Miguel Ángel Asturias
(Ciudad de Guatemala, 1899 - Madrid, 1974)
Clarivigilia primaveral (1965)
(Buenos Aires: Editorial Losada, 1965, 121 págs.)
La luz de los
oropensantes-luceros
Castigo de profundidades
Alguien,
alguien le ganó de garra…
¿El Cazador del Aire?
Alguien,
pero no el Cazador del Aire.
Oídos ocupados, manos ocupadas,
donde pone el oído pone la mano,
el Cazador del Aire…
Barrancos ocupados, nubes ocupadas,
donde pone el barranco pone la nube
el Cazador del Aire.
Alguien le ganó de garra…
Cazador del Aire
es sólo el eco.
Alguien existente,
corpóreo.
Alguien de barro sin cocer,
pupilas de agua vidriada,
dientes pintados de azul,
pómulos brillosos,
dedos de cactus con espinas,
boca sin palabras.
Alguien anterior a la palabra,
alguien de barro sin cocer,
alguien de arcilla pétrea,
cara de vasija con ojos
y adornos mágicos de huesos de cometa
en las orejas, los antebrazos,
la cintura, los tobillos.
Su habla, el movimiento de sus plumas.
Idioma de plumas de colores.
Guerreador tempestuoso,
faz a faz de su escudo,
faz a faz de sus flechas,
habla con el movimiento de sus plumas:
“El Ambimano Tatuador
y los que con él tenían crianza de mundos,
perecieron a manos del que duerme bajo las
acacias…
(…yo duermo bajo las acacias…)”.
"El Ambimano Tatuador
y los que con él tenían crianza de mundos de sueño,
perecieron en las garras del que aúlla
para sangrar el silencio de la noche…
(… yo aúllo para sangrar el silencio de la noche…)”.
“El Ambimano Tatuador
y los que con él tenían crianza de mundos de sueño
en remojo de agua de ciego,
perecieron en las fauces del que resplandece
por sus blancos colmillos de solsticios…
(… yo resplandezco por mis colmillos de solsticios…)”
Muertes, destrozos,
despedazamientos, mutilaciones…
Restos de escalinatas, trenzas de piedra
pintadas de azul con cielo fresco…
Fragmentos de grecas urdidas
con hilo de saliva de laberinto…
Plazas ceremoniales…
Máscaras parlantes
y anillos de alabastro
en los Juegos de Pelota…
Vestuarios donde se desvestían árboles…
Muros con ojos de copal celeste…
>Destrozos, despedazamientos, mutiladas
pinturas sobre fondo de tabaco rojizo.
Hogueras, tributos, atropellamiento
de imágenes frutales de mujeres…
Ceniza de cuerno de venado
para agrandar sus párpados
de pestañas de lluvia
y poner distancia añil en sus ojeras,
pieles de tigre,
uñas postizas,
collares de cabecitas de serpientes,
dijes de oro sin sueño de tan viejos…
Destrozos, despedazamientos, mutiladas
pinturas sobre fondo de granizo de colores.
Palios, parasoles, abanicos…
El cuchillo de pedernal
calentado al rojo vivo del corazón…
Amuletos, cerbatanas, vasos de orgías
con dibujos de calistenias íntimas
o escenas de banquetes auríferos,
bubosos comiendo arena de plata
con las manos acalambradas de lunaciones…
Destrozos, despedazamientos, mutiladas
pinturas de ceremonias vegetales.
Trompeteros, músicos, danzarines…
La espuma petrificada,
por fin petrificada en los bajorrelieves.
Altares redondos,
monedas para la compra y venta de astros.
Ciudades sin tiempo.
Toda una ciudad conservando una gota de agua…
Destrozos, despedazamientos, mutilaciones…
Y quién sino él
duerme bajo las acacias,
verdad, Cazador del Aire?
Y quién sino él
aúlla para sangrar el silencio,
verdad, Cazador del Aire?
Y quién sino él
resplandece por sus colmillos,
verdad, Cazador del Aire?
Quién sino él,
corpóreo,
real,
barro sin cocer,
boca sin palabra,
vasija con ojos,
despedazó al Ambimano Tatuador
y a los que tenían
crianza de seres y cosas
en remojo de agua de sueño.
Quién sino él,
cuero cabelludo y armas,
escudo y lanza,
apenas sostenido
por la culebra vertebral del rayo
al ponerse en pie
y alzar la cabeza
de isla desierta,
jefe por siglos
de milites que niegan la vida,
de milites que siembran la muerte
en mi país forjado a miel.
Cazador del Aire,
donde pone la mano pone el oído,
donde pone la nube pone el barranco,
rodaba de un cielo a otro
el silencio de aerolito
que dejó al desaparecer
el mundo del Ambimano Tatuador
y de los que con él tenían
crianza de seres, cosas
y sonidos de sueño.
“Despojados seríamos
de nuestras carnes,
de nuestros huesos musicales,
sabido, Cazador del Aire…
Pero no de nuestras obras,
imágenes de nuestra imagen,
guantes de nuestra presencia.
Torres, atalayas,
pirámides truncadas,
observatorios astronómicos,
escaleras de caracol
por donde bajan girando
los girasoles del cielo…”
“Despojados seríamos
de nuestras carnes,
de nuestros huesos musicales,
pero no de nuestros cantos,
alianzas de la luz y el aire,
no de nuestras crónicas,
alianzas del color y el tiempo,
no de nuestras otras,
imágenes de nuestra imagen,
guantes de nuestra presencia…”
“Yo, memoria con llanto,
la poesía es memoria con llanto…”
“Yo, memoria con sueño,
el grabado es memoria con sueño…”
“Yo, memoria con sol,
la escultura es memoria con sol…”
“Yo, memoria con luz,
la pintura es memoria con luz…”
"Yo, memoria del mar,
la música es memoria del mar…”
El Guerreador alevoso
suelta su habla mágica.
Hablan sus plumas.
“Perecieron en mis manos,
perecieron en mis garras,
perecieron en mis fauces,
los que tenían crianza de mundos,
los que tenían crianza de mundos de sueño,
los que tenían crianza de mundos de sueño
en remojo de agua de ciego,
brujos tatuadores de los más grandes engaños
visuales y sonoros…”
“Perecieron en mis manos,
perecieron en mis garras,
perecieron en mis fauces…
Yo duermo bajo las acacias,
yo aúllo para sangrar el silencio,
yo resplandezco por mis colmillos
y ahora estoy en guerra con las Águilas,
por haber ganado de garra a Canina,
el Águila de los Perros Rabiosos.”
“Le arrebaté la presa
y no encontré lo que buscaba,
lo real y lo irreal del esplendor, el fuego.
¡Tener la luz y no tener el fuego!
La orfandad del espejo.
Tirito bañado de dientes,
los míos, los de los astros tiritantes
y los de las fieras de mi séquito,
tigres, pumas, dantas, jabalíes…
Tirito bañado de dientes
en mi dosel de cañas que tiritan…
Sesos de luna adheridos a noches cabelludas…
Ojos con visiones ausentes
pegadas como calcomanías
al cristal de las pupilas…
La danza de las colas de las liebres…
Todo el botín de magias,
de tatuajes, de betunes luminosos y helados.
Si Uñas de Pedernal viniera. Pero, dónde andará,
dónde andará Uñas de Pedernal, mi Lugarausente,
el que ocupa mi lugar de mando, ausente yo.
Si mi Lugarausente viniera a jugar a las cosquillas
con las piedras, hasta hacerlas reír,
el fuego es la risa de las piedras,
hasta arrancarles carcajadas de oro…
Pero, dónde andará Uñas de Pedernal,
en qué muela del cielo rumiante,
en qué brazo de tempestad, en qué cola de rayo,
en qué nube, en qué neblina, en qué pañal de peñasco…”
Uñas de Pedernal
reúne su imagen de Lugarausente,
antes de soltar su habla mágica.
Se oye lo que pregunta Lugarausente.
Se oye lo que contesta Lugarausente.
“Si el que la escama de pescado rasca,
rasca que te rasca, rasca que te rasca,
escucha la risa del mar;
si el que rasca huesos de muerto, rasca que te rasca,
rasca que te rasca, rasca que te rasca,
oye la risa solitaria de sus antepasados;
y si se le buscan cosquillas al árbol
con las manos embadurnadas de miel,
ríen en las ramas frutos de almíbar delirante,
y si se le hacen cosquillitas al agua,
caen risotadas de granizo,
rascando las piedras con mis uñas, rasca que te aruño,
rasca que te rasca, rasca que te aruño,
rasca que te rasca, saltará el fuego,
la risa de las piedras saltará, chisporroteará,
chamuscará lo suyo y lo ajeno…”
“¿Pero, a qué piedra haré reír?
¿A qué piedra haré cosquillas?
¿A la piedra-imán?
¿A los cantos rodados?
¿A la piedra pómez?”
“¿A qué piedra haré reír?
¿A qué piedra haré cosquillas?
¿A los basaltos, a los ónix?
¿A las dioritas profundas?
¿A los cuarzos espejeantes?
¿A las jadeítas de carnes vegetales?
¿A los pórfidos de sangre candente
y respiración mineral?”
¿A qué piedra haré reír?”
¿A qué piedra haré cosquillas?”
“¿Mis uñas en la piedra-imán?
Imán no come imán…
¿Mis uñas en la piedra pómez,
hueso blanco de esqueleto de río?
¿Mis uñas en las lajas
de los frisos de lujo?"
“¿A qué piedra haré cosquillas?
“¿A qué piedra haré reír?
“Haré cosquillas a la piedra culebrina.
Haré reír a la piedra
del eclipse y la centella…”
Y de la piedra culebrina
y Uñas de Pedernal,
rasca que te aruño,
rasca que te rasca,
rasca que te aruño,
rasca que te rasca,
rasca que te rasca,
saltó el fuego,
la risa de las piedras.
“¿La risa de las piedras?”,
preguntaron las Águilas
perdidas en sus desiertos azules.
“¡Anda a robarla, Gavilán!
¡Anda a robarla Huracán con alas!
¡Anda a robarla para que la probemos!”
El Gavilán fue y volvió
con chispas en el pico.
Las Águilas probaron
la risa de las piedras
y al punto la escupieron…
¿Amarga?… ¿Salobre?…
Uñas de Pedernal
la quiso apagar con su llanto coyote,
antes que la robara Huracán con alas,
y la saló con sus lágrimas.
Y la risa de las piedras
con llanto de coyote
escupida por las Águilas,
sal, eclipse y centella,
consumió la piel de espejo
de agua de la tierra.
Ardieron bosques y ciudades deshabitadas
a la orilla de ríos que dejaban calcinarse
piedras y ribazos,
encías sangrantes
y dientes de ceniza mantecosa
como la distancia que el azacuán de humo dorado
trae en las alas, desde las tierras australes.
Mariposas de trementina
volaban de los troncos de los pinos.
Cataratas de sudor de orquídeas
llovían de los brazos de las ceibas.
Polvo de fuego caía de los encinales secos,
bálsamo hirviente de los liquidámbares
y al perfume de los tamarindos en llamas,
se unía el de los cacahotales, olor a chocolate,
entre los craquidos de hueso de los chicozapotes,
los palos de hule retorcidos en columnas elásticas,
los palos de chicle lloviéndose de cabellos de leche,
y los conacastes crepitantes,
roía sangre de cabelleras arrancadas,
y los matilisguates dormidos,
casi minerales,
y las caobas de carne,
ya manteca al contacto de una constelación
que perdió un pie en el incendio del cielo
y ahora paseaba su pierna de fuego
en el incendio de la tierra.
Ballenas extraviadas en mares tropicales,
fosforescentes, tórridos mares voladores,
jugando a las vaqueras, lanzaban chorros de agua
para lazar al tigre del incendio,
al tigre de rubíes rechinantes,
que recobraba su ferocidad de cometa enloquecido
al caer en las coyundas de aros de cristal
de las vaqueras azules,
lazos líquidos que lo retenían,
paralizado por sorpresa,
no más tiempo que el que tardaba en romper,
en deshacerse del agua hecha humo,
mientras las corsarias, islas flotantes de ojos diminutos,
alcanzaban a lazarlo con nuevos y más potentes
chorros de agua, argollas de nudo corredizo,
órbitas de las que el tigre de rubíes rechinantes
se arrancaba entre llamas y astros,
contra la constelación del espejismo,
la que perdió el pie, la constelación de la distancia,
y contra el ejército de lagos azules
parapetados en la boca de los volcanes más altos,
lagos que antes de caer en pedazos,
vencidos, evaporados,
saltaban
y enroscados al tigre de rubíes galopaban con él,
convertidos en serpientes de llamas de turquesa.
La tierra fue sometida
a castigo de profundidades.
Después del incendio, las invisibles lluvias,
el suelo trastornado, el huracán de lodo,
las navajas del sol, el chichicaste en la carne viva…
castigo de profundidades
por haber dado cabida
al primer bárbaro, no al último,
a la primera bestia humana,
al primer verdugo
en mi país forjado a miel.
Sí, pero no magia
Las aves vuelan enloquecidas,
sin saber a dónde dirigirse…
Los vientos desatinados
tropiezan con el mar y lo desatan…
Hay árboles andando.
Árboles nuevos
llevados por las aguas.
Piedras andando.
Reflejos de futuras ciudades
llevadas por las aguas.
Que no hay música?
De eso te quejas, Cazador del Aire?
El sensontle solo es toda la música.
Son doscientas voces en una garganta.
Cristales, maderas, metales y cuerdas…
¿Y el guardabarranca de timbre de oboe
y las flautas dobles, y las flautas triples
de turpiales, pitos, jilgueros, calandrias,
y el entrechocarse de los troncos huecos,
y el caracol de agua, y el tun-tun del viento
en las grandes ceibas de algodón de trueno…?
…música sí,
pero no magia…
Que no hay poesía?
De eso te quejas, Cazador del Aire?
La poesía oculta, sin palabras canta.
Es la flor del cactus, si la ven las flechas,
la flor del amatle, si la ven los ciegos
y la flor abstracta, si la ven los ceros
con ojos redondos… Trescientosmil ojos
de ceros redondos… Trescientosmil años…
¿Quieres más poesía, Cazador del Aire?
La de los sonidos en el viento canta.
Pirotecnia alada de periquerías…
Algaradas, gritos, chillidos y pausas
de asombro… silencios también resonantes.
Y el palabrerío de ranas y monos…
Monos silbadores de sílabas ¡salve!
por los monosílabos y onomatopeyas
de huellas elásticas… semillas
de la grita infinita, la poesía…
…poesía sí,
pero no magia…
Que no hay pintura?
De eso te quejas, Cazador del Aire?
Y las guacamayas, en las que batallan
colores que gritan todos los colores,
verdes recién verdes, salidos de verdes más verdes,
con los amarillos, los más amarillos de los amarillos
y los rojos rojos, los más rojos rojos de todos los rojos,
todo el arcoiris en lucha violenta, intensa, sin tregua,
claras amatistas y zafiros hondos, relámpagos blancos,
morados, violetas, lilas, rosicleres…
Y los azulejos, en los que batallan
azules que gritan todos los azules,
azules de pavos azules y aún más azules,
azules de lagos azules…
Y las grandes chorchas, en las que batallan
incendios que vuelan, todos los incendios,
todos los colores del fuego en sus plumas,
las llamas, las brasas, los soles del rayo.
Y el pájaro negro, en el que combaten
tinieblas que gritan, lutos que batallan,
toda la negrura de la miel de morro,
la negrura toda embriaguez de sueño
de fruto apagado.
Y los chupamieles de azafrán herido
y el ánade duende de aguarena en plumas
del celeste al oro… ¿Quieres más pintura,
Cazador del Aire?… Y la joya-sangre
del pájaro rojo y la pluma-carne
de las garzas rosas… ¿Quieres más pintura,
Cazador del Aire?… Los pintamarillos,
pájaros de yema de huevo de luna,
y las mariposas, linaje de orquídeas,
mosaicos que vuelan… ¿Quieres más pintura,
Cazador del Aire?…
…pintura sí,
pero no magia…
Que no hay escultura?
De eso te quejas, Cazador del Aire?
Y los peñascales, superficies y agua,
apenas pulidos, pero ya en remojo
frente al mar que esculpe figuras de nieblas,
fetiches de algas, monstruos, caracolas,
caballos marinos, todo en movimiento…
Y los altos rostros de las cordilleras,
perfiles, efigies, monedas de astros…
Escultura en piedra, en médanos, nubes…
…escultura sí,
pero no magia…
¿Y los jicareros que visten la noche
de tatuajes de oro de todos colores?
¿Y el celaje-pluma? Te hablan los plumistas…
¿Y el joyel del viento? Te hablan los orfebres…
¡Te hablan los celajes, Cazador del Aire!
¡Te hablan los joyeles, Cazador del Aire!
Ombligos de sol y copales preciosos
Los huesillos del eco
en la lengua del Emisario Olvidadizo.
En la lengua del Emisario Olvidadizo,
el mensaje de los Oropensantes-luceros-dioses.
“Que la niebla se levante temprano,
olorosa a tamarindo, a chopo, a suquinay,
que tienda sobre las palabras sus manteles
y creados sean los Cuatro Magos del Cielo
con ombligos de sol y copales preciosos.”
"Sean de maíz negro,
el maíz enroscado de los sexos y las culebras,
sus cabellos, sus pupilas y su sueño.”
“Sean de maíz blanco,
el maíz enroscado del esperma y la luna,
sus dientes, la cal viva de sus córneas,
sus huesos y sus uñas.”
“Y sea su carne de maíz amarillo
humedecido en agua dulce
de la noche al lucero
y despellejado con cal viva
en cocimiento ciego,
la cal de los ojos
del Ambimano Tatuador,
aquel que fue destruido
con sus criadores de mundos de sueño
por el hombre de barro
que a su vez fue aniquilado
por el fuego, la risa de las piedras.”
Y así fue creado
el Hombre-de-las-Cuatro-Magias,
el que viste plumas verdeazules
de quetzal y flores cubiertas de rocío,
el que alumbra y arde como pino resinoso,
el que hace lucir las cosas
en mi país forjado a miel.
Todo fue visible, menos el instante
de cicatrizar los ombligos
con telarañas de humo de tabaco
y de poner en sus pliegues,
con los copales del esplendor
y polvito de palabras molidas,
la magia de las tres mitades.
Por la magia de las tres mitades,
la mitad de lo que las cosas tienen dentro
sale imantada por la sola presencia
del Hombre-de-las-Cuatro-Magias,
se desprende de las cosas y penetra
al interior de aquel que la completa,
antes de restituirla, con una mitad desconocida.
Por la magia de las tres mitades,
hay una mitad que en las cosas queda,
otra que se desprende y vuelve a las cosas
y la mitad desconocida, la que el mágico agrega.
Mágicos-hombres-mágicos
Mágicos-hombres-mágicos,
se manifiestan en la Casa de las Cinco Rosas,
donde el tiempo no es fecha, sino flecha.
En la Casa de los Ángulos,
la casa de la espumosa bebida de jocote y aguamiel,
la casa de los banquetes que, según el Cronista,
terminaban con pasteles en forma de palomares
de los que al partir la hojuela
dorada a tueste de ámbar,
salían palomas vivas
que al volar espolvoreaban
azúcar tornasol
sobre la risa de los comensales.
El del Copal del Canto está allí
y más allá de las palabras.
No es el canto por la palabra,
es la palabra por la magia.
Prometedor en su prodigio.
El del Copal del Color está allí
y más allá de las aves de plumaje.
No es el color por el color,
es el color por la magia.
Prometedor es su prodigio.
El del Copal de la Forma está allí
y más allá del alto mar y el viento.
No es la forma por la forma,
es la forma por la magia.
Prometedor es su prodigio.
El del Copal del Sonido está allí
y más allá del algodón de trinos.
No es el sonido por el sonido,
es el sonido por la magia.
Prometedor es su prodigio.
El sol masticará
en el ombligo del Mágico del Canto,
incensario con brasas de palabras,
el copal de la poesía.
El sol masticará
en el ombligo del Mágico del Color,
incensario con carbones de luz,
el copal de la pintura.
El sol masticará
en el ombligo del Mágico de la Forma,
incensario con piedras de volcán,
el copal de la escultura.
El sol masticará
en el ombligo del Mágico del Sonido,
incensario con brasas acústicas,
el copal de la música.
Sagrados son,
prometedor es su prodigio,
los cuatro en un solo cuerpo,
los cuatro en un solo hombre.
Sagrados son,
prometedor es su prodigio,
los cuatro en un solo cuerpo,
los cuatro en un solo hombre,
un nopal con cuatro cabezas,
no de forma redonda, sino de medias lunas
y las caras de luz porosa, casi visible,
visible, retenida en cada media luna,
misteriosas caras en apariencia vacías
girando en todas direcciones,
como esculturas móviles
al viento de la inteligencia.
Sagrados son,
prometedor es su prodigio
y si su presencia es desafío,
quién se atreverá, Cazador del Aire,
quién se atreverá con este Cuatro-veces-Cielo
de ocho brazos y ocho manos de palmera
y la constelación de sus uñas
de cáscara de luna
y filo de navajuela,
constelación de cuarenta espejos
en dedos de felices movimientos.
Quién se atreverá con este Cuatricielo
de ojos invisibles,
pero evidentes en la polvareda luminosa
de sus cuatro-caras-medias-lunas,
sostenidas por cuatro cuellos de gallardía varonil,
ocho hombros de piedra de torrente,
ocho piernas de tronco de bananal
que levantan los racimos de los órganos sagrados
y ocho pies, lenguas con dedos
para el idioma de la danza.
Los cuatro en un solo cuerpo,
los cuatro en un solo hombre
que para andar gira como astro
seguido por la tierra
que da vueltas de girasol
bajo sus pies,
bajo sus ocho pies que giran,
bajo sus ocho pies que danzan.
Los cuatro en un solo cuerpo,
los cuatro en un solo hombre
que para comer pone en movimiento
ciento veintiocho dientes
y muelas de porcelana de maíz,
y cómo saciar su hambre
que empieza en el color
y sigue en los sabores…
quiere comerse el sol,
quiere comer montañas,
quiere comer incendios,
quiere comerse el cielo…
Y cómo saciar su olfato
asomado a las ocho ventanas de sus narices,
y su tacto de imanes siderales,
y su elástica piel de mar que sin romperse permite
que cada uno de los cuatro
vaya desde su extremidad mágica
al centro de la tierra
y vuelva al ángulo que le corresponde en el cielo,
después de pasar el sol por el ojo de maíz,
instante en que las máscaras horadadas
de las estatuas calendáricas
respiran las resinas sagradas del mediodía,
se funden los espejos de azogues diáfanos
y el Mágico del Color, situado al Este,
se apresura a colorear las tablillas,
y el Mágico de la Forma, situado al Oeste,
borda la piedra con el cerca y el lejos
de la luz y la sombra, en los bajorrelieves,
y el Mágico de la Palabra, situado al Norte,
urde el canto del amanuense de las ponderaciones,
y el Mágico del Sonido, situado al Sur,
deja oír la melodía del fervor y el utensilio.
Artesanías ocultas
Los poetas, amanuenses, anónimos, calcañales
del Mágico del Canto en la casa del Norte,
llevaron su queja hasta la flor en pétalos
del oído de los Cazadores Celestes:
“El vuelo inmóvil de la poesía y sus desdoblamientos
en canto ritual, danza guerrera, juego de palabras,
coloquio de corazones endiosados, es nuestro secreto.
Oír brotar almácigas de sílabas y transplantarlas
de las salivaciones a la estrofa dorada,
nuestro oficio de pensadores con música.
Conocemos el pulso de las lluvias flagelantes
en el dibujo calendárico y la caligrafía colorida,
polícroma, de símbolos y adivinaciones astrológicas;
pero postergados por el Mágico del Canto,
no pasamos de ser hablacadáveres
de lenguas perforadas con flechas de metáforas.”
¿A qué bejuco de silencio prenden campanillas,
gotas de agua, escamas de peces, fragmentos de vidrio,
trozos de madera, uñas de metal,
en ensayos de nuevas lluvias sonoras,
los Invisibles Espaldas del Mágico Visible,
el del Copal de la Música, en su casa del Sur?
¿Qué cañas agujerean, tostadas a fuego lento,
en busca del patético trino?
¿Qué piedras pulidas a tabaco
usan para aplanchar las pieles tamboreras?
¿En qué licor de milenios embeben la ocarina,
la tortuga, el caracol, la piedra
para las teclas de las marimbas?
Tácita la queja de músicos anónimos en las preguntas
que vuelan hasta el oído de los Cazadores Celestes.
Ambulaban en la casa del cactus luminoso,
los pintores, estatuas sin pies,
sólo ojos, como el Mágico del Color
en su casa del Este… Anónimos y ausentes,
ellos, y ésta su queja al oído de los Cazadores,
ellos que entraban y salían de los azules
del tinte de palo, de los achiotes sangrantes,
de las divinas púrpuras robadas a los crustáceos
de la Mar del Sur, de los negros untuosos,
de los blancos calizos, de los ocres de barro,
los amarillos, polen o polvo de oro,
los verdes de esmeraldas molidas,
las tierras sanguíneas,
los guapinoles leonados…
Suyo el secreto de las maderas porosas,
de las tablillas de superficie lampiña
tratadas a miel, cera o serumen,
y suyo el secreto de las pieles flexibles
y las pavoridas que entiesó la muerte…
Tácitos, anónimos, ausentes,
el cactus luminoso en sus pupilas,
la queja en su pintura…
¿Y los picapedreros? Los mares de sus ojos
con témpanos de piedra. Siempre navega
en el ojo del picapedrero alguna astilla.
¿Quién desbasta la mole? ¿Quién la convierte
en agujosa estela? ¿Quién le roba el peso con encajes?
Ellos, todo es obra de sus manos y por eso se quejan.
Espaldas olvidadas del Mágico Escultor, denuncian
su anonimato al oído de los Cazadores Celestes.
No, no es bastante la luz del cielo
en la cacería del pelo de la pluma
y apacibles, lentos, sedentarios
—en los cofres de cuero de cocodrilo,
llameantes las vestiduras ceremoniales,
testimonio del gasto de sus ojos—,
hablan a los Cazadores, los plumistas,
unidos en su queja a los tejedores de enjundias,
tantos símbolos, cábalas, sabidurías
astrales y cálculos se urden en las telas,
unidos a los jicareros, olorosos a miel ácida,
las manos siempre enlutadas de nije
y siempre despiertas, vivas, alertas
para el uso del punzón en el tatuaje de las jícaras,
y a los orfebres engatusadores del oro,
y a los alfareros, los de las manos vacías…
¿a dónde van los vasos, las vasijas, los cántaros,
las ollas, los porrones, batidores y lozas vidriadas?
¿a qué relámpago sin destino?
¿a qué labios sin besos?
¿a qué fuego sin llama?
¿qué temblor de tierra los sacude?
¿qué agua sudan sus sedientos poros?
Rocío de lágrimas mojó la flor en pétalos
del oído de los Cazadores Celestes,
antes que la iguana de la tarde
ampollara las nubes y la noche buscara,
para lustrar los sueños, las pomadas
que se guardan en el vaso de las médulas.
Los cazadores celestes
¡Oropensantes-luceros! ¡Ojos-Dioses!
¡Ojos-dioses orollameantes, orotitilantes,
orodistantes luceros! ¡Ojos-dioses!,
esta nuestra proclama, este nuestro desafío!”
“Cazadores Celestes
levantamos los estandartes del rocío negro,
sudor de artesanías,
y partimos hacia el país
en que hay más flores que tierra,
roto el pacto con la mariposa
de las alas de lava,
rotas las joyas de la amistad
que en el cielo seguirá
celebrando su natalicio.”
“Partimos a la cacería de Cuatricielo,
el Hombre de las Magias,
el Hombre de las Cuatro Magias,
el Hombre de los Cuatro Ombligos de Fuego,
quemadores de los cuatro copales preciosos de la vida
—poesía, pintura, música, escultura—
para deleite exclusivo de los ojos y los oídos
de los dioses asomados a los agujeros de la noche.”
“¡Faz a faz sea dicho ante sus creadores, nuestro desafío y nuestra proclama oída!”
“Cazaremos a Cuatricielo, porque tiraniza en sus mansiones
situadas en los cuatro pétalos de la rosa celeste,
a los que son sus calcañales, sus espaldas, sus manos,
sus sombras, sus amanuenses, sus hablacadáveres,
sus tributarios, sin permitir, por no ser del gusto
de los Ojos y los Oídos dioses, que dejen su clausura
y saquen la fiesta de su artesanía a las plazas públicas.”
“¡Faz a faz sea dicho ante sus creadores,
nuestro desafío y nuestra proclama oída!”
“Partimos hacia el país de los espejos,
la región en que hay más flores que tierra.
Partimos a la cacería de Cuatricielo,
sin conocer su nombre,
sin conocer su danza,
sin conocer su máscara,
a sabiendas que los ríos de su sangre
no son navegables para los barcos de la muerte.”
"Partimos a la cacería
del Hombre de las Magias,
Cuatro-veces-Cielo,
el que llorará lava de volcanes
para borrar el rocío negro
de nuestros estandartes,
sudor de artesanías.”
“¡Cazadores a tierra!”,
fue el grito
y bajaron del cielo, en naves de plumas,
el Jefe y sus Horizontes Águilas.
El Jefe de Cazadores, Águila de Árboles,
el de las huellas verdes pintadas en la tierra,
saboreadora de las huellas verdes que al andar
dejan los árboles —el viento se levanta y no acaba
de lamer las hojas, juntándolas, separándolas,
arremolinándolas— huellas verdes del Jefe de Cazadores,
Águila de Árboles,
águila de uñas en medio de una tempestad de hojas verdes,
su cuerpo, membrillo de oro untado de grasa de ciervo,
el escudo al brazo tatuado de serpientes verdes
y la flecha de pluma de quetzal apuntada hacia mediodía.
Cuatro eran las magias
y cinco los cazadores.
Águila de Luciérnagas de Sol,
el de las huellas amarillas pintadas en la tierra,
saboreadora de las huellas amarillas que al andar
dejan las estrellas fugaces, el viento se levanta
y no acaba de lamer orfebrerías titilantes,
Cazador que fue de los Cuatrocientos Cazadores Luceros,
Águila de Luciérnagas de Sol,
amarillos sus cabellos de miel sobre sus hombros,
bajo cascadas de plumas áureas,
de constelación húmeda su escudo,
de luz que se apaga y se enciende la punta de sus flechas,
de su flecha que se apaga y se enciende apuntada hacia Poniente.
Cuatro eran las magias
y cinco los cazadores.
Águila de Sueños,
el de las huellas negras pintadas no sobre la tierra,
debajo de la tierra, Cazador que anda de cabeza
bajo la tierra, saboreador de huellas negras,
el viento se levanta y no acaba de lamer el polvo,
de lamer las huellas negras de los desaparecidos,
Águila de Sueños,
de brisa de tiniebla sus plumas, de pizarra su escudo,
de lava la punta de sus flechas sin ojos,
de su flecha ciega apuntada hacia la medianoche.
Cuatro eran las magias
y cinco los cazadores.
Águila de Fuego,
el de las huellas rojas pintadas en la tierra
saboteadora de las huellas de coral que al andar
hacia el sol dejan los corazones, el viento
alza su lengua y no acaba de lamer la sangre
en mataderos, campos de batalla, altares de sacrificios,
Águila de Fuego,
sus orejas, mariposas bermejas en el incendio de su plumaje,
de brasas inapagables su escudo, de llamas sus flechas,
su flecha de licor de sol apuntada hacia el Oriente.
Cuatro eran las magias
y cinco los cazadores.
Águila de Nubes,
el de las huellas blancas, medias lunas pintadas
en la tierra saboreadora de neblinas que van con pies de pluma,
el viento alza su lengua y lame la cal viva,
blancas sus plumas, blanca su piel, blancos sus dientes,
Águila de Nubes,
corpulento y casi sin peso, de nieve su escudo,
antártico su arco y su flecha polar
apuntada hacia la luna.
Cuatro eran las magias
y cinco los cazadores.
La cacería
“¡Mis huellas son esmeraldas de agua,
soy Jefe de Cazadores,
Jefe de Flechacielos eso soy,
Jefe de Cazadores Celestes,
mis huellas son esmeraldas de agua!”
“¡Como el quetzal sigues…
—sigo…
ah, si me detuviera!”
“¡Ay, si te detuvieras,
la tierra se alimenta de huellas,
la vida junto a la muerte
en tus huellas de río de aguasoles…
huellas… huellas…
la tierra se alimenta de huellas…
alas… alas…
el cielo se alimenta de alas…!”
“¡Mis huellas, polen de flor amarilla,
sin mis huellas nada es, nada existe,
nada gira,
eso soy,
el que gira,
mis huellas son girasoles que brillan!”
“¡Como el sol sigues…
—sigo…
ah, si me detuviera!”
“¡Ay, si te detuvieras,
la tierra se alimenta de huellas,
la vida junto a la muerte
en tus huellas de sartal de reflejos…
huellas… huellas…
la tierra se alimenta de huellas…
alas… alas…
el cielo se alimenta de alas…!”
“Dejo mis huellas, alas de mariposas negras,
sin mis huellas nada va más allá de la vida,
eso soy,
el que va más allá de la vida,
mis huellas son alas de obsidiana que vuela!”
“¡Como la noche sigues…
—sigo…
ah, si me detuviera!”
“¡Ah, si te detuvieras,
hay un collar con ojos que nos ve desde el cielo,
la vida junto a la muerte
en tus huellas de collar con ojos…
huellas… huellas…
la tierra se alimenta de huellas…
alas… alas…
el cielo se alimenta de alas…!”
“¡Sin mis huellas, agualunas de luna,
moriría el mar
y el que fuma tabaco en los eclipses
perdería los ojos en el humo;
eso soy,
el que acompaña al mar en las mareas
y el que fuma tabaco en los eclipses!”
“¡Como la luna sigues…
—sigo…
ah, si me detuviera!”
“¡Ay, si te detuvieras,
la tierra se alimenta de huellas,
la vida junto a la muerte
en tus huellas de eclipses y mareas…
huellas… huellas…
la tierra se alimenta de huellas…
alas… alas…
el cielo se alimenta de alas…!”
“Tigre de pasos de cebollas coloradas,
mis huellas van del corazón al sol;
eso soy,
la huella de la sangre palpitante
que salta de la hoguera de los pechos
al incendio solar…”
“¡Como la sangre sigues…
—sigo…
ah, si me detuviera!”
“¡Ay, si te detuvieras,
la tierra se alimenta de huellas,
la vida junto a la muerte
en tus huellas de pies ensangrentados…
huellas… huellas…
la tierra se alimenta de huellas…
alas… alas…
el cielo se alimenta de alas…!”
“¡Ah, si me detuviera…!”
“¡Ay, si te detuvieras…!”
Como el quetzal sigo…
Sigues como el sol…
Como la noche sigo…
Sigues como la luna…
Como la sangre sigo…
Sigues como el quetzal…
Como el sol sigo…
Sigues como la noche…
Como la luna sigo…
Sigues como la sangre…
“¡Ah, si me detuviera…!”
"¡Ay, si te detuvieras…!”
La tierra se alimenta de huellas de maíz que da luz,
un solo maíz y todo el sol radiante,
de alas de quetzales que cambian el color del cielo,
un solo quetzal y todo el cielo verde,
de hilos de lluvia, de hilos de sangre,
la tierra se alimenta de sangre…
la vida y la muerte en las huellas de los cazadores…
huellas… huellas… la vida y la muerte… huellas…
huellas… huellas de crepúsculo pechirrojo. huellas…
la vida y la muerte… huellas… huellas…
huellas de aurora cariamarilla… huellas… huellas…
la vida y la muerte… huellas… huellas…
huellas de joyel de pluma de garza… huellas
la vida y la muerte… huellas… huellas…
huellas de polvareda de obsidiana… huellas huellas…
“¡Ah, si te detuvieras…!”
“¡Ay, si me detuviera…!”
“¡Ah, si te detuvieras
verías desaparecer las huellas,
el alimento de la tierra,
en el espejo de un animal que las devora,
un animal que cambia de colores
según la huella que lleva…!”
“¡Ah, si te detuvieras…!”
“¡Ay, si me detuviera…!”
“¡Ah, si te detuvieras
verías al animal que cambia de colores
según la huella que se lleva:
espejo de espuma ensangrentada… si roba la huella roja…
espejo de espuma tenebrosa… si roba la huella negra…
espejo de espuma solar… si roba la huella amarilla…
espejo de espuma lacustre… si roba la huella verde…
espejo de espuma diamantina… si roba la huella blanca…!”
“¡Ah, si me detuviera…!”
"¡Ay, si te detuvieras…!”
Águila de Árboles
levanta su flecha de Jefe
y arenga a los cazadores:
“¡Horizontes Águilas!
¡Flechadores del Cielo!
¡Flechacielos!
¡Plumas alas en la cabeza!
¡Plumas alas en los hombros!
¡Plumas alas en los brazos!
¡Plumas alas en los pies!
¡Cabezas-Nubes!
¡Hombros-Montañas!
¡Brazos-Horizontes!
¡Pies de viento!
¡Celestes Cazadores de las huellas perdidas!,
alguien habla en la casa del latido,
alguien grita en la casa del latido,
alguien clama en la casa del latido,
alguien advierte el peligro
del animal que roba nuestras huellas,
piel de relámpago que en ceniza de incendio
convertirá las huellas áureas del Flechero Amarillo;
piel de río tributario que en reflejo de agua
convertirá mis huellas de Flechero Verde;
piel de luna que hará humo
las huellas del Cazador Águila Blanca;
piel de medianoche que borrará
las huellas del Cazador Águila Negra;
piel de campo de batalla
que ni ceniza dejará
de las huellas del Cazador Águila Roja!”
…alguien habla, alguien grita,
alguien clama en la casa del latido…
Alguien advierte el peligro
del robador de huellas,
un pequeño lagarto de altas patas,
cola prensil y un solo ojo inmóvil…
…alguien habla, alguien grita,
alguien clama en la casa del latido…
Alguien advierte el peligro
del animal que vive sin comer,
del animal que cambia de colores
según la huella que refleja,
espejo de cola, uñas agudas
y un solo ojo inmóvil…
…alguien habla, alguien grita,
alguien clama en la casa del latido…
Alguien advierte el peligro
del espejo que no bebe agua,
del espejo que no come,
al que alimenta el aíre,
del animal de piel de espejo
que se incendia,
se desangra,
reverdece,
niega la luz,
viste de nieve,
según la huella que refleja,
piel-zafiro,
piel-coral,
piel-jadeíta,
piel-imán,
piel-perla…
…alguien habla, alguien grita,
alguien clama en la casa del latido…
Águila de Árboles
levanta su flecha de Jefe
y arenga a los cazadores:
“Cuatricielo, el Hombre-de-las-Magias,
Espejo Burlador, Gran Arcoiris,
devora nuestras huellas…
¿Qué son las huellas, Cazadores Águilas?
Responda la casa del latido…
Y por eso, ante la luz sea dicho,
ante las ceibas, ante los gavilanes,
si Espejo Burlador, Gran Arcoiris,
devora nuestras huellas, ante la luz sea dicho,
ante los horizontes, no habrá memoria de nosotros,
roba nuestra ausencia…”
…alguien habla, alguien grita,
alguien clama en la casa del latido…
“¡Si la lluvia de tus flechas lo detuviera…!”
“¡Si la lluvia de mis flechas lo detuviera…!”
El más luminoso de los cazadores,
el de las centellantes luciérnagas de sol,
dispara las primeras flechas,
cree herido al animal que cambia de colores
y corre a cobrar la presa sólo encandilada
por el apagarse y encenderse de los ojos
de sus flechas luciérnagas.
“¡Si la lluvia de mis flechas lo detuviera…!”
“¡Si la lluvia de tus flechas lo detuviera…!”
Águila de Fuego acude en un relámpago,
grita, salta, caracolea, dispara
sus flechas de llamas, pero tampoco
da en el blanco, burlado por los colores
cambiantes del animal que huye.
“¡Si la lluvia de tus flechas lo detuviera…!”
“¡Si la lluvia de mis flechas lo detuviera…!”
Águila de Nubes se desliza cauteloso,
tiene en la punta de su flecha el secreto
del pedernal transparente. Si lo hiere
lo convertirá en cristal y convertido
en cristal, bastará hacerlo pedazos
para acabar con Cuatricielo
sin derramar sangre…
Pero se le adelanta Cazador de Sueños,
plumas de tiniebla, arco nocturno
flecha de punta de pizarra negra.
Dispara y da en el blanco,
en el blanco del ojo fijo
del animal que se desangra por la córnea,
lo único vulnerable de su cuerpo,
el blanco de su ojo en que dormitan los colores.
Palidece… se despinta… se desangra…
¡ay!, su sangre de arcoiris,
el azogue de su sangre de espejo tornasol…
Tiembla… se arrastra…
El azúcar de la sangre son los colores…
Mueve la cola prensil… interrogante…
asirse… pero de dónde…
de las huellas… de las nubes…
de los árboles…
de los ladridos de la luna acosadora…
de los volcanes trenzudos,
de sus trenzas de lava chamuscada…
de los relámpagos sonoros, hojas secas
por donde se acerca a saltos el Cazador de Sueños
a cobrar la presa moribunda, la bestiezuela herida…
“¡Yo he sido… yo… mi flecha…!”
“¡Yo he sido… yo… mi flecha…!”
El cataclismo petrificó el silencio,
piedra de construir eternidades,
al hacerse pedazos en las manos
enguantadas de negro del Cazador de Sueños,
el animal de piel de espejo
que convertido en madeja de líquidos cristales
huye, huye sin estruendo de barranco en barranco,
dejando atrás silenciosas cataratas irisadas
saltos de agua de colores.
tornasolados-ríos-mariposas,
ríos-piedras-vivas, ríos-crepúsculo-granate,
ríos-ópalos, ríos-perlas, ríos-lapizlázuli,
ríos-amatistas-licuadas,
ríos-esmeraldas-en-vena.
ríos-oro-líquido,
ríos-abalorios… ríos… ríos…
ríos que forman un lago de piel de espejo,
lago que cambia de color a cada instante,
a cada oleaje, a cada golpe de luz,
a cada golpe de viento…
El tiempo se detiene
bajo los pies de los cazadores que giran
en lo alto de la cordillera,
sin atreverse a descender al lago
que cambia de colores…
giran en el torbellino de su respiración de girasoles…
giracielos… giranubes… giramontes…
giran… giran… sin atreverse a descender al lago…
giran… giran… giran… no cazadores…
celajes… celajes sobre las montañas…
Fechas de piedra
“Si los cazadores celestes descendieran
a copiar a mis espejos, su idioma de arreboles,
a fumar conmigo la picadura de tabaco rubio
que cae del titilar de las estrellas,
hablaríamos lengua de espejos…
En lugar de palabras regarían en mis aguas
sus imágenes. Copiar una imagen es entenderla
y es tan fácil entenderse con imágenes,
sin palabras, con el pensamiento convertido
en soplo de colores…”
"Si los Cazadores Celestes descendiéramos
a copiar a tus espejos su idioma de arreboles,
a fumar contigo la picadura de tabaco rubio
que cae del titilar de las estrellas,
hablaríamos lengua de espejos,
pero el pez que en cada movimiento
salva su vida de los anzuelos que lo cercan,
algunos con cuatro garfios,
penetra ya a tus oídos,
a tus orejas rodeadas de ondas circulares,
ajorcas de plumas de cristal,
y cae en las redes de tu entendimiento
con nuestra proclama de guerra.”
“El pez que por cada palabra
tiene que hacer miles de movimientos,
para escapar con vida de los anzuelos
que lo cercan, algunos con cuatro garfios,
nada ya en mis oídos, mensajero de guerra,
en mis orejas rodeadas de ondas circulares,
ajorcas de plumas de cristal,
y por eso sería mejor que los Cazadores Celestes
se acercaran a mis espejos…
Entonces,
sin peligro para el pez cercado por anzuelos,
nos entenderíamos con imágenes.
“Nuestra palabra, nuestra proclama,
ante los cielos, ante la tierra
sea dicho, exige antes la entrega
de Cuatricielo, el de los copales mágicos,
el que en los Cuatro Nudos del Pañuelo,
crea para los ojos-dioses,
sólo para los ojos-dioses
y a la medida de los ojos-dioses,
devoradores de escultura y pintura,
las artes visuales del color y la forma,
y crea las auditivas del sonido y el canto
para los oídos-dioses
sólo para los oídos-dioses
y a la medida de los oídos-dioses,
devoradores de música y poesía,
en menoscabo de artistas condenados,
por no poner sus artes en medidas,
a ser ciegos, sordos, mudos, mancos,
anónimos y ausentes…”
“Y por eso,
faz a faz del estandarte de rocío negro,
sudor de artesanías,
asentadas las fechas de piedra
en nuestra proclama de guerra
y cautivos los horizontes —pumas y jaguares
nos acompañan—, tajamos como relámpagos
de pies de tambores-truenos,
a exigir al lago
la entrega de Cuatricielo,
escondido en sus aguas de colores cambiantes
como la piel de espejo del robador de huellas
que, herido de muerte, escapó de las manos
del Celeste Cazador Nocturno.”
Tempestad de pájaros,
tempestad de nubes,
tempestad de flechas,
baila el cazador burlado,
baila el Cazador de Sueños,
tachonado de astros su penacho,
humeante de estrellas su tiniebla.
Tempestad de plumas,
tempestad de huellas,
tempestad de flechas,
baila el cazador burlado,
baila el Cazador de Sueños
a la cabeza de los cazadores
que bajan de las altas montañas
al plato azul dormido.
Tempestad de pájaros,
tempestad de nubes,
tempestad de flechas,
tempestad de huellas
baila el cazador burlado,
baila el Cazador de Sueños,
tachonado de astros su penacho
humeante de estrellas su tiniebla,
flecha negra negra
huella negra negra
a la par del Jefe-Flecha-Verde-Verde,
huellas verdes verdes,
Jefes-manos-alas-antesalas-del-cielo-de-ademanes-azules,
no lejos, a distancia de nube, del Cazador del Sur,
flecha blanca blanca
huellas blancas blancas,
seguido de las huellas de sangre
del Cazador que ve al Oriente,
flecha roja roja
huellas rojas rojas,
y a retaguardia el Cazador amarillo
con la flecha apuntada hacia Poniente.
Tempestad de flechas,
tempestad de huellas,
tempestad que danza
por caminos colgados de las nubes,
entre precipicios de algodón de tuna,
encinales, penumbras de brea caliente,
neblinas de leche respirable,
flores sin raíces, musgo acuático,
arroyos de agua tartamuda entre las piedras
y venados de nariz dulce olfateando el silencio
flajelado por las pestañas de los pinos.
Tempestad que danza,
tempestad de flechas,
tempestad de plumas,
tempestad de huellas,
negras, rojas, verdes, blancas, amarillas…
sementeras de flores que van rodeando el lago
sin asomarse a sus espejos, al lago
que hunde una piel y saca otra,
hunde su piel lacustre y saca su piel de cielo,
hunde su piel de cielo y saca su piel volcán,
hunde su piel volcán y saca su piel de arena,
hunde su piel de arena
y saca su piel de acero, hunde su piel de acero
y saca su piel carbón.
Tempestad que danza,
tempestad de flechas,
tempestad de plumas,
tempestad de huellas
negras, rojas, verdes, blancas, amarillas…
Arcoiris desprendido en cien pies de colores
hacia el espejo luminoso,
en cien píes de colores y substancias,
nubes, soles, savias, clorofilas,
leches vegetales, sangre de cacao,
redes de raíces, viveros de resuellos,
sulfatos, hervideros volcánicos, higuerillos
verdosos de espinas calcinadas,
ichíntales y yucas, tuberosas rumiantes
de cuatro y más estómagos, bálsamos, resinas,
colmenas subterráneas, granitos de granito
de oscuridad de plata cada avispa,
moscardones, mariposas, reptiles, juncos,
peces, ranas, sapos, caracoles de babas,
culebrillas de pelo de agua…
“¡En mis espejos te verás más luminoso!”,
dijo el lago al Arcoiris, ciempiés gigante
que a pasos de colores se acercaba…
“¡En mis espejos te verás más luminoso!”
“Pero de cabeza no se puede vivir…”
le contestó el Arcoiris, ciempiés gigante
con la voz de los cinco cazadores.
“¿Y cómo viven en mis espejos, el cielo,
las montañas, los sauces, los volcanes?”,
apuró el lago con su vaivén oleante.
"De cabeza viven en mis entrañas de cristal
el sol, la luna, los luceros
y si asomas a mis espejos
dejarás de ser lo que eres,
cintopié pintado entre las nubes,
ficción de lluvia y sol
y te convertirás en serpiente de esplendor,
serpiente de plumas de colores
enroscada en el fondo
de mis desplegadas aguas bellas.”
“Si me asomara a tus espejos,
clamó el Arcoiris, me cambiarías
como cambios tú, desgranador de esmeraldas,
siempre feliz porque nunca eres el mismo
en el oleaje de tus calendarios,
en tus espejos horadados por relojes de burbujas.”
“¡Vuélvete entonces a tus fechas de piedra,
gritó el lago, pobre pedazo de arcoiris,
cintopié pintado, ficción de lluvia y sol,
antes que los luceros salten de mis espejos
a despedazar tu imagen a picotazos orollameantes!”
Todo de cabeza en el lago inmóvil,
la alta comba del cielo convertida
en hamaca de estrellas titilantes,
de cabeza, los volcanes, pirámides invertidas,
los árboles de plumaje lloroso,
todo de cabeza, menos los cazadores,
los Flechadores del Cielo,
Águilas-Horizontes que sustraían su imagen
al espejo robador de huellas,
al lago inmóvil, sin olas, sin uñas,
agua de azulejo oscuro en los hondones,
agua de guacamaya azul en las orillas lúcidas,
agua de perico verde a la sombra de los sauces,
agua de pato de níquel o espuma de paloma
en los playados donde se detuvieron los cazadores,
antes del asalto, sus huellas en abanicos luminosos
que transformaban el lago,
refugio de los artistas únicos,
en espejo de cola de pavo real.
Andaraiz de la flor del aire
Andaraiz de la flor del aire,
¿qué es lo que sueñan los Cazadores?
Águila de Fuego,
raíz de raíz de árbol de sangre,
rojas sus huellas en el abanico de huellas
que va rodeando el lago, antes del asalto,
sueña que incendia el agua (la más terrible
de las pesadillas, como augurio: el agua en llamas),
para quemar a Cuatricielo, el Hombre-de-las-Magias
que transformado en maniquí de paja
huye de los espejos colorados.
Andaraiz de la Flor del Aire,
¿qué es lo que sueñan los Cazadores?
Águila de Sueños,
raíz de raíz de árbol de morro,
negras sus huellas en el abanico de huellas
que va rodeando el lago, antes del asalto,
sueña que hiere de nuevo el ojo magnético,
ligeramente dulce, del animal-espejo
robador de huellas, presa que ya herida
escapa de sus manos y se convierte en un lago.
Andaraiz de la Flor del Aire,
¿qué es lo que sueñan los Cazadores?
Águila de Nubes,
raíz de raíz de árbol de leche,
blancas sus huellas en el abanico de huellas
que va rodeando el lago, antes del asalto,
sueña que una tempestad de granizo
pone en fuga a Cuatricielo, el Hombre-de-las- Magias,
transformado en muñeco de escarcha,
muñeco de cuatro cabezas, ocho brazos,
ocho piernas, ocho pies…
Andaraiz de la Flor del Aire,
¿qué es lo que sueñan los Cazadores?
Águila de Luciérnagas,
raíz de raíz amarilla de madre-cacao,
amarillas sus huellas en el abanico de huellas
que va rodeando el lago, antes del asalto,
flecha que se apaga y se enciende apuntada
hacia Poniente, sueña que de un relámpago
de girasoles salta el Hombre-de-las-Magias
convertido en mazorca de maíz amarillo.
Andaraiz de la Flor del Aire,
¿qué es lo que sueñan los Cazadores?
Águila de Árboles,
raíz de raíz del país verde,
verdes sus huellas en el abanico de huellas
que va rodeando el lago, antes del asalto,
flecha de mando apuntada hacia mediodía,
Sueña que hiere a Cuatricielo,
que hiere y arrebata a Cuatricielo, el ídolo
del envoltorio que esconden sus entrañas,
ídolo de lava transparente,
ojo-dios formado por la lluvia.
El baile de las quimeras
“¡Esta nuestra palabra, nuestra voz,
nuestro reto, nuestro manifiesto!”
“Los astros no subirían al cielo
sin estar esculpidos…
¿Y quién los esculpe?
YO, escultor deastros
en mi Casa del Oeste…”
“La música nace oído, como las fuentes,
las cascadas… No ha menester de otros oídos…
los oídos-dioses y mis oídos bastan…
Nace con orejitas de cristal y espuma
y se recrea a sí misma… ¿A qué llevarla
a oídos que no la cortejarían, como lo hago
YO, en mi Casa del Sur?…”
"¿Qué nave se lanza al mar de las tinieblas
subterráneas, sin estar pintada, y quién la pinta,
quién decora las grutas y cavernas que bogan
en las profundidades bajo la tierra,
sino YO…
y las Noches
subirían
al cielo sin estar tatuadas de oro?
Y quién las viste cíe tatuajes de jícara
sino YO…
pintor, grabador y jicarero
en mi Casa del Este…”
“Y los dioses, a pesar de su pétrea contextura,
sus ojos que echan fuego de fósforo volcánico,
sus dientes de lagartos, sus uñas de jaguares,
sus pieles de ocelotes, sus narices,
en la que la respiración la fingen colibríes,
y sus corazones que exigen que la vida se recree
con corazones, existirían sin mí?
YO los nutro con mis cantos y poemas
en mi Casa del Norte…”
Así dijeron, reunidos en el plato azul,
Canta-copal, el de la Casa del Norte,
Truena-copal, el de la Casa del Sur,
Pinta-copal, el de la casa del Este,
Esculpe-copal, el de la Casa del Oeste.
Pero los cazadores ya iban danzando,
danzando y hablando:
“Se oye su voz, su copal,
ero así como los dioses exigen el alimento
de sus criaturas y no existirían
si sus criaturas no los alimentaran existiendo
existir es alimentar a los dioses,
la pintura exige el alimento de los ojos
y no existiría si los ojos no la alimentaran,
sólo viendo se puede alimentar a la pintura
y ver no es ver con sólo las pupilas de los ojos-dioses,
sino ver con los ojos de todos los que ven,
y la poesía exige el alimento de los oídos
y no existiría si los oídos no la alimentaran,
sólo oyendo se puede alimentar a la poesía,
y la escultura exige el alimento de los ojos
y no existiría si los ojos no la alimentaran,
sólo mirando se puede alimentar a la escultura,
y la música exige el alimento de los oídos
y no existiría si los oídos no la alimentaran,
sólo oyendo se puede alimentar a la música
y oir no es oir con sólo los oídos de los oídos-dioses
sino oir con los oídos de todos los que oyen…”
Pero ya iban danzando,
danzando la danza de las saetas…
Nueve vueltas da alrededor de la Palabra
Flechero-Huellas-de-Sangre…
Asaeteada la Poesía por flechas coloradas…
Siete vueltas siete da alrededor del Sonido
Flechero-Huellas-de-Nube…
Asaeteada la Música por flechas-gajos-de-garza…
Trece vueltas trece da alrededor de la Forma
Flechero-Huellas-de-Sombra…
Asaeteada la Escultura por flechas de tiniebla…
Cuatro vueltas cuatro da alrededor del Color
Flechero-Huellas-de-Sol…
Asaeteada la Pintura por flechas amarillas…
Cascabeleantes enredaderas
en las diademas del combate…
Voces, gritos, chocar de escudos y el vertiginoso
ir y venir de guerreros-moscas multiplicados
por el fluir de la batalla, guerreros-saltamontes,
guerreros-bólidos empenachados de fuego de cometas,
guerreros-reflejos luminosos despedazados en el agua
de fuego lengüeteante, lenguas de serpientes,
burbujas papilares, incendio entre los juncos, flechas
que no alcanza a disparar el lago herido…
aguayayay… herido…
aguayayay… aguayayay
el lago herido, sin alcanzar a disparar sus juncos
contra la lluvia de flecha de rocío negro
de los Cazadores Celestes…
…aguayayay…
aguayayay… ola tras ola herido…
ola tras ola picoteado por el rocío negro
de las flechas verdes, blancas, rojas, negras, amarillas,
y heridos sus tumbos peleadores,
sus líquidos guerreros
que salen a oponer sus pechos de caracolas de cristal
contra los cazadores que bailan,
después de la danza de las saetas,
el baile de las quimeras…
…Aguayavay, herido…
el lago herido…
ola
tras
ola
herido…
ola
tras
ola
picoteado
por
flechas
rojas
negras
verdes
blancas
amarillas
verdes
blancas
rojas
negras
amarillas
negras
rojas
verdes
blancas
amarillas
aguayayay…
aguayayay…
melaguaj…
melaguaj…
el viento herido…
el viento también herido…
melajuag…
melajuag…
el viento herido
y heridos los árboles cubiertos de cadáveres
de frutas agujereadas por dardos hechos con picos
de guacamayas blancas
disparados
desde los arcos
cejas de nieve del Cazador del Sur
Águila de Nubes
blanco su collar
blanco su penacho
blancas sus flechas
picos de guacamayas blancas
ay-aguacamay
aguacamay
el viento herido
melaguaj
melaguaj
herido con plumas de guacamayas de fuego
guacamayas de escarcha
que picotean
frutas
flores
hojas
nidos…
ay-aguacamay…
aguacamay…
herido el viento
melaguaj
melaguaj
herido el lago
aguayayay
aguayayay
el lago de cambiantes pinturas
cambiantes colores
cambiantes luces
cambiantes sombras
cambiante oleaje
animal de piel de espejo
flechado de nuevo por el Cazador de Sueños
que arranca a sus manos enguantadas de girasoles negros,
en lugar de dardos, cascabeles de luna
ruido que hiere
estrépito que mata a los colibríes
(pájaromoscapájaromoscapájaromosca…
caen diciendo los colibríes)
sin turbar el silencio bebedor de sangre,
que acompaña al Cazador Emplumado de Rojo,
el de la piel de zapote,
el de las orejas bermejas.
El licor de cacao con polvo de incendio
lo enardece y es inmortal la víctima
que embriaga de muerte con sus flechas
de plumas de guacamaya de fuego
ay-aguacamay-ay
ay-aguacamay
aguacamay de fuego
aguacamay
y herido el lago
aguayayay
aguayayay
por flechas de colores
tempestad de arcoiris
tempestad de arcoiris de flechas de colores
disparadas desde los arcos de los Cazadores-Horizontes-Águilas.
Del color de sus flechas sus penachos,
del color de sus penachos sus huellas,
sus plumajes, sus rodelas, sus tambores,
sus collares, sus joyeles…
flechas de aguda punta
y pluma de rizos perfumados…
herir sin dar la muerte,
herir y perfumar en el lago asaeteado
la imagen del Cautivo Cuatricielo
aguayayay
ay-aguayayay
el lago también cautivo
y con el lago el cielo
ay-aguayayay
aguayayay
lago, cielo y Cuatricielo cautivos del espejo del agua,
atados de pies y manos, a lo más hondo, por cadenas
de ríos subterráneos, afluentes de esmeraldas dulces,
y en la superficie, a ISLAS de verdor primaveral,
ISLAS que flotan y desaparecen al capricho del lago,
ISLAS en las que apoya sus plantas el Flechero Verde,
Águila de Árboles,
Jefe de Cazadores,
al enastar
su flecha
pluma
de
quetzal
en el arco
de su palpitación
y
dispararla
al azul azul
el
por
der
cen
as
al
que
flecha
des
cien
de
por
el
es
pe
jo
del
la
go
a herir a Cuatricielo
aguayayay
aguayayay
¡Cuatricielo herido…
herido por el reflejo
de
una
flecha
en el agua
ay-aguayayay
aguayayay
en verdad herido,
herido por el reflejo de una flecha
que al desgarrar sus carnes de lava transparente,
desanuda copales, soles, ombligos, sonidos, magias,
espumas, burbujas, palabras, tatuajes, colores,
guacamayas de escarcha, guacamayas de fuego
aguacamay-ay
aguacamay
el viento
el viento
el viento
melaguaj
melaguaj
el viento desatado,
desanudadas las espumas,
los ombligos, los soles, los copales, las magias,
las burbujas cabalísticas, las burbujas que tomaron
los Oropensantes-luceros-dioses
para hacer al Hombre-de-las-Cuatro-Magias,
cuatro cabezas, ocho brazos, ocho ojos,
ocho manos, ocho piernas, cuatro corazones,
el hombre cuatro veces ombligo, cuatro veces viril,
cuatro veces artista, pintor, escultor, músico, poeta,
el Hombre-de-las-Cuatro-Magias-del-Cielo
que en verdad era de burbujas de agua de maíz
y todo su arte de burbujas,
flor que vivió en sus manos y más allá de sus manos
el instante de todas las burbujas,
de todas las especies efímeras.
Música de agujeros de burbujas, la melodía de su caña.
Música de vacío burbujeante
el tún-tún de los troncos huecos.
música de calofrío el estallido
de los globitos de aire sonoro
en la superficie de las teclas de las marimbas.
todo su arte de burbujas,
flor que vivió sus manos y más allá de sus manos
el instante de todas las burbujas,
de todas las especies efímeras.
Su poesía de burbujas de sangre guardadas en las sienes
por las quetzalpicaduras de las borlas sagradas,
sube del cocimiento del trópico de Cáncer
y abre flores de almíbar, respiraderos de miel,
a todo lo que hierve, a todo lo que existe,
real o dibujado por miniaturistas
que cubren de escritura burbujeante
pieles y cortesas ahuesadas.
Y todo su arte de burbujas.
Muros pintados de quetzales,
muros pintados de serpientes,
figuras pintadas en vivo sobre la argamasa
y tratadas después al oro dulce de la atmósfera.
Templos de jaguares que nadan entre burbujas de piedra,
cifras calendáricas, burbujas redondas
de la matemática de las constelaciones.
todo su arte de burbujas,
flor que vivió en sus manos y más allá de sus manos
el instante de todas las burbujas,
de todas las especies efímeras.
Pelotaris elásticos tras la burbuja de hule
que cruza la ajorca solitaria, del juego de pelota,
imagen fugaz y fugitiva de su arte de gorgoritos,
de su arte de burbujas ya herido…
Desatados los mundos,
disueltas las substancias,
desanudados los confines,
desimantados los cuatro lados del cielo,
deshojadas las flores,
despedazados los pájaros,
la lluvia desgrana sus mazorcas,
apresa al lago en cárceles de hilos
y lo entrega al Arcoiris triunfante,
Señor Siete Veces Precioso,
al Arcoiris que avanza con los pies de los cazadores,
sin peligro de caer enroscado como serpiente
de plumas de colores, en los espejos
del robador de huellas, del lago
que, herido Cuatricielo, se cubre de burbujas,
chalchihuitles que ocultan
los restos de sus artes efímeras.
Así y sólo así
podía ser herido Cuatricielo,
al mediodía,
con el reflejo en el agua
de una flecha disparada
hacia el sol.
Así y sólo así
podía ser herido Cuatricielo,
vulnerable al quetzal
que cruza el zafiro
hacia la luz.
Así y sólo así
podía ser herido Cuatricielo,
vulnerable al verde
que cruza el azul
hacia el amarillo.
Así y sólo así
podía ser herido Cuatricielo,
al mediodía,
al compás de los atabales,
en el juego-baile-de-las-flechas,
el baile de las quimeras.
“¡Aquí mi flecha, mi flecha amarilla,
el reflejo de mi flecha de luz
que va por el agua hacia el cautivo
Mago de la Pintura.
Lo hiero, sin darle muerte,
sólo su dibujo, su color hiero!”
“¡Aquí mi flecha, mi flecha blanca,
el reflejo de mi flecha lunar
que va por el agua hacia el cautivo
Mago de la Música.
Lo hiero, sin darle muerte,
sólo su sonido, su armonía hiero!”
“¡Aquí mi flecha, mi flecha negra,
el reflejo de mi flecha de sueño
que va por el agua hacia el cautivo
Mago de la Escultura.
Lo hiero, sin darle muerte,
sólo su línea, su forma hiero!”
“¡Aquí mi flecha, mi flecha roja,
el reflejo de mi flecha de fuego
que va por el agua hacia el cautivo
Mago de la Poesía.
Lo hiero sin darle muerte,
sólo su canto, su poema hiero!”
“¡Y yo,
Águila de Árboles,
Jefe de Cazadores,
disparo mi segunda flecha verde,
desde estas islas de verdor primaveral,
a la cúpula de nubes que ahora cubre el lago,
cúpula de nubes construida
por los Edificadores de ciudades!…”
“¡Allá va…
y nazca la Arquitectura intacta,
amparo de las artes heridas
por el reflejo de las flechas en el agua,
al dar caza a Cuatricielo,
ídolo de lava transparente
que año con año
a la entrada de la primavera
volverá a ser herido,
para que las artes,
alimento de los dioses,
permanezcan entre los hombres
y se llenen las plazas
de músicos, pintores, escultores, poetas,
grabadores, plumistas, jicareros,
acróbatas, alfareros, talladores,
orfebres, danzarines voladores,
porque de ellos es la aurora
primaveral de este país forjado a miel!”
París, verano, 1963.
Sinaia (Rumania), Invierno, 1964.
Venecia, Nápoles, Milán, Roma, Génova, 1964.
Terminado en Génova, el 13 de julio de 1964.
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