidiosos

Levantas una piedra y los encuentras:
ahítos de humedad
pululando.



Nuevamente Darío

Oscuridades del bajorrelieve,
figura maya,
y de repente,
como-una-flor-que-se-desmaya
(tropo Art Nouveau y adolescente)
el Cisne de ámbar y de nieve.



Crítica de la poesía

He aquí la lluvia idéntica y su airada maleza...
La sal, el mar deshecho...

Se borra lo anterior, se escribe luego...
Este convexo mar, sus migratorias
y arraigadas costumbres

ya sirvió alguna vez para hacer mil poemas.
(La perra infecta, la sarnosa poesía,
risible variedad de la neurosis,
precio que algunos pagan
por no saber vivir.
La dulce eterna, luminosa poesía.)

Quizá no es tiempo ahora:
nuestra época
nos dejó hablando solos.



To grow old

Sobre tu rostro
                           crecerá otra cara
de cada surco en que la edad
                                                    madura
y luego se consume y
                                      te enmascara
y hace que brote
                             tu caricatura



Crónica de Indias

... porque como los hombres no somos todos
muy buenos...

                               Bernal Díaz Del Castillo


Después de mucho navegar por el oscuro océano amenazante
encontramos
tierras bullentes en metales, ciudades
que la imaginación nunca ha descrito, riquezas,
hombres sin arcabuces ni caballos.

Con objeto de propagar la fe
y quitarlos de su inhumana vida salvaje,
arrasamos los templos, dimos muerte
a cuando natural se nos opuso.
Para evitarles tentaciones
confiscamos su oro;
para hacerlos humildes
los marcamos a fuego y aherrojamos.
Dios bendiga esta empresa
hecha en su nombre.



Dichterliebe

La poesía tiene una sola realidad: el sufrimiento.
Baudelaire lo atestigua, Ovidio aprobaría
afirmaciones semejantes.
Y esto por otra parte garantiza
la supervivencia amenazada de un arte
que pocos leen y al parecer
muchos detestan,
como una enfermedad de la conciencia, un rezago
de tiempos anteriores a los nuestros
cuando la ciencia cree disfrutar
del monopolio eterno de la magia.



Vanagloria o alabanza en boca propia

A pulso           a fuerza          infatigablemente
         o sin prisa ni pausa
he conquistado para siempre un sitio
         a la izquierda del cero
El absoluto cero          el más rotundo
         irremontable          resbaloso cero
Obtuve un buen lugar en la otra fila
         junto a los emigrantes expulsados
de la posteridad
         Y ésta es la historia



Job 18:2

¿Cuándo terminaréis con las palabras?
Nos pregunta
en el Libro de Job
Dios —o su escriba.

                 Y seguimos puliendo, desgastando
                 una idioma ya seco;

experimentos
—tecnológicamente deleznables-

                 para que brote el agua
                 en el desierto.



El Emperador de los cadáveres

El Emperador quiere huir de sus crímenes
pero la sangre no lo deja solo.
Pesan los muertos en el aire muerto
y él trata
               siempre en vano
                                            de ahuyentarlos.

Primero lograrían borrar
con pintura la sombra
que a mediatarde
proyecta el cuerpo del emperador
sobre los muros del palacio.



Disertación sobre la consonancia

Aunque a veces parezca por la sonoridad del castellano
que todavía las frases andan de acuerdo con el metro;
aunque parta de ella y la atesore y la saquee,
lo mejor que se ha escrito en el medio siglo último
nada tiene en común con La Poesía, llamada así
por académicos y preceptistas de otro tiempo.
Entonces debe plantearse a la asamblea una redefinición
que amplíe los límites (si aún existen límites),
algún vocablo menos frecuentado por el invencible desafio
de los clásicos. Una palabra, pocas sílabas,
un nombre, cualquier término (se aceptan sugestiones)
que evite las sorpresas y cóleras de quienes
—tan razonablemente— ante un poema dicen:
“Esto ya no es poesía”.



Autoanálisis

He cometido un error fatal
—y lo peor de todo
es que no sé cuál.



No me preguntes como pasa el tiempo

En el polvo del mundo se pierden ya mis huellas;
me alejo sin cesar.
No me preguntes como pasa el tiempo.

           Liu Kiu Ling (Trad. de Marcela de Juan)


A nuestra antigua casa llega el invierno
y cruzan por el aire las bandadas que emigran.
Luego renacerá la primavera,
revivirán las flores que sembraste.
Pero nosotros
ya nunca más veremos
ese dulce paraje que fue nuestro.



Status Quo

Tengo que rebelarme ante mi sumisión
y someterme ante mi rebeldía.
Las aguas estancadas me miran fijamente:
piden que les revoque la compuerta.
Lo hago.
Y la piedad no alcanza su entumecimiento,
su triste analogía con la mula / que
rompió el círculo vicioso de la noria
creyó ganar la libertad
—y siguió dando vueltas.



Those were the days

Como una canción que cada vez se escucha menos
       y en menos estaciones y lugares,
como un modelo apenas atrasado que tan solo se encuentra
       en cementerios de automóviles,
nuestros mejores días han pasado de moda
       y ahora son
       escarnio del bazar,
       comidilla del polvo
       en cualquiet sótano.




III. Postales/conversaciones/epigramas

E inútil es que los naturales de la Nueva España
traten de vivir en la Europa, porque siempre estarán
con los ojos fijos de la memoria en su tierra...
        En una carta de Don Sebastián de Toledo,
         Marqués de Mancera, Virrey de México.


Alma mía, suave cómplice:
       no se hizo para nosotros la sintaxis de todo el mundo,
       ni hemos nacido, no, bajo la arquitectura de los Luises de Francia.
                                                                                                   ALFONSO REYES



“Venus Anadiomena” por Ingres

Voluptuosa Melancolía:
en tu talle mórbido enrosca
el Placer su caligrafía
y la Muerte su garabato,
y en un clima de ala de mosca
la Lujuria toca a rebato.

                           López Velarde


No era preciso eternizarse, muchacha;
pero tu desnudez llega a este siglo
desde un amanecer interminable;
y tu cuerpo, invento de la luz
que se diría
hondo rocío marítimo, surgido
de las verdosidades más azules.

Eres continuamente la derrota
de la ceniza bíblica y la lúgubre
enseñanza de sal judeocristiana
para el rumor ardiendo en el linaje
del cual hibridamente descendemos.

Ingres clausura el pudridero, la amarga
obligación de envejecer —porcina
aunque devotamente sollozando.
Y una moda ya opaca: la perversa
inocencia de ninfula, renueva
la visión de tu carne perdurable,
opuesta a Valdés Leal, Goya, Quevedo.

Y aparta con respeto la Ceniza,
la Iniquidad, el Quebranto, la Tiniebla
—rencorosas palabras donde gimen
nuestro procaz idioma y nuestras culpaspara
que el mar se hienda
y el milagro,
la partición atónita del agua,
se repita en las playas conciirridas
por persona decentes.



El ajusco

Roca heredada de un desastre
      el fuego
erigió su sepulcro
y ronda el valle
su resplandor de musgo
entre la inerme
                                            transparencia elegíaca /

en él yacen los años
      se diría
que nunca se ha movido de su sitio
hosco e inalterable a las metáforas
“guardián de la ciudad”
                                         “vigía”
“testigo”
              o padre de lo inmóvil /



Escolio a Jorge Manrique

La mar
             no es el morir
                            sino la eterna
                                               circulación de las
                                                                         transformaciones



La experiencia vivida

Estas formas que veo al lado del mar
y engtndran de inmediato
asociaciones metafóricas
¿son instrumentos de la Inspiración
o de falaces citas literarias?



Copos de nieve sobre Wivenhoe

Entrecruzados
                                 caen
se aglomeran
                                 y un segundo después
se han dispersado
                                 caen y dejan caer
a la caída
Inmateriales
                                 astros
intangibles
                                 infinitos
planetas en desplome



Los fantasmas de Tottenham Court Road

Los ruidos
las maderas
los silencios
repentinos del alba...

Todo era
ptopicio a su regreso.

Se asomaron,
se vieron entre sí
transparentándose
—y se fueron muy tristes
al encontrarlo todo tan cambiado.



La lluvia

la                              la
lluvia                       suficiencia
en                            disciplinado
cierto                      orgullo
modo                      buen
es                            carácter
la                            contención
serenidad             y otras veces desmesura



Digamos que Amsterdam 1943

El agua vuelve al agua.
Qué inclemente
caer de lluvia sobre los canales
en la mañana inerme.
Y a lo lejos
un silbato de fábrica.
Entre sábanas, roto, envejeciendo,
está el periódico:
la guerra continúa, la violencia
incendia nuestros años.
Bajo tu cuerpo y en tu sueño duermes.
¿Qué será de nosotros, cuándo y dónde
cegará nuestro amor el tajo, el fuego?
Se escucha la respuesta:
están subiendo.
Me voy, no te despiertes:
los verdugos
han tocado a la puerta.



Goethe: Gedichte

Orbes
           de
               música
                            verbal /
                                         silenciados
                                                              por
                                                                    mi
                                                                         ignorancia
                                                                                            del
                                                                                                 idioma



Tierra

       La honda Tierra es
la suma de los muertos.
       Carne unánime
de las generaciones consumidas.

       Pisamos huesos,
sangre seca,
       heridas,
invisibles heridas.

       El polvo
que nos mancha la cara
       es el vestigio
de un incesante crimen.



Kristiansand

Desembarcamos al atardecer.
Diluviaba.
Nunca estuvo tan gris el Mar del Norte.
Pero obstinada en recobrar la sal,
la lluvia,
a grandes rasgos,
me contaba su historia.



Tuner’s landscape

Hay demasiada primavera en el aire.
El excesivo fasto
augura la pobreza. Nadie puede
guardar unos segundos de esta tarde
para alumbrarse en el invierno
(ya oigo la impugnación de las hormigas).
El campo de Inglaterra es un jardín
ilimitado. Quién
escandalizará a tanta inocencia
diciendo qué le espera:
en el otoño sequedad,
y ventisca
en el invierno funerario.



Litografía del río a su paso por Wivenhoe

                            Bajo el calor los bosques recuperan
la unidad del principio,
                            aquel momento
en que todo era todo
                            y fue apartándose
para dar vida a cada cosa viva.

                            Bajo el calor brillaba inmensamente
la cicatriz del viento sobre el agua.
                            El río pareció por un instante
desandar su camino:
                            el mar desembocaba en una fuente;
tierra y cielo eran líquidos vapores:
                            humos y humus komo en el origen.

                            Bajo el calor el vaporoso río
torna incesantemente al no volver.



Rondó 1902

Calles de niebla y longitud de olvido
Tibia tiniebla en donde todo ha sido
verdor salobre y avidez impune
Hora de cobre que al partir reúne
calles de niebla y longitud de olvido
tibia tiniebla en donde todo ha sido
verdor salobre y avidez impune



Île Saint-Louis

Desde el balcón
el Pont de la Tournelle

Una muchacha se detiene y mira

Fluye el Sena
Desgarrado un instante por la isla
corre al encuentro de sus mismas aguas

Aguas de musgo verde
verdes aguas
con el verdor
de miles de veranos

La muchacha se aleja
se extravía
se pierde de mis ojos
para siempre

Arde la misma rosa en cada rosa
El agua es simultánea y sucesiva
El fumo ha pasado
El tiempo nace
de alguna eternidad que se deshiela



Venecia

Cada golpe de agua provocado por los motores
hunde un poco más a Venecia.
                                De una crónica en Excélsior


Venecia es una trampa:
fue inventada
por Antonio Canale
II Candetto
con el único objeto de otorgarle
una apariencia sólida a sus cuadros.

Negación de Lepanto: cada piedra
es oriental / y floreció en Bizancio.

Todo lo unido tiende a separarse:
los islotes regresan a la laguna.
El agua la esculpió
y hoy la destruye.

En su agonía romántica desciende
al barro original.
Perla en el lodo,
joya entre muladares subacuáticos,
víctima del motor fuera de borda.



Pompeya

Qui su l’arida schiena
Del formidabil monte
Sterminator Vesevo...
GIACOMO LEOPARDI, La ginestra


La tempestad de fuego nos sorprendió en el acto
de la copulación.
No fuimos muertos por el río de lava.
Nos ahogaron los gases; la ceniza
nos sirvió de sudario. Nuestros cuerpos
continuaron unidos en la roca:
petrificado espasmo interminable.



Conversación romana

Oremos por las nuevas generaciones
abrumadas de tedios y decepciones;
con ellas en la noche nos hundiremos...
                                 AMADO NERVO (1896)


There is something sneaky about us. It is almost
as if were determinated to come and go without
leaving a footprint. It is fitting that this should
be the generarion for which total annihilation is
at least feasible.
                                                            RUSSELL BAKER


En Roma aquel poeta me decía:
—No sabes cuánto me entristece verte
escribir prosa efímera en periódicos.

Hay matorrales en el Foro. El viento
unge de polvo el polen.

Ante el gran sol de mármol Roma pasa
del ocre al amarillo,
el sepia, el bronce.

Algo se está quebrando en todas partes.
Se agrieta nuestra edad.
Es el verano
y no se puede caminar por Roma.
Tanta grandeza avasallada. Cargan
los coches contra el hombre y las ciudades
Centurias y falanges y legiones,
proyectiles o féretros,
chatarra,
ruinas que serán ruinas.

Hay hierbas,
adventicias semillas en el mármol.
Y basura en las calle sin memoria:
cartulinas papeles hojalata.
Círculo del consumo: la afluencia
se mide en la basura.

Hace calor. Seguimos caminando.
No quiero responder
ni preguntarme
si algo escrito hoy
dejará huellas
más profundas que el polen en las ruinas.

Acaso nuestros versos duren tanto
como un modelo Ford 69
(y muchísimo menos que el Volkswagen).



Mejor que el vino

Quinto y Vatinio dicen que mis versos son fríos.
Quinto divulga en estrofas yámbicas
los encantos de Flavia. Vatinio canta
conyugales y grises placeres.
Pero, yo Claudia,
no he arrastrado tu nombre por las calles y plazas de Roma,
y el pudor y la astucia me obligan
a guardar tales ansias para sólo tu lecho nocturno.



José Ortega y Gasset contempla el viento

Son estos unos pensamientos de El Escorial, durante una fiesta de Resurrección... Mientras que por materia entendemos lo inerte, buscamos con el concepto de espíritu el principio que triunfa de la materia, que la mueve y agita, que la informa y la transforma y en todo instante pugna contra su poder negativo, contra su trágica pasividad. Y, en efecto, hallamos en el viento una criatura que, con un mínimo de materia, posee un máximo de movilidad: su ser es su movirniento, su perpetuo sostenerse a sí mismo, trascender de sí mismo, derramarse más allá de sí mismo. No es casi cuerpo, es todo acción: su esencia es su inquienid. Y esto es de uno u otro modo, en definitiva, el espíritu: sobre la mole muerta del universo una inquietud y un temblor.
       La vida en torno: Muerte y resurrección.
       EL ESPECTADOR, II, 1917.


El Escorial inerte.
El viento pugna
por quebrantar su trágica molicie.
Su ser es movimiento,
es su perpetuo
sostenerse a sí mismo,
derramarse
más allá de sí mismo.
No es casi cuerpo.
Su esencia es su inquietd.
Y esto de un modo u otro
es el espíritu.


Ortega piensa,
entrecierra los ojos.
Buenas frases
con su comndidad tan castellana,
el prodigioso idioma que un día fue,
como el latín, lengua imperial del mundo
(¿o metafisiqueos, suspirillos germánicos?)

El Escorial inerte.
El rey Felipe
convirtió el monasterio en su parrilla
y dejó que lo asaran los gusanos
—suerte mejor que disponer del mundo.

Molicie de la mole
o bien escoria
que es lo que deja tras de sí la historia.
Molicie de la historia,
una mole de escoria,
molicie de la escoria.

Ortega piensa.
Su esencia es su inquietud,
no es casi cuerpo.


La materia despliega sus poderes,
sin pausa se transforma
y se da forma.
Inventa el mundo en que medita Ortega,
materializa en letras tanta tinta
—suerte mejor que disponer del mundo.



Dificultades para decir la verdad

Practican el amor debidamente
Hacen versos de fuego y los envían
a sus dulces amigas del convento

Y cuando el Santo Oficio los sorprende
hablan de la Levitación
y la Unión Mística
entre Cristo y la Iglesia.




IV. Los animales saben

...les bêtes savent
SAMUEL BECKETT, Comment c’est



Discurso sobre los cangrejos

En la costa se afirma que los cangrejos
son animales hechizados
y seres incapaces de volverse
para mirar sus pasos.

De las tercas marea aprendieron
la virtud del repliegue,
el ocultarse
entre rocas y limo.

Caminantes oblicuos
en la tenacidad de sus dos pinzas
sujetan el vacío que penetran
sus ojillos feroces como cuernos.

Nómades en el fango o habitantes
en dos exilios:
extranjeros
ante los pobladores de las aguas
y ante los animales de la tierra.

Trepadores nocturnos,
armaduras errantes,
hoscos y eternamente fugitivos
que van rehuyendo la inmortalidad
en imposibles círculos cuadrados.

Su frágil caparazón
incita al quebrantamiento,
al pisoteo.

(Hércules vengó así la mordedura,
y Juno que lo envió contra este obsceno
personaje de feria,
contra este charlatán de la edad heroica,
para retribuirlo situó a Cáncer
entre los doce signos del Zodíaco,
a fin de que sus patas y tenazas
encaminen al sol por el verano
—el tiempo en que germinan las semillas.)

Ignoro en cuál momento dio su nombre
a ese tumor que rompe los tejidos
y aún al comenzar el final tercio
del siglo veinte
permanece invencible
y basta su mención
para que el miedo
cruce el rostro
de todos los presentes.



Indagación en torno del murciélago

Los murciélago no saben una palabra de su prestigio literario.

Con respecto a la sangre, les gusta la indefensa de las vacas: útiles señoronas incapaces de fraguar un collar de ajos, una estaca en el pecho, un crucifijo o una bala de plata;

pues tan solo responden a la broma sangrienta, al beso impuro (trarmisor de la rabia y el derrengue, capaz de aniquilar al matriarcado)

mediante algún pasivo coletazo que ya no austa ni siquiera a los tábanos.

Venganza por venganza, los dueños del ganado se divierten crucificando al bebedor como si fuera una huraña mariposa excesiva.

El murciélago acepta su martirio y sacraliza el acto de fumar el cigarrito que indecorosamente cuelgan de su hocico, y en vano trata de hacer creer a sus perseguidores que han mojado sus labios con vinagre.

Oí opinar con suficiencia que el murciélago es un ratón alado, un deforme, un monstruito, un mosquito aberrante, como aquellas hormigas un poco anómalas que rompen a volar cuando vienen las lluvias.

Algo sé de vampiros, aunque ignoro todo lo referente a los murciklagos (la pereza me impide comprobar su renombre en cualquier diccionario).

Obviamente mamífero, me gusta imaginarlo como un reptil neolítico hechizado,

detenido en el tránsito de las escamas al plumaje, en su ya inútil voluntad de convenirse en ave.

Por supuesto es un ángel caído, y ha prestado sus alas y su traje (de carnaval) a todos los demonios.

Cegatón, niega al sol y la melancolía es el rasgo que define su espíritu.

Arracimado habita las cavernas y de antiguo conoce los deleites e infiernos de la masa.

Es probable que sufra de aquel mal llamado por los teólogos acidia

—pues tanto ocio engendra hasta el nihilismo y no parece ilógico que gaste sus mañanas meditando en la profunda vacuidad del mundo,

espumando su cólera, su rabia ante lo que hemos hecho del murciélago.

Ermitaño perpetuo, vive y muere de pie y hace de cada cueva su tebaida.

El hombre lo confina en el mal y lo detesta porque comparte la fealdad viscosa, el egoísmo, el vampirismo humano; recuerda nuestro origen cavernario y tiene una espantosa sed de sangre.

Y odia la luz
que sin embargo un día
hará que arda en cenizas la caverna.



El espejo de los enigmas: los monos

The monkey is an organized sarcasm upon
the human race.
                                   HENRY WARD BEECHER


Cuando el mono te clava la mirada
estremece pensar
si no seremos
su espejito irrisorio
y sus bufones.



Tratado de la desesperación: los peces

Siempre medita el agua del acuario
piensa en el pez salobre
                                     y en su vuelo
reptante
breves alas de silencio
el entrañado en penetrables / líquidos
pasadizos de azoque
                                    en donce hiende
su sentencia de tigre
                                    su condena
a claridad perpetua
                                  o ironía
de manantiales muertos tras dormidas
corrientes de otra luz
                                     claridad inmóvil
aguas eternamente traicionadas
o cercenado río sin cólera
que al pensar sólo piensa en el que piensa
cómo hundirse en el aire
                                             sus voraces
arenales de asfixia
                                 ir hasta el fondo
del numeroso oleaje que rodea
su neutral soledad
                                por todas partes.



Mosquitos

Nacen en las pantanos del insomnio.
Son negrura viscosa que aletea.
Vampiritos inermes,
sublibélulas,
caballitos de pica
del demonio.



Los grillos (defensa e ilustración de la poesía)

Recojo una alusión de los grillos:
su rumor es inútil,
no les sirve de nada
entrechocar sus élitros.
Pero sin la señal indescifrable
que se trasmiten de uno a otro,
la noche no sería
(para los grillos)
noche.



Siempre que veo elefantes pienso en
las guerras púnicas y especialmente
en la Batalla de Zama


Observa su estructura casi de templo.
Su tolerancia suele tener un límite.
Su dignidad ofendida estalla de pronto.

Pregúntaselo a Aníbal: los elefantes,
los propios elefantes cartagineses,
vencieron a Cartago.

Así pues, de no ser por los elefantes
no existiría esta página
(tampoco
la lengua castellana
ni Occidente).



Biología del halcón

Los halcones son águilas domesticables
Son perros
de aquellos lobos
Son bestias de una cruenta servidumbre


Viven para la muerte
Su vocación es dar la muerte
Son los preservadores de la muerte
y la inmovilidad


Los halcones verdugos policías
Con su sadismo y servilismo ganan
una triste bazofia compensando
nuestra impotente envidia por las alas



Fragmento de un poema devorado
por los ratones


Comunidad de ritos primitivos
los ratones adoran las tinieblas.
De noche se les ve
feroces, siempre huyendo.
Incisivos, hambrientos, enfrentados
a la persecución, al ocultarse.
Siempre al acecho de quien los acecha...



Preguntas sobre los cerdos
e imprecaciones de los mismos


¿Existe otro animal que nos dé tanto?
       GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS


¿Por qué todos sus nombres son injurias?:
puerco marrano cerdo cochino chancho.
Viven de la inmundicia, comen, tragan
(porque serán comidos y tragados).
De hinojos y de bruces roe el desprecio
por su aspecto risible, su lujuria,
sus temores de obsceno propietario.
Nadie llora al morir más lastimero
interminablemente repitiendo:
y pensar que para esto me cebaron,
qué marranos qué cerdos qué cochinos.



Leones

Como los cortesanos de Luis XV
huelen mal
y veneran la apariencia.

Viven de su pasada gloria, el estruendo
que en pantallas crecientes
les dio el cine.

Reyes en el exilio
no parecen
odiar el cautiverio.

Traen el show en la sangre.
Son glotones,
mantenidos y ociosos
que consumen
la proletaria carne del caballo

(otra vida de esfuerzos que termina
arrojada a los leones).



Álbum de zoología

Mirad al tigre:
       su altiva pose de vanidad satisfecha,
dormido en sus laureles / gato persa
       de algún dios sanguinario.
Y esas rayas / que encorsetan su fama.
       Allí echadito
como estatua erigida a la soberbia,
       un tigre de papel / el desdentado
tigre de un álbum de niñez / Ociosa
       en su jubilación
la antigua fiera / de rompe y rasga
       sin querer parece
el pavoreal de los feroces.



Escorpiones

El escorpión atrae a su pareja
y aferrados de las pinzas se observan
durante un hosco día o una noche
anterior a su extraña cópula
y el término
del encuentro nupcial:
sucumbe el macho
y es devorado por la hembra
—la cual (dijo el Predicador)
es más amarga que la muerte.




V. Aproximaciones

Imitación de James Agee

En la aridez del Valle brotan flores
a veces encajadas
entre la piedra

Este año
la primavera ardió baju el invierno
se difundió indebidamente como un secreto
atravesó materias que en rigor
no le pertenecían

Y a la orilla
de la autopista
en un claro del bosque
o bajo un puente
los elegidos se contemplan
dulcemente
a los ojos

En el interior de un Volkswagen
o de un Renault
los besos
la mano que dibuja los senos
como si renovara
la invención de la carne

Tanta inocencia y tanto amor
son dignos
                   de ser eternos

pero no hay esperanza y
toda dicha encadena y
todo goce obliga y
la seda más sutil
                              estrangula

¿Por qué lo que comienza ahora
tiene que terminar en:

pleitos sentados a la mesa
gritos en la cocina
no dirigirse la palabra
psiquiatras
Buzón Sentimental
Cuénteme su Problema
Las Lectoras Preguntan

o repasar mosaicos
del corredor
                      en viejos hospitales
cenas para los jefes
reproches
llantos en cuartos separados
televisión inapagable
seguros

Semana Santa en Acapulco
tolerante desprecio compartido
irrisión de los hijos
rectificaciones en voz alta
de palabras mal pronunciadas

tranquilizantes
úlceras
somníferos
y Navidades infernales
reuniones
                 de compañeros de trabajo
tintes para el cabello cremas
que oculten las arrugas
cáncer
           que es fruto del desconsuelo

cuerpos desiertos en el lecho sin nadie
cirios alfombra verde y el descenso
mediante juegos de correas
puñaditos de tierra sobre el féretro
lívidos convidados
larvas viscosas
incisivas intrusas
amigos que hablan de futbol
nietos que leen
los nombres de otras tumbas
previstos cotidianos anaqueles
de un ciego horror?



De una sátira de Ben Saraf*

En tu casa celebras
veladas musicales perfectas.
Pongámonos de acuerdo:
cantan las moscas,
tocan la flauta los mosquitos,
danzan las pulgas.


* Sobre el texto de Emilio García Gómez


Giorgos Seferis*

1

A medida que escribo
la tinta disminuye
pero el mar
se incrementa.


2

Esta columna
tiene un hueco
¿ves a la Reina de los Muertos?


3

Ya no anheles el mar
ni el velldn del oleaje
dando impulso
a las embarcaciones.
Bajo el cielo
nosotros somos peces
y los árboles son
algas marinas.


* Sobre la traducción de Rex Warner


Adelaid Crapsey: Susana y los viejos

—¿Por qué intentáis dañarla
en esa forma?
—Por ser hermosa y delicada
¿no basta??



Carl Sandburg: Niebla

Con silenciosos pies de gato
llega la niebla.
Mira sentada el puerto y la ciudad
y luego se levanta y se retira.



Charles Tomlinson: Teoría de la regresión

En un domingo
siete toros: corrida
para la multitud, carroña
para el destazadero.
¿Y desciendes a esto
—dijo Artaud—
tú que empezaste
sacrificando humanos?



Malcolm Lowry

tras la publicación de Bajo el volcán


Es un desastre el éxito. Más hondo
que N casa entre llamas consumida,
el estruendo de ruinas y el desplome
ante el que asiste inerme a su condena.

Y la fama destruye como un ebrio
la morada del alma y te revela
que tan solo por ella trabajaste.
Ah, que nunca me hubiera traicionado
el triunfo con besarme, y la tiniebla,
la caída y zozobra permanezcan
a mi lado y me cubran para siempre.



Rilke y Keats

Ayúdenme a escribir
Abran las puertas
que hasta el orden conducen
Y rescaten mi alma
De esta jaula
En que mi voluntad
Brama entre rejas



Epitafio

Malcolm Lowry
Un paria del Bowery
Su prosa retórica
Fue vehemente y lírica
Vivió por las noches
Bebió todo el día

Y murió tocando el ukelele



Michael Dransfield: Mar

Sabes mal. Y devoras
a las embarcaciones.
Por ti
los hombres quedan
aislados,
desolados.
Pero tienes
la más sutil belleza.



Robert Lowell: Los dos muros

Un muro blanco se enfrenta a un muro negro
en algún lado y
mutuamente se despiertan. Cada uno
arde en el resplandor tomado al otro —
los muros, ya despiertos, han de seguir hablando
sus colores parecen semejantes, dos matices del blanco,
cada uno viviendo en la sombra del otro.
Qué sutiles son estas distinciones cuando ya no podemos elegir.
Ante tal vengador Don Juan debió desenvainar la espada.
Dos que pactan, blanco, muros de piedra —
su búsqueda de la dicha y su coincidente...
En este punto de la civilización, este punto del mundo
la única cornpaiíia satisfactoria imaginable
es la muerte
—esta mañana, un nudo en la garganta, yazgo aquí,
penosamente respirando el alma
de Nueva York.

{Abril 8, 19681}



De la “Décima Sátira” de Juvenal

...Devorados por la paz, queremos
ser devorados por la guerra.
El orador se ahoga en sus discursos,
los gladiadores mueren
por su eficacia en dar la muerte.
Aun más asfixiante es la riqueza
de aquellos que acumulan
fortuna tras fortuna,
y como la ballena del Atlántico,
por un instante sobresalen
junto al delfín
—y mueren...



Tom Raworth: Los otros

ella sin decir nada
se reclinó en el puente       el viento
aullaba en mis oídos       una pausa
entre el caer del elepé
y la música

polvo       viento       las calles
entrando en las tinieblas
caminamos
alguien tocaba el piano
en algún cuarto

oh
dijo su madre un
señor Dante
te llamó
               Beatrice



Edward Dorn: Tesis

         Sólo lo ilegítimo es hermoso y sólo
     lo bueno prolifera sólo lo ilegítimo
         oh Aklavik sólo tú eres hermosa
Ah Aklavik tu calle mayor ha muerto sólo
     lo dañado es hermoso sólo
lo abandonado tiene vida hecha de noche eterna
         insuperable
sólo Aklavik es vida dentro de la vida sólo Aklavik
         es vida dentro de sí misma.
         ¿Adónde fueron quienes caminaban
por estas calles que arrasó la vida?
         En el Hemisferio Norte está la vida
dando vueltas en torno de
         las radicales del dolor profundo
     y la inmensa alegría
         los polos de la vida pura se mueven en el círculo
         de nuestro Norte, oh Aklavik sólo
     los parias y los que se abandonan a la noche
                  son impecables,
         sólo los impecables han caído sólo
                  los caídos son Hijos del Sol
         sólo ellos van hacia Occidente
    sólo ellos son los esperados
en el virgen calor
         por aquellos que aguardan fervorosos
a las criaturas del Oriente, sólo Aklavik,
         nuestra Aklavik es Norte
     y agradable, siempre abandonada y tenebrosa
                  mas su deformidad
nos ilumina.
El puro miedo compele a Inuvik, su expendio de licores
         levanta las tinieblas
     por la rotación de un falso verano.
     Los hijos del Sol nunca irán hacia Inuvik
con pies sangrantes, mediomuertos de hambre
                  o sufriendo la absoluta intrusión
         de cualquier alimento oh Aklavik, vomitan
     en tus remotas intolerablemente oscuras calles
         que corren antisépticamente hacia la soledad
y si las moscas, necias castañuela, habitan en el delta
                  de Inuvik, en ti Aklavik
                         en torno tuyo
                     las moscas forman coro
                         y escudo crítico
                  de inflexible lujuria
          sólo en el hielo eterno
                         está la nueva casa
                  de los Hijos del Sol
                        en cuya desnudez
     el deseo no es deseo
                                 y en cuya hermosura
                  arde la llama de la nieve roja
                  cien metros honda
     en sus moradas frágiles
                         el estremecimiento
                  del invierno total
     y el contrahecho Sol
                         baña a sus Hijos.



Apéndice: cancionero apócrifo

Hoy es siempre todavía... Ayer es nunca jamás
                                                  ANTONIO MACHADO



O que penso eu do mundo?
Sei lá o que penso do mundo!
     FERNANDD PESSOA / ALBERTO ULEIRO,
     O guardador de rebanhos



Julián Hernández (1893-1955)

Nació en Saltillo, Coahuila, de padre español y madre norreamericana. A los veinte años se incorporó al ejército de Venustiano Carranza e hizo la campaña de Occidente con Álvaro Obregón. Ascendió a coronel y en la batalla de Trinidad (1915) recibió cuatro heridas durante una carga de la caballería villista. Perdió un ojo y el movimiento del brazo izquierdo. Terminó la carrera de abogado y ejerció en la ciudad de México hasta el año de su muerte. Cónsul en Londres entre 1929 y 1931, fue separado del cargo por su incontrolable dipsomanía. Su mal carácter lo enemistó con todos los grupos y generaciones literarias. De su arbitrariedad y resentimiento queda testimonio en los artículos aparecidos de 1932 a 1954 en El Universal. Autor de varios libros y folletos profesionales o políticos (El Estado y el Derecho: apreciaciones críticas sobre las teorías de Hans Kelsen, Madrid, 1932; Aspectos jurídicos de la refoma agraria, 1937; De cómo y por qué es ilegal y nociva la expropiación petrolera, 1938; Esta guerra y la otra: los errores de Mr. Wilson y las mentiras del presidente Roosevelt, 1944; Trayectoria revolucionaria del General Miguel Henríquez Guzmán, 1946; Crisis de la Justicia mexicana, 1947; El gran fraude con los terrenos de Acapulco, 1951; La verdad sobre el régimen de Miguel Alemán, 1953), Julián Hernández publicó también una olvidada Antología de los nuevos poeta ingleses (ediciones de la revista México Moderno, 1922) y dos breves colecciones de poemas: Por los jardines que el silencio baña (Monterrey, 1919) y Legítima defensa (Impresora Juan Pablos, 1952) con prólogo de Henrique González Casanova y un retrato del autor debido a Max Aub. Como era de esperarse, los epigramas de Legítima defensa no fueron mencionados en ningún periódico; sin embargo tienen el interés o el valor de no parecerse a nada de lo que por entonces se escribía entre nosotros. Intentan y a veces logran expresar poeticamente la visión de un outcast, la amargura sarcástica de un perpetuo excluido que contempla la vida literaria —y la vida tout court— con quebrantada y a la postre estéril ironía. Aunque sus alusiones a personajes y acontecimientos de la época hoy ya no se entienden, es comprensible el silencio que ha rodeado a Legítima defensa (la edición de quinientos ejemplares aún se encuentra en las viejas librerías), nimia curiosidad de la literatura mexicana que tal vez no sea del todo inútil rescatar.

Legítima defensa

If learned critics publicly deride
My verse, well, let them.
Not for them I wrought.
One day a man shall Iive to share my thought
For time is endless and world is wide.
    Del Bhavabhuti, traducción de John Brough


1

Murió el Sainte-Beuve de nuestra aldea.
Los herederos remataron los libros del Gran Crítico.
Fui por curiosidad a la subasta.
Encontré mis obras dedicadas e intonsas.
Su vejamen de mi poesía se ha vuelto clásico.
Por su opinión me han excluido eternamente
de panoramas, antologías, historias, revisiones.
Abro la puerta, adiós, y me despido:
¡Descansa en paz, Lector infatigable!
(1939)



2

Vivieron a la moda.
Fueron toda su vida de vanguardia.
Atacaron lo viejo.
Y recordé sus nombres
al leer esta tarde en el periódico
que la Academia celebró en pasados días
a sus Miembros de Número difuntos.
(1951)



3

No podría decir mi antagonista
o mi rival o mi enemigo:
sólo un contemporáneo.
Nos saludamos levemente.
Cada uno en el otro ve a distancia
cómo y con qué vértigo envejece
nuestra generación;
cómo el estilo
que creímos eterno,
ya es historia,
pasado impopular,
freno y obstáculo
ante los jóvenes que
—si reparan en nosotros—
nos dedican
una risita
O un sarcasmo.
(1937)



4

Dijo Samuel (quizá sin darse cuenta
de que estaba citando):
“Escribo para ser admirado
en el año 2000 y mis palabras
quedarán para siempre en la memoria
de las generaciones”.

Sed de inmortalidad.
Miré hacia afuera:
en el jardín luchaba alguna mosca
por sacar de la flor néctares, polen.

Vana tarea,
intentar convertirse en abeja
a estas alturas.
(1947)



5

¿Pensaste alguna vez en tu enemigo,
en el que no conoces
pero que odia
cuanto escribe tu mano?
¿Pensaste en ese joven de provincias
que daría su vida por tu muerte?
(1942)



6
(Sabor de época)


Todo poema
es un ser vivo:
envejece.
(1952)



7
(A los poetas que vendrán)


Hay que ser implacables
(no rengan, pues, clemencia
con mis errores).
Nuestra debilidad les dará fuerza
y acertarán en donde fracasamos.
Pero una vez borrados
(si nos recuerdan)
ojalá piensen
en que la plenitud
no es atributo de los hombres.
(1952)



8
(Arte poética I)


Tenemos una sola cosa que describir:
este mundo
(1947)



9
(Arte poética II)


Eescribe lo que quieras.
Di lo que se te antoje.
De todas formas
vas a ser condenado.
(1949)



10
(Monólogo del poeta I)


Quisiera ser un pésimo poeta
para sentirme satisfecho con lo que escribo
y vivir lejos
de tu dedito admonitorio,
autocrítica.
(l949)



11
(Monólogo del poeta II)


Condenaron a muerte
a todos los poetas elegíacos
entre los cuales
(por pereza de defenderme)
me incluyo.
(1949)



12
(Monólogo del poesa III)


¿A quién pretendes halagar con tan vistas
piruetitas verbales
o suspirillos dolorosos, retruécanos,
ironías invisibles?

¿Quisieras que alguien te palmease
por lo bien que resuenan
tus cascabeles? —triste
parafernalia de un festín que contemplas
sin estar invitado.

Es mejor que te ocultes en huraños rincones.
Los seres como tú no reciben halagos,
lomos de latigazo o de pedrada.
Y ya nadie sonríe
con tus jueguitos malabares:
Filis, la gran madrota, pastorea
un rebaño de putas por las aldeas de Flandes.
Amarilis con sífilis, borracha
y juguete de todos los soldados.
La dulce Cloris gime emputecida
de placer en la cama de un sacristán leproso.

Y a estas ninfas
                           ¿quisieras perpetuarlas?

Será mejor, bufón,
que ganes los rincones
y allí guardes un púdico silencio.
(1952)




Fernando Tejada (1932-1959)

Nacido en Tulancingo, Hidalgo, vivió en la ciudad de México desde 1939. Hizo esmdios de medicina y tuvo una participación destacada en el movimiento universitario de 1958. Fue a París a especializarse en circulación cerebral. Antes de publicar ningún libro, murió en Florencia bajo circunstancias todavía no aclaradas. Estos poemas aparecieron cn el único número [julio-agosto de 19591 de la revista La Torre de Marfil dirigida por Gnbriel Zaid y José Carlos Becerra. Afines a una tradición de la antitradición pictórica, parodian, distorsionan un tema clásico para insertarlo en el contexto de nuestra época; oponen —no siempre con acierto— una de las posibles realidades actuales del amor-pasión al concepto aún trovadoresco que se halla en la extraordinaria poesía de Pierre Ronsard. En cierto modo Fernando Tejada parece un continuador de Jnlián Hernández, a quien seguramente nunca leyó.


Los amores (Estudios y profanación de Pierre Ronsard)

I

Cuando los dos estemos muertos
nada habrá de estas rosas
ni de estos versos.
Mientras dure el amor
ámame, entonces.



II

¿Qué harás todos los días
desde que no te veo?



III

Ronsard me célébrait du temps que j’étais belle
XLIII, Le Seconde Livre des Sonnets pour Heléne.

Antes de que seas vieja ya me habrás olvidado
y si por confusión sueltas mi nombre
a tu lado una joven
dirá: “¿Quién era ése?”



IV

Je plante en ta faveur cet arbre de Cybelle.
VII, ibidem.

El tronco de aquel árbol en que un día
grabé, amor, nuestros nombres enlazados,
ya no perturba el tránsito en la calle:
lo han convertido en leña o en durmientes.



V

Quinconques en boira, qui amoureux il devienne.
LXXII, ibid.

Para que en la montaña tu recuerdo quedase,
un manantial (¿te acuerdas?) consagré a tu memoria.
Y dije: “Todo aquel que pruebe de estas aguas
quedará enamorado”.
Hoy en el manantial medran los sapos
y sólo prueban su agua los mosquitos.



VI

D’aprés JJT

Si supieras, amor, lo que es ir caminando
por la Avenida Juárez a las doce del día,
y creer ver tu rostro en las mujeres
que pasan a mi lado,
tan lejanas
como tú de mis ojos y mi vida.



VIII

Afin qu’à tout jamais de siècle vive...
II, ibid.

Al dejarme creíste ganar algo, muchacha.
Y ahora pasado el tiempo
hablas de mí con otro
Dices que sólo valgo cuando empaño
la blancura solemne de una página
y crees que en la poesía va a perdurar mi nombre.

Te agradezco esa última, esa inútil
manera de quererme;
mas no aciertas
(lo digo sin dolor y sin desprecio a nada):
mis versos vivirán menos que tu belleza.



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