Juan
Bosch
(La Vega, Rep. Dominicana,
1909 - Santo Domingo, 2001)
Entrevista
con
Bonaparte Gautreaux Piñeyro
Bonaparte
Gautreaux Piñeyro: Originalmente usted buscó la forma de
comunicarse con los demás a través de artes que no eran precisamente
la literatura. ¿Podría explicar por qué se hizo escritor?
Juan Bosch: Bueno. fijate,
probablemente, yo tuve una influencia del ambiente familiar. Primero, mi
padre. Mi padre era un albañil, cuando vino al país —era un albañil
catalán. Un albañil catalán en La Vega era casi un arquitecto, un
constructor. Y mi padre leía a José Mariano de Larra, a don Juan de
Valera. Mi padre escribió cosas, no muchas cosas, pero las publicó en
un periódico que se llamaba El Progreso, en La Vega —no con su
nombre. Mi padre era prácticamente un analfabeto. A pesar de todo eso,
no hizo estudió alguno. Aprendió a leer y escribir nada más. El
español lo hablaba con mucho acento catalán.
Mi abuelo materno, el padre de mi
madre, era gallego, don Juan Gaviño. Era un hombre ya de una cultura,
de um nivel bastante alto. Tanto, que yo pensé siempre que él había
sido seminarista porque nó me explicaba de otra manera la cultura de
Papá Juan. En España las familias pobres no podían darle cultura a
sus hijos en aquella época, en el siglo pasado. Y Papá Juan era de una
aldea que se llamaba San Lorenzo del Río Niño. En esa aldea él no
podía tener cultura. Además, su familia era una familia de pescadores
y generalmente el pescador europeo es un trabajador que hace trabajó
duró, fuerte, no le permite dedicar el tiempo al aprendizaje de nada
que pueda parecer cultura...
BGP: Pero a mi me han
dicho que don Juan Gaviño tenía una biblioteca muy buena.
JB: Papá Juan tenía buena
biblioteca, pero además él era aun persona culta. En la casa de Papá
Juan leí yo El infierno de Dante, Orlando el Furioso, Los
Doce Pares de Francia, El Mio Cid, poetas modernos para la
época, como Espronceda, por ejemplo.
También allí se tenía los libros
de Núñez de Arce. Papá Juan recibía una revista que se llamaba Barcelona
(o Cataluña) Gráfica (no recuerdo bien si era Gráfica
o Ilustrada) y otra revista que era blanco y negra —esa era de
Madrid. De manera que en mi casa se hablaba de esos temas literarios, se
discutían esas esas cosas, se recitaban versos.
Cuando Francisco Villaespesa llegó
a La Vega, salió una multitud a recibirlo en un arco de triunfo que le
hicieron a la entrada del pueblo. Él dio un recital en el teatro La
Progresista y a ese recital fue mi padre, mi madre —fuimos todos:
fueron mi padre, mi madre, mi hermano Pepito y yo. Fuimos y recuerdo que
mi padre le llevó un ramo de flores que formaban la bandera española:
flores amarillas y flores rojas, y una tarjeta en la que le escribió
por lo menos una estrofa de cuatro versos le escribió papá.
El bautizo del hijo de Villaespesa
(que estaba recién nacido, había nacido aquí en la capital [Santo
Domingo]), fue hecho en la casa de mi abuelo, frente al Santo Cerro. Fue
mi abuelo quien celebró el bautizo, llevando a la gente más culta,
más distinguida de La Vega, a estar allí con el poeta y con su mujer y
su hijo. Eso fue un acontecimiento cultural en La Vega, y esos libros yo
los leía. Pero además, sucedía que allí en La Vega se vendían unos
libritos muy pequeñitos —no eran libritos, les llamábamos libritos;
pero eran en realidad unos folletitos que editaba en Barcelona un editor
llamado Calleja. Se llamaban Cuentos de Calleja. Eran cuentos
para niños. Valían yo no recuerdo si eran cinco o diez centavos,
probablemente eran diez centavos. Yo tan pronto reunía diez centavos
iba y me compraba un librito de esos —eran cuentos. Y pienso que ese
ambiente y esos cuentos ejercieron alguna influencia para que, cuando yo
no pude desarrollar mi manera de expresarme a través de lo que yo
quería (que era la escultura o la printura, pero fundamentalmente la
escultura), entonces me desvié hacia el cuento. Eso, por una parte. Por
otra parte, ahora me he enterado, leyendo un libro sobre mis cuentos que
ha escrito una joven profesora puertorriqueña, que vive en Nueva York,
me he enterado de que hay leyes que rigen ese género. Y que esas leyes
las siguen todos los cuentistas aún sin conocerlas, por ejemplo yo no
las conocía. Y ella pone el ejemplo de esas leyes aplicadas en varios
de mis cuentos. Quiere decir que aplicaba esas leyes sin saberlo.
Es muy posible que en realidad la
capacidad artística resida en alguna conformación especial, en algún
agrupamiento de las células cerebrales, de alguna parte del cerebro y
que esas células, ese grupo, esa familia de células pueda
desarrollarse para cualquiera de las artes, porque si no no se
explicaría el caso de los pintores y de los músicos>
Generalmente, los grandes músicos
se forman en su más tierna infancia, sobre todo si son hijos de
músicos. Entonces, ¿por qué adquieren ese don de expresión musical?
Porque tienen una inclinación biológica en las células cerebrales y
una educación indirecta impuesta por el ambiente: oyen música a todas
horas. Eso es lo que explica, a mi juicio, el hecho de que hayan sido
tan abundante los músicos precoces y los pintores precoces también.
Y, naturalmente, en la literatura se
necesita adquirir una cantidad de técnicas que hacen más díficil el
desarrollo de la capacidad literaria. El pintor se maneja directamente,
puede ser viejo o joven, o lo que sea, o empezar su carrera viejo,
siendo ya un adulto; pero se manejan directamente con los colores, los
aplica, no necesita que se los enseñe nadie. Naturalmente, si alguien
enseña a combinar esos colores, mejor todavía; pero puede ser pintor
sin que lo enseñe. Y los músicos: un niño puede tocar un piano y
tocar un violín y tocar una flauta, y tocar una mandolina sin que se la
enseñen, y después aprende música.
BGP: Un grupo de
intelectuales franceses sostuvo una discusión que produjo un libro
titulado ¿Para qué sirve la literatura? Entre ellos estaban
Jean Paul Sartre y Simone de Beauvier. La conlusión a la que llegaron
fue prácticamente de que la literatura no servía para nada. ¿Cuál es
su opinión?
JB: Mi opinión es que la la
literatura, lo mismo si es una literatura del género de cuentos que del
de novela o la poesía, es una necesidad del género humano. Porque
despierta, y satisface a la vez, vivencias de millones y millones y
millones de personas que, a través de un cuento, a través de una
novela, a través de un poema, viven una vida diferente a la suya. En el
caso de los relatos, eso puede ser muy amplio. Una persona pueder leer
una novela en la que los personajes, los actores, son, digamos,
habitantes del polo, son esquimales, y la persona que va leyendo esa
novela vive la vida de unesquimal a través de ella.
BGP: De la respuesta que
usted da se pudiera colegir que es un modo de escaparse de la realidad.
JB: No, no, no, no, no de
escaparse a la realidad. No, es de vivir una vida más. Es de vivir con
mayor intensidad su propia vida. Sobre todo en el caso de las personas
que, por su trabajo o por la pisición que ocupen en la escala social,
están obligados a mantener una vida monótona. No es escape: es vivir
con más intensidad. En el caso de la poesía, por ejemplo, a mí, a mí
la poesía me afecta tremendamente. Cuando yo leo un poema de Pedro Mir
o de Nicolás Guillén o de Pablo Neruda, por ejemplo (para no mencionar
otros), yo no me estoy escapando de la realidad: vivo con gran
intensidad la emoción que me despierta un hermoso poema. Y la vivo con
tanta intensidad que yo no perdono la muerte de Neruda, por ejemplo,
como no voy a perdonar la de Nicolás Guillén ni perdonaré la de Pedro
Mir —si es que él muere antes que yo. Diríamos no la perdonaría, a
pesar de que yo sé que todo lo que vive muere. Tiene que morir, pero me
parece que es como si me sustrajeran, me robaran, un tesoro que es mío,
al quitarle la vida a un poeta.
BGP: Eso quiere decir, se
pudiera decir entonces, que el papel del escritor (que es algo que me
preocupa conocer su opinión sobre el papel del escritor), que el papel
del escritor es hacer que los otros vivan más intensamente la vida.
JB: Claro.
BGP: ¿Usted cree que el
escritor, además, debe o no debe tratar de influir sobre los demás con
sus ideas?
JB: Sí. Ese es el caso del
escritor que tiene posiciones políticas, conceptos filosóficos; pero
los ha habido que no los han tenido y sin embargo pues diríamos que
producen emoción, cargas de emociones en sus lectores. Ese es el caso,
por ejemplo, de Sherwood Anderson. En Sherwood Anderson no hay una
posición política, una posición social; pero sus cuentos producen
emociones. Ahora bien, yo prefiero al escritor comprometido.
BGP: Ahora que usted dice
eso, una pregunta: ¿cuál cree usted que es el papel del escritor en
los países subdesarrollados, en esos países llamados del tercer Mundo?
JB: Bueno, yo iba a decir
eso, no refiréndome concretamente a los de Tercer Mundo; pero ahora sí
me referiré. Yo prefiero al escritor comprometido, pero comometido son
la causa buena, y la causa buena es la lucha por la liberación de los
pueblos, por la liberación de los hombres. La causa buena es la que
señala un rumbo, un camino hacia el futuro, un camino hacia el mayor
bienestar de la humanidad, no de una minoría que viva a expensas el
resto de la humanidad, sino de la humanidad completa. El escritor debe
tener una conciencia bien clara de que el mundo mejor sería el mundo
donde todos pudieran ser escritores y pintores y músicos y bailarines y
cantantes. Es decir, el mundo donde las facultades humanas, las mejores
facultades humanas, se expresaran son mayor intensidad y mayor brillo.
BGP: Actualmente en la
R[epública] D[ominicana] se publica una gran cantidad de libros si se
compara con la cantidad de finales de la década del 60. En los últimos
diez años se publican todos los años muchos libros, entre ellos lo que
parece un florecimiento de la literatura de creación. ¿Qué opinion le
merece usted el estado actual de la narrativa dominicana comparándola
sobre todo con la época en que usted era joven y escribía y hacía
literatura?
JB: Bueno, está mucho más
desarrollada ahora la literatura dominicana. Pero en comparación con la
literatura de otros países latinoamericanos estamos bastante atrasados.
¿Qué es lo que ha ocurrido? Ahora ha aparecido un mercado comprador de
literatura en la República Dominicana. Así como hay un mercado
comprador de literatura escolar de libros de enseñanza muy amplio, pero
el de literatura propiamente dicha es menor. Sin embargo, hay ahora un
mercado, el autor puede vender sus libros y algunos autores pueden vivir
de sus libros y, naturalmente, eso estimula a los que tienen la
vocación literaria a dedicarse a hacer su obra; pero nosotros tenemos
por delante una situación de crisis para la literatura. ¿Qué es lo
que quiero decir con ésto? Lo que quiero decir es que en la República
Dominicana no se está enseñando la lengua y, naturalmente, en un país
donde la lengua no se enseña llegará un momento en que difícilmente
habrá escritores porque la lengua es la materia prima del escritor y la
lengua es lengua si se conoce y para conocerla hay que estudiarla, para
estudiarla hay que aprenderla, para aprenderla hay que tener a quien —o
quienes la enseñen. Yo creo que aquí a fin de siglo si ro se remedia
esta situación, nosotros nos vamos a encontrar con una verdadera crisis
de escritores, una falta de escritores dominicanos.
BGP: Preferí esperar que
usted terminara porque trató dos temas muy importantes de los que usted
me había hablado en ocasiones anteriores. Usted se refirió a que la
literatura dominicana actual está atrasada en comparación con otras
literaturas, con literaturas de otros países de América Latina ¿a
qué atribuyen ustedes ese atraso?
JB: Entre otras cosas,
precisamente, a la decadencia de la enseñanza de la lengua en nuestro
país. Porque hay que darse cuenta leyendo a Gabriel García Márquez y
a Julio Cortázar, por ejemplo, para no mencionar más que a dos
escritores del llamado boom latinoamericano, cómo dominan estos
dos escritores su lengua. Ese último libro de García Márquez que yo
leí en “maquinuscrito” porque era en maquinilla, lo leí en Cuba
porque el autor me lo llevó.
En ese libro hay un dominio de la
lengua española, un verdadero dominio, un maestro de la lengua. Y de
Julio Cortázar hay cuentos enteros que descansan exclusivamente en el
poder de expresión, en el uso rnágico de la palabra, y aquí estamos
haciendo lo contrario. Y a tal extremo llega eso que hace pocos meses
les pedí a Pedro Mir y a Virgilio Díaz Grullón, que formaran juntos
conmigo un pequeño comité para pedir dinero y enviar a España a un
escritor dominicano que a mi juicio tiene unas condiciones excelentes de
cuentista pero que la falta de dominio del idioma le impide dar de sí
todo io que puede y yo creo que ese escritor una vez qué domine la
lengua va a darle días de gloria a la República Dominicana. Pero tiene
que aprender la lengua porque, como dije, sin el dominio de la lengua no
se puede ser escritor. Y conseguimos bastante ayuda y lo enviamos a
España y él pocos meses después de haber llegado a España me
escribió diciéndome que yo tenia razón, que se había dado cuenta
ahora leyendo los periódicos españoles y las revistas españolas y
oyendo hablar a los españoles en las calles de Madrid, de todo lo que
él le faltaba para dominar la lengua.
BGP: No le parece a usted,
don Juan, que esa falta, esa carencia de buenos maestros y de una
filosofía de enseñanza del idioma obedece a planes de aumentar la
dependencia?
JB: Originalmente, según los
datos que yo tengo a mano, de lo que se trató fue de desmantelar la
escuela hostosiana. Hostos se preocupaba mucho de que la escuela
descansara desde el primero, segundo, tercero, cuarto de primaria del
buen conocimiento de la lengua y de la aritmética, no de las
matemáticas, sino de la aritmética.
Y é tenía razón, porque es a
través de la lengua como uno recibe los conocimientos y a través de la
lengua los transmite, sea la lengua hablada o sea la lengua escrita y
es a través de la aritmética como el niño se habitúa a hacer
abstracciones. Y sin hacer abstracciones no se pueden hacer juicios de
valores correctos. Entonces la escuela de Hostos fue desmantelada en la
República Dominicana, a solicitud de María Martínez, la señora de
Trujillo y de Ramfis, quienes lo hicieron a su vez a petición de unos
sacerdotes españoles que querían introducir en la escuela lecciones
de historia religiosa y de no sé qué otra cosa. A partir de ahí
comenzó el deterioro de la enseñanza de la lengua en nuestro país y
ese deterioro es creciente.
Va aumentando día por día. Ya hoy
hay periodistas que escriben, por ejemplo, mal de fondo, es decir, la
locución már de fondo la han convertido en mal de fondo, lo cual
quiere decir una cosa completamente diferente de lo que quiere decir mar
de fondo, mar ,de fondo quiere decir un problema que sur ge desde el
fondo del mar. Ese movimiento de las olas que se transmite desde el
fondo dei mar hacia la superficie, mal de fondo pues es otra cosa, es
una enfermedad, es algo de eso, pero es algo distinto. Parece mentira
pero una letra que se cambie en una palabra acaba cambiando el concepto
completo de una locución. Y tomo ese ejemplo, pero hay tantos y tantos.
Por ejemplo, ya la gente aquí le atribuye a la locución dar al
traste un sentido totalmente opuesto al que tiene en la lengua
española y al que tenía en la época en que estudié yo. Aquí dar
al traste es lo contrario de lo que quiere decir dar al traste.
Y se pierde una cantidad de voces que ya no se conocen. Recuerdo el caso
por ejemplo, cuando volví a la República Dominicana encontré, esto lo
he referido muchas veces, que nadie usaba la palabra alharaca que
era tan común cuando yo me fui de aquí, tan común en el habla del
pueblo, no era una palabra de la lengua culta sino de la gente del
pueblo y hay tantas voces perdiéndose. Estamos perdiendo el dominio
de la lengua. Ahora contribuye también esa pérdida la dislocación que
introduce en la lengua española la lengua inglesa, que es una lengua
dominante. La que hablan los norteamericanos que nos transmiten a
través de todo lo que ellos producen, de la televisión, de la radio,
de la electrónica, de los automóviles, de los camiones, la gente
dice station wagon en vez de decir camioneta, voces así
como esas.
BGP: En otras
oportunidades a usted se le ha preguntado si no va a hacer más
literatura.
JB: Yo vivo escribiendo todos
los días. Lo que ocurre es que no puedo escribir literatura de
ficción ahora. No puedo, porque con lo que yo estoy bregando ahora es
con gente, con seres humanos, con hombres y naturalmente, así como en
la guerra hay que usar la palabra para dar las voces de mando, para
educar a los soldados en el arte de combatir, así en política se
necesita la palabra también, hay que escribir constantemente, pero no
se puede escribir ficción, hay que escribir otras cosas, las cosas que
atan a la política misma: comentarios, sociología, historia, y a eso
es a lo que yo estoy dedicado.
Naturalmente que yo escribía
ficción probablemente como una manera de usar la palabra en un campo
que no era el que yo propiamente buscaba, porque primero estaba dentro
del país y no podía escribir lo que esto escribiendo ahora de
política, entonces no se podía escribir de política si no era de
Trujillo, en el extranjero lo que escribía de política dominicana
estaba muy limitado porque el público que leía eso era un público
también pequeño, limitado, eran los exiliados, no estaba presente el
pueblo dominicano. He descubierto al cabo de los años que mi verdadera
vocación era la política.
BGP: Supe que se le
perdió un libro escrio por usted titulado Poker de Espanto en el
Caribe y luego apareció.
JB: A mí se me perdieron dos
libros: uno que apareció, que fue Poker de Espanto en El Caribe,
que apareció pero después no sé, los originales de ese libro no sé
lo que se hicieron, apareció aquí, en esta casa. Los encontró entre
viejos papeles míos, los encontró mi hermana Angelita, me los mandó
aquí a esta casa pero en esta casa desapareció. Ese fue escrito en el
exilio. Pero se me perdió un libro de cuentos que se llamaba Callejón
Pontón. En una ocasión en que tuve que viajar dejé esos cuentos
en un especie de biblioteca que yo tenía, mi familia, doña Carmen y
Patricio estaban en Costa Rica, todavía no había nacido Barbarita,
entonces yo tuve que viajar a Costa Rica; Guatemala, estuve dos o tres
meses de viaje y cuando volví me habían sustraído todos los papeles
míos entre ellos ese libro de cu cuentos. Se llevaron un archivo con
mucha documentación.
A partir de ese momento yo he tenido
el hábito de todo lo que escribo hacerlo en original y con copia,
entonces no lo hacía más que en original. Se llamaba Callejón
Pontón, porque así se llamaba el primer cuento de ese libro. No
pude rehacer ningún cuento.
BGP: ¿Qué consejos usted
le da a las nuevas generaciones de escritores o a la gente que tiene
vocación o cree que tiene vocación y no encuentra el camino de
desarrollarla?
JB: Lo primero que les diré
a esos posible escritores es que se esfuercen en aprender a escribir y a
hablar correctamente su lengua. A hablarla correctamente, porque
hablarla correctamente ayuda mucho para escribirla y escribirla
correctamente es indispensable para un escritor. No quiero decir con
esto que cuando tenga que hablar un personaje del pueblo campesino,
trabajador, haya que poner en su boca palabras que él no usa, de la
lengua culta, no, no, que se ponga las palabras que él usa, pero no las
palabras que él usa mal usadas, que no se ponga a un hombre del
pueblo a decir dar al traste con el sentido que se le está dando
aquí. Además, si un hombre del pueblo dice dar al traste, que
creo difícil que lo diga, pues entonces ponerlo de tal manera que se
aplique correctamente. Pero hay que dominar la lengua porque repito, la
lengua es la materia prima del escritor. Así como el sonido es la
materia prima del músico y el color es la materia prima del pintor y el
mármol o el barro son la materia prima o la madera, son la materia
prima del escultor, si el escultor tiene un mármol malo para trabajar
no podrá hacer su obra, si el pintor tiene colores malos, si están
confundidos, el amarillo no es amarillo sino que es de color de barro y
si el negro no es negro sino del color del oro, el pintor no podrá
pintar. Así el escritor que no domina su lengua no podrá ser un buen
incluso si quiere renovarla con el uso. Además, que lea a los buenos
escritores y no solamente a los de este momento, sino que lea tambien a
los maestros, a los viejos escritores, si son extranjeros que los
busquen bien traducidos. Si es de teatro que busque las obras de
Shakespeare mejor traducidas al español, si lo que quiere es escribir
novelas tiene que leer a Dostoievski que lo lea en buenas traducciones,
pero que se lea a los grandes escritores antiguos, modernos y actuales y
lo mismo a los poetas.
BGP: ¿Usted cree que sus
obras de ficciones cumplieron con el papel que entiende debe desempeñar
un escritor?
JB: A mí me parece que sí,
por lo menos en algunos cuentos. Si no toda mi obra de escritor hay
algunos cuentos que sí han cumplido su papel, por lo menos el que yo
quise atribuirles.
BGP: ¿Cuál fue el papel
que usted quiso atribuirle?
JB: El de que enseñaran al
lector que en un mundo hay gente que sufre, que en el mundo hay gente
pobre, que en el mundo hay gente que siente, que en el mundo hay gente
que lucha, que la vida no es un concierto de satisfacciones y de
placeres.
Entrevista publicada en el
suplemento “Cultura” del periódico El Nacional de ¡Ahora! [Santo Domingo].
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