José
Martí
(1853—1895)
Manifiesto de Montecristi
El Partido Revolucionario Cubano a Cuba
(1895)
La revolución de independencia,
iniciada en Yara después de [s] preparación gloriosa y cruenta, ha
entrado en Cuba en un nuevo período de guerra, en virtud del orden y
acuerdos del Partido Revolucionario en el extranjero y en la Isla, y de la
ejemplar congregación en él de todos los elementos consagrados al
saneamiento y emancipación del país, para bien de América y del mundo;
y los representantes electos de la revolución que hoy se confirma, [sus
títulos] reconocen y acatan su deber, –sin usurpar el acento y las
declaraciones sólo propias de la majestad de la república constituida,
–de repetir ante la patria, que no se [debe] ha de ensangrentar sin
razón, ni sin justa esperanza de triunfo los propósitos precisos, hijos
del juicio y ajenos a la venganza, con que se ha compuesto, y llegará a
su victoria racional, la guerra inextinguible que hoy lleva a los
combates, en conmovedora y prudente democracia, los elementos todos de la
sociedad de Cuba.
La guerra no es, en
el concepto sereno de los que aún hoy la representan, y de la revolución
pública y responsable que los eligió el insano triunfo de un partido
cubano sobre otro, o la humillación siquiera de un grupo equivocado de
cubanos; sino la demostración solemne de la voluntad de un país harto
probado [para lanzarse a la ligera, viva aún la herida de] en la guerra
anterior [,] para lanzarse a la ligera en un conflicto sólo [enca]
terminable por la victoria o el sepulcro, sin causas bastante profundas
para sobreponerse a las cobardías humanas y a sus [hábiles] varios
disfraces, y sin determinación tan respetable [,]–por ir firmada por la
muerte [,]–que debe imponer silencio a aquellos cubanos menos venturosos
que no se sienten poseídos de igual fe en las capacidades de su pueblo ni
de valor igual con que emanciparlo de su [infamia] servidumbre.
La guerra no es la
tentativa caprichosa de una independencia más temible que útil, que
sólo tendrían derecho a demorar o condenar los que mostrasen la virtud y
el propósito de conducirla a otra más viable y segura, y que no debe en
verdad apetecer un pueblo que no la pueda sustentar; sino el producto
disciplinado de la resolución de hombres enteros que en el reposo de la
experiencia se han decidido a encarar otra vez los peligros que conocen, y
de la congregación cordial de los cubanos de más diverso origen,
convencidos de que en la conquista de la libertad se adquieren mejor que
en el abyecto abatimiento las virtudes necesarias para mantenerla.
La guerra no es
contra el español, que, en el seguro de sus hijos y en el acatamiento a
la patria que se ganen podrá [n] gozar respetado [s], y aun amado [s], de
la libertad que sólo arrollará a los que le salgan, imprevisores, al
camino. Ni del desorden, ajeno a la moderación probada del espíritu de
Cuba, será cuna la guerra; ni de la tiranía. –Los que la fomentaron, y
pueden aún llevar su voz, declaran en nombre de ella ante la patria su
limpieza de todo odio, –su indulgencia fraternal para con los cubanos
tímidos o equivocados, su [respeto] radical respeto al decoro del hombre,
nervio del combate y [sostén de] cimiento de la república, –su
certidumbre de la aptitud de la guerra para ordenarse de modo que contenga
[a la vez] la redención que la inspira, la relación en que un pueblo
debe vivir con los demás, y la realidad que la guerra es, y su terminante
voluntad de respetar, y hacer que se respete, al español neutral y
honrado, en la guerra y después de ella, y de ser piadosa con el
arrepentimiento, e inflexible sólo con el vicio, el crimen y la
inhumanidad. –En la guerra que se ha reanudado en Cuba no ve la
revolución las causas del júbilo que pudiera embargar al heroísmo
irreflexivo, sino las responsabilidades que deben preocupar a los
fundadores de pueblos.
Éntre Cuba en la
guerra con la plena seguridad, inaceptable sólo a los cubanos sedentarios
y parciales, de la competencia de sus hijos para obtener el triunfo, por
la energía de la revolución pensadora y magnánima, y de la capacidad de
los cubanos, cultivada en diez años primeros de fusión sublime, y en las
prácticas modernas del gobierno y el trabajo, [de los pueblos,] para
salvar la patria desde su raíz de los desacomodos y tanteos, necesarios
al principio del siglo, sin comunicaciones y sin preparación en las
repúblicas feudales o teóricas de Hispano-América. Punible ignorancia o
alevosía fuera desconocer las causas a menudo gloriosas[,] y ya
generalmente redimidas, de los trastornos americanos, venidos del [anhelo]
error de ajustar a moldes extranjeros; de [extrema idea o] [teoría
incierta, teoría o] [teoría de mera] dogma incierto o mera relación
[local, accidental en] a su lugar de origen, la realidad ingenua de los
países que [sólo conocían] conocían sólo de las libertades el ansia
que las conquista, y la soberanía que se gana por pelear por ellas. La
concentración de la cultura meramente literaria en las capitales; el
erróneo apego de las repúblicas [a] a las [rango] costumbres señoriales
de la colonia; la creación de caudillos rivales consiguiente al trato
receloso e imperfecto de las [regiones] comarcas apartadas; la condición
rudimentaria de la única industria, agrícola o ganadera; y el abandono y
desdén [punible] de la [s] fecunda [s] raza [s] indígena [s] en las
disputas de [dogma] credo o localidad [nacidas de] que esas causas
[nacían del de] de los trastornos en los pueblos de América mantenían,
–no son, de ningún modo los problemas de la [nacional] sociedad cubana.
Cuba vuelve a la guerra con un pueblo democrático y culto, conocedor
celoso de su derecho y del ajeno; o de cultura mucho mayor, en lo más
[bisoño de sus huestes] humilde de él, que las masas llaneras o indias
con que, a la voz de los héroes primados de la emancipación, se mudaron
de hatos en naciones las silenciosas colonias de América; y en el crucero
del mundo, al servicio de [a] la guerra, y a la fundación de [a] la
nacionalidad le vienen a Cuba, del trabajo creador y conservador en los
pueblos más hábiles del orbe, [los] y del propio esfuerzo en la
persecución y miseria del país, los hijos lúcidos, magnates o siervos,
que de la época primera de acomodo, ya vencida, entre los componentes
heterogéneos de la nación cubana, salieron a preparar, o–en la misma
Isla continuaron preparando, con su propio perfeccionamiento, el de la
nacionalidad a que concurren hoy con la [inmediata utilidad] firmeza de
sus personas [útiles] laboriosas, y [la] el seguro de su educación
republicana. El civismo de sus guerreros; [la pericia práctica de sus
pensadores] [realidad] [la aspiración y la cultura] el cultivo y
benignidad de sus artesanos; [y sus hábitos políticos] el empleo real y
moderno de un número vasto de sus inteligencias y riquezas; la peculiar
moderación del campesino sazonado en el destierro y en la guerra; el
trato íntimo y diario, y rápida e inevitable unificación de las
diversas secciones del país; [el] la [recip] admiración recíproca de
las virtudes [comu] iguales entre los cubanos que de las [diferencia]
[distinciones] diferencias de la esclavitud pasaron a la hermandad del
sacrificio; y la benevolencia y aptitud crecientes del liberto, superiores
a [ese] los raros ejemplos de su desvío o encono, –aseguran a Cuba, sin
ilícita ilusión, un porvenir en que las condiciones de asiento, y del
trabajo [feraz] inmediato de un pueblo feraz en la [nacionalidad]
república justa, excederán a las de disociación y parcialidad
provenientes de la pereza o arrogancia que la guerra a veces cría, del
rencor [provocativo] [agresivo] ofensivo de una minoría de amos caída de
sus privilegios; de la censurable premura con que una minoría aún
invisible de libertos descontentos pudiera aspirar, con violación funesta
del [la naturaleza y] albedrío y [de los demás hombres, y de la]
naturaleza humanos, al respeto social que sola y seguramente ha de
venirles de la igualdad probada en [la virtud y la cultura] las
[sentimientos] virtudes y talentos; y de la súbita desposesión, en gran
parte de los pobladores letrados de [los] las ciudades, de la suntuosidad
o abundancia relativa [que les venía viene venía] [hoy] que hoy les
viene de las gabelas inmorales y fáciles de la colonia, y de los oficios
que habrán de desaparecer con la libertad. –Un pueblo libre, en el
trabajo abierto a todos, enclavado a las bocas del [mundo] universo rico e
industrial, sustituirá sin [dificultad] obstáculo, y con ventaja,
después de una guerra inspirada en la más pura [ideal de] abnegación, y
mantenida conforme a ella, al pueblo avergonzado [y miserable] donde el
bienestar sólo se obtiene a cambio de la complicidad expresa o tácita
con la tiranía de los extranjeros [famélicos] menesterosos que 1os desangran
y corrompen. No dudan de Cuba, ni de sus aptitudes para obtener y gobernar
su [la] independencia, los que en el heroísmo de la muerte y en el de la
fundación [silenciosa] callada de la patria, [han visto] ven resplandecer
de continuo, en grandes y en pequeños, las dotes de concordia y sensatez
sólo [imperceptibles] inadvertibles para los que, fuera del alma real [de
Cuba, juzga de su patria, en la] de su país, lo juzgan, en el arrogante
concepto de sí propios, sin más poder de rebeldía y creación que el
que asoma tímidamente en la servidumbre [y culpa] de sus quehaceres
coloniales.
De otro temor
quisiera acaso valerse hoy, [en Cuba] so pretexto de [alta] prudencia, la
cobardía: el temor insensato; y jamás en Cuba justificado, a la raza
negra. La revolución, con su carga de mártires, y de guerreros
subordinados y generosos, desmiente indignada, como desmiente la larga
prueba de la emigración y de la tregua en [Cuba] la isla, la tacha de
amenaza de la raza negra con que se quisiese inicuamente levantar, [en
Cuba] por los beneficiarios del régimen de España, el miedo a la
[consecuencias desordenadas de la] revolución. Cubanos hay ya en Cuba
[olvidados] de uno y otro color, olvidados para siempre –con la guerra
[de la libertad] emancipadora y el trabajo [en que] donde unidos se
gradúan–del odio en que los pudo dividir la esclavitud. La novedad y
aspereza [y tropiezo] de las relaciones sociales, consiguientes a la
mudanza súbita del hombre ajeno en propio, son menores que la sincera
estimación del cubano blanco por el alma igual, la afanosa cultura, [el
evangélico amor de libertad] el fervor de hombre libre, y el amable
carácter de su compatriota negro. Y si a la raza le naciesen demagogos
inmundos, o almas [vehementes] ávidas cuya impaciencia propia azuzase la
de su color, o en quienes se convirtiera en injusticia con los demás la
piedad por los suyos, –con su agradecimiento y su cordura, y su amor a
la patria, con su convicción de la necesidad de desautorizar por la
prueba patente de la inteligencia y la virtud del cubano negro la opinión
que aún reine de su [ineptitud] incapacidad para ellas, y con la
posesión de todo lo real del derecho humano, y el consuelo y la fuerza de
la [ferviente] estimación cuanto en los cubanos blancos hay de justo y
generoso, la misma raza extirparía en Cuba el peligro negro, sin que
tuviera que [temblar de miedo con su] alzarse a él una sola mano blanca.
La revolución lo sabe, y lo proclama: la emigración lo proclama
también. Allí no tiene el cubano negro escuelas de ira, como no tuvo en
la guerra una sola culpa de ensoberbecimiento indebido o de
insubordinación. En sus hombros anduvo segura la república a que no
atentó jamás. Sólo los que odian al negro ven en el negro odio; y los
que con [ese] semejante miedo injusto traficasen, para sujetar, con
[negro] inapetecible oficio, las manos que pudieran erguirse a expulsar de
la tierra cubana al ocupante corruptor. [e inútil de la tierra cubana].
En los habitantes
españoles de Cuba, en vez de la deshonrosa ira de la primer guerra,
espera hallar la revolución que ni lisonjea ni teme, tan [justa]
afectuosa neutralidad o tan veraz ayuda que por ellas vendrán a ser [no
la] la guerra más breve [menos] sus desastres menores. y mas fácil y
amiga la paz en que han de vivir juntos padres e hijos. Los cubanos
empezamos la guerra, y los cubanos y los españoles la terminaremos. No
[los] nos maltraten, y no se les maltratara. Respeten, y se les
respetará. Al acero responda el acero y la amistad a la amistad En el
pecho antillano no hay odio; y el cubano saluda en la muerte al [bravo]
español a quien la crueldad del ejercicio forzoso arrancó de su [hogar]
casa y su terruño para venir a asesinar en pechos de hombre la libertad
que él mismo ansía. Más que saludarlo en la muerte, quisiera la
revolución acogerlo en vida; y la república será tranquilo hogar para
cuantos españoles de trabajo y honor gocen en ella de la libertad y
[beneficios] bienes que no han de hallar [ían] aún por largo tiempo en
la [confusión] lentitud, desidia, y vicios políticos de la tierra
propia. Este es [nuestro] el corazón [y así] de Cuba, y así será la
guerra. ¿Qué enemigos españoles [combatirán sin ser de veras contra]
[se han de oponer eficazmente a] tendrá verdaderamente la revolución?
¿Será el ejército, republicano en mucha parte, que ha aprendido a
respetar nuestro valor, como nosotros respetamos el suyo, y más sienten
impulsos a veces de unírsenos que de combatirnos? ¿Serán los quintos,
educados Ya en las ideas de humanidad, contrarias a [la] derramar [la]
sangre de [hombres buenos los hombres oprimidos] sus semejantes en
provecho de [una monarquía trono] un cetro inútil [o de un la] o una
patria [cruel] codiciosa, los quintos segados en la flor de [la] su
juventud para venir a defender, contra un pueblo que los acogería
[gustoso] alegre como ciudadanos libres, un trono [atado mantenido] mal
sujeto, sobre la nación vendida por sus guías, con la complicidad de
[los] sus privilegios y [los] sus logros? [que crecen a su sombra?] [cría
y favorece] ¿Será la masa, hoy humana y culta, de artesanos y
dependientes, a quienes, [arra] so pretexto de patria, arrastró ayer a la
ferocidad y al crimen el interés de los españoles acaudalados que hoy,
con lo más de sus fortunas salvas en España, muestran menos celo que
aquel con que ensangrentaron la tierra de su riqueza cuando los
sorprendió en ella la guerra con toda su fortuna? ¿O serán los
fundadores de familias [cubanas, fatigadas ya] y de industrias cubanas,
fatigados ya del fraude de España y de su desgobierno, y como el cubano
vejados y oprimidos, los que, ingratos e imprudentes, sin miramiento por
la paz de sus casas y la conservación de [su for] una riqueza que el
régimen de España amenaza más que la revolución, se revuelvan contra
la tierra que de tristes rústicos los ha hecho esposos [de cubanas]
felices, [de la mujer de Cuba, y padres felices y autores de hijos] y
dueños de una prole capaz de morir sin odio por asegurar al padre [cruel]
sangriento un [pueblo donde] suelo libre [del] al fin de la discordia
permanente entre el criollo y el peninsular; donde la [fortuna] honrada
fortuna pueda mantenerse sin cohecho y desarrollarse sin zozobra, y el
hijo no vea entre el beso de sus labios y la mano de su padre la sombra
[del o] aborrecida del opresor? ¿Qué suerte elegirán los españoles: la
guerra sin tregua, confesa o disimulada, que amenaza y perturba las
relaciones siempre inquietas y violentas del país, o la [única] paz
definitiva, que jamás se conseguirá en Cuba sino con la independencia?
[¿Con Ni con qué derecho?] ¿Enconarán y ensangrentarán los españoles
arraigados en Cuba la guerra en que puedan quedar vencidos? ¿Ni con qué
derecho nos odiarán los españoles, si los cubanos no los odiamos? La
revolución [lo] emplea sin miedo este lenguaje, porque [la] el decreto de
emancipar de una vez a Cuba de la ineptitud y corrupción irremediables
del gobierno de España, y abrirla [libre] franca para todos los hombres
al mundo nuevo, es tan terminante como la voluntad de mirar como a
cubanos, sin tibio corazón ni amargas memorias, a los españoles que por
su pasión de libertad [nos] ayuden a conquistarla en Cuba, [o amen a los
que la conquistaran] y a los que con su respeto a la guerra de hoy
rescaten la sangre que en la de ayer manó a sus golpes del pecho de sus
hijos.
En las formas que se
dé la revolución, conocedora [del] de su desinterés, [de sus hijos] no
hallará sin duda pretexto de reproche la vigilante [timidez] cobardía,
que en los errores formales del [la patria] [república] país naciente, o
en [la] su poca suma visible de república, [buscase] pudiese procurar
razón [para] con que negarle la sangre que le adeuda. No tendrá el
patriotismo puro [y sus mayores extremos respeto] causa de temor por la
dignidad y suerte futura de la patria. –La dificultad de las guerras de
independencia en América, y la de sus primeras nacionalidades, ha estado,
más que en la [falta de mutua estimación] discordia de sus [próceres]
héroes y en la emulación y recelo inherentes [a la] al hombre, en la
falta oportuna de forma que a la vez contenga el espíritu de redención
que, con apoyo de ímpetus menores, promueve y [alimenta mantiene] nutre
la guerra, –y las prácticas necesarias a la guerra, y que ésta debe
[desatar] desembarazar y sostener. En la guerra inicial se ha de hallar
[la patria] el país maneras tales de gobierno que a un tiempo satisfagan
la inteligencia madura y suspicaz de sus hijos cultos, y las condiciones
requeridas [en] para la ayuda y [relación con] respeto de los demás
pueblos, –y permitan–en vez de entrabar–el desarrollo pleno y
[triunfo rápido veloz] término rápido de la guerra [necesar] fatalmente
necesaria a la [conquista de] felicidad pública. [Y] Desde [las] sus
raíces se ha de constituir la patria con formas viables, y de sí propia
nacidas, de modo que un gobierno [artificial] sin realidad ni sanción no
la conduzca a las parcialidades o a la tiranía. –Sin atentar, con
desordenado concepto de su deber, al uso de las facultades íntegras de
constitución, [en] con que se ordenen y acomoden, [con] en su
responsabilidad [especial] peculiar ante el mundo [moderno]
contemporáneo, liberal e impaciente, los elementos expertos y novicios,
por igual movidos de ímpetu ejecutivo y pureza ideal, que con
[abnegación] nobleza idéntica, y el título inexpugnable de su sangre,
se lanzan [en con] tras el alma y [la] guía de los primeros héroes, a
abrir a la humanidad [con la independencia de Cuba] una república
trabajadora; [y pacífica, segura, levantada] sólo es lícito
al Partido Revolucionario Cubano declarar su fe en que la revolución
[sabrá] ha de hallar [modos tales de ordenación] formas que le aseguren,
en la unidad y vigor indispensables a una guerra [humana benéfica y]
culta, el entusiasmo de los [propi] cubanos, la confianza de los
españoles Y la amistad del mundo. Conocer y fijar la realidad; componer
en molde [ví] natural, la realidad de las ideas que producen o [rechazan
detiene] apagan los hechos, y la de los hechos [en con] que [se represan]
nacen de las ideas; ordenar la revolución del decoro, el sacrificio y la
cultura que modo que no quede el decoro de un solo hombre
lastimado, ni el sacrificio parezca inútil a un solo cubano, ni la
revolución inferior a la cultura del país, no a la extranjeriza y
desautorizada cultura que se enajena el respeto de los hombres viriles por
la ineficacia de sus resultados y el contraste lastimoso entre la poquedad
real y la arrogancia de sus estériles poseedores sino al profundo
conocimiento de la labor del hombre [por] en [la conquista] el rescate y
[mante] sostén de su dignidad:–ésos son los deberes, y los intentos,
de la revolución. Ella se regirá de modo que [el corazón de los cubanos
palpe el coraz] la guerra pujante y capaz dé pronto casa firme a la nueva
república.
La guerra sana y
[robusta] vigorosa desde el nacer con que hoy reanuda Cuba, con todas las
ventajas de su experiencia, y la victoria asegurada a las determinaciones
finales, el esfuerzo excelso, jamás recordado sin unción, de [los
primeros] sus inmarcesibles héroes, no es sólo hoy el piadoso anhelo de
dar vida plena al pueblo que, [en] bajo la inmoralidad y [opre] ocupación
crecientes de un amo inepto, [y codicioso] desmigaja o pierde su[s]
fuerza[s] superior[es] en la patria sofocada o en [el] los destierros
esparcidos. Ni es la guerra el [mero] insuficiente prurito de [ganar, por
el poder] conquistar a Cuba con el sacrificio tentador, la [indep emancip]
independencia po1ítica, que sin derecho pediría a los cubanos su brazo
si con ella no fuese la esperanza de crear una patria más a la libertad
del pensamiento, la equidad de las costumbres, y la paz del trabajo. La
guerra de [la] independencia de Cuba, [un país donde, como en Cuba, donde
va a cruzarse] nudo del haz de islas donde se ha de cruzar, en [el] plazo
de pocos años, el comercio de los continentes, es suceso de gran alcance
humano, y servicio oportuno que el heroísmo juicioso de las Antillas
presta a la firmeza y [justo] trato justo de las naciones [de] americanas,
y al equilibrio aun vacilante del [orbe] mundo. Honra y conmueve [meditar]
pensar que cuando cae en tierra de Cuba un guerrero de la independencia,
abandonado tal vez por los pueblos incautos o indiferentes a quienes se
inmola, cae por el bien mayor del hombre, la [firmeza aún vaga todavía
insegura] confirmación de la república moral en América, y la creación
de un archipiélago libre donde las naciones respetuosas derramen las
riquezas que a su paso han de caer sobre el crucero [universal] del mundo.
¡Apenas podría creerse que con semejantes [hombres] mártires, y tal
porvenir, hubiera cubanos que atasen a Cuba a la monarquía podrida y
aldeana de España, y a su miseria [estéril avara] inerte y viciosa!–A
la revolución cumplirá mañana el deber de explicar de nuevo al país y
a las naciones las causas locales, y de idea e interés [humano]
universal, con que para el adelanto y servicio de la humanidad reanuda el
pueblo emancipador de Yara y de Guáimaro una guerra digna del respeto de
sus enemigos y el apoyo de los pueblos, por su rígido concepto del
derecho del hombre, y su aborrecimiento de la venganza estéril y la
devastación inútil. Hoy, al proclamar desde el umbral de la tierra
veneranda el espíritu y doctrinas que produjeron [y e inspiran] y
alientan la guerra entera y humanitaria en que se une aun más al pueblo
de Cuba, invencible e indivisible, séanos lícito invocar, como guía y
ayuda de nuestro pueblo, a los [sublimes ejemplares] magnánimos
fundadores, cuya [obra] labor renueva el país agradecido, –y al honor,
que ha de impedir a los cubanos [mancillar o] herir, de palabra o de obra,
a los que mueren por ellos. –Y al declarar así en nombre de la patria,
y deponer ante ella y ante su libre facultad de constitución, la obra
idéntica de dos generaciones, suscriben juntos la declaración, por la
responsabilidad común de su representación, y en muestra de la unidad y
solidez de la revolución cubana, el Delegado del Partido Revolucionario
Cubano, creado para ordenar y auxiliar la guerra actual, y el General en
Jefe electo en él por todos los miembros activos del Ejército
Libertador.
Montecristi, 25 de marzo de 1895
José Martí / M. Gómez
Tomado
de las Obras Completas, tomo 4, Editorial de Ciencias Sociales, La
Habana 1975, páginas 93-101.
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