Pablo Neruda
(1904–1973)

Crepusculario
(1919)

ESTA IGLESIA NO TIENE...

Esta iglesia no tiene lampadarios votivos,
no tiene candelabros ni ceras amarillas
no necesita el alma de vitriales ojivos
para besar las hostias y rezar de rodillas.

El sermón sin inciensos es como una semilla
de carne y luz que cae temblando al surco vivo;
el Padre-Nuestro, rezo de la vida sencilla,
tiene un sabor de pan frutal y primitivo...

Tiene un sabor de pan. Oloroso pan prieto
que allá en la infancia blanca entregó su secreto
a toda alma fragante que lo quiso escuchar...

Y el Padre Nuestro en medio de la noche se pierde,
corre desnudo sobre las heredades verdes
y todo estremecido se sumerge en el mar...



PANTHEOS

Oh pedazo, pedazo de miseria, ¿en qué vida
tienes tus manos albas y tu cabeza triste?
... Y tanto andar, y tanto llorar las cosas idas
sin saber qué dolores fueron los que tuviste.

Sin saber qué pan blanco te nutrió, ni qué duna
te envolvió con su arena, te fundió en su calor,
sin saber si eres carne, si eres sol, si eres luna,
sin saber si sufriste nuestro mismo dolor.

Si estás en este árbol o si lloras conmigo
¿qué es lo que quieres, pedazo de miseria y amigo
de la cansada carne que no quiere perderte?

Si quieres no nos diga de qué racimo somos,
no nos digas el cuándo, no nos diga el cómo,
pero dinos adónde nos llevará la muerte...



VIEJO CIEGO, LLORABAS...

Viejo ciego, llorabas cuando tu vida era
buena, cuando tenías en tus ojos el sol:
pero si ya el silencio llegó, ¿qué es lo que esperas,
qué es lo que esperas, ciego, qué esperas del dolor?

En tu rincón semejas un niño que naciera
sin pies para la tierra, sin ojos para el mar,
y como las bestias entre la noche ciega
sin día y sin crepúsculo- se cansan de esperar.

Porque si tú conoces el camino que lleva
en dos o tres minutos hacia la vida nueva,
viejo ciego ¿qué esperas, qué puedes esperar?

Y si por la amargura más bruta del destino,
animal viejo y ciego, no sabes el camino,
ya que tengo dos ojos te lo puedo enseñar.



EL NUEVO SONETO A HELENA

Cuando estés vieja, niña (Ronsard ya te lo dijo),
te acordarás de aquellos versos que yo decía.
Tendrás los senos tristes de amamantar tus hijos,
los últimos retoños de tu vida vacía...

Yo estaré tan lejano que tus manos de cera
ararán el recuerdo de mis ruinas desnudas.
Comprenderás que puede nevar en Primavera
y que en la Primavera las nieves son más crudas.

Yo estaré tan lejano que el amor y la pena
que antes vacié en tu vida como un ánfora plena
esterán condenados a morir en mis manos...

Y será tarde porque se fue mi adolescencia,
tarde porque las flores una vez dan esencia
y porque aunque me llames yo estaré tan lejano...


SENSACIÓN DE OLOR

FRAGANCIA
de lilas...

Claros atardeceres de mi lejana infancia
que fluyó como el cauce de unas aguas tranquilas.

Y después un pañuelo temblando en la distancia.
Bajo el cielo de seda la estrella que titila.

Nada más. Pies cansados en las largas errancias
y un dolor, un dolor que remuerde y se afila.

...Y a lo lejos campanas, canciones, penas, ansias,
vírgenes que tenían tan dulces las pupilas.

Fragancia
de lilas...



IVRESSE

Hoy que danza en mi cuerpo la pasión de Paolo
y ebrio de un sueño alegre mi corazón se agita:
hoy que sé la alegría de ser libre y ser solo
como el pistilo de una margarita infinita;

oh mujer —carne y sueño—, ven a encantarme un poco,
ven a vaciar tus copas de sol en mi camino.
Que en mi barco amarillo tiemblen tus senos locos
y ebrios de juventud, que es el más bello vino.

Es bello porque nosotros lo bebemos
en estos temblorosos vasos de nuestro ser
que nos niegan el goce para que lo gocemos.
Bebamos.
Nunca dejemos de beber.

Nunca, mujer, rayo de luz, pulpa blanca de poma,
suavices la pisada que no te hará sufrir.
Sembremos la llanura antes de arar la loma.
Vivir será primero, después será morir.

Y después que en la ruta se apaguen nuestras huellas
y en el azul paremos nuestras blancas escalas
—flechas de oro que atajan en vano las estrellas—,
oh Francesca, hacia dónde te llevarán mis alas!



MORENA, LA BESADORA

Cabellera rubia, suelta,
corriendo como un estero,
cabellera.

Uñas duras y doradas,
flores curvas y sensuales,
uñas duras y dorada.

Comba del vientre, escondida,
y abierta como un fruta
o una herida.

Dulce rodilla desnuda
apretada en mis rodillas,
dulce rodilla desnuda.

Enredadera de pelo
entre la oferta redonda
de los senos.

Huella que dura en el lecho,
huella dormida en el alma,
palabras locas.

Perdidas palabras locas:
rematarán mis canciones,
se morirán nuestras bocas.

Morena, la Besadora,
rosal de todas las rosas
en una hora.

Besadora dulce y rubia,
me iré,
te irás, Besadora.

Pero aún tengo la aurora
enredada en casa sien.

Bésame, por eso, ahora,
bésame, Besadora,
ahora y en la hora
de nuestra muerte.
                                  Amén.

ORACIÓN

Carne doliente y machacada,
raudal de llanto sobre cada
noche de jergón malsano;
en esta hora yo quisiera
ver encantarse mis quimeras
a flor de labio, pecho y mano,
para que desciendan ellas
—las puras y únicas estrellas
de los jardines de mi amor—
en caravanas impolutas
sobre 1.1s almas de las putas
de estas ciudades del dolor.

Mal del amor, sensual laceria;
campana negra de miseria;
rosas del lecho de arrabal,
abierto al mal como un camino
por donde va el placer y el vino
desde la gloria al hospital.

En esta hora en que las lilas
sacuden sus hojas tranquilas
para botar el polvo impuro
vuela mi espiritu intocado,
traspasa el huerto y el vallado,
abre la puerta, salta el muro;

y va enredando en su camino
el mal dolor, el agrio sino
y desnudando la raigambre
de las mujeres que lucharon
y que cayeron
y pecaron
v murieron
bajo los látigos del hambre.

No sólo es seda lo que escribo,
que el verso hito sea vivo
como recuerdo en tierra ajena
para alumbrar la mala suerte
de los que van hacia la muerte
coligo la sangre por las venas.

De los que van desde la vida
rotas las manos doloridas
en todas las zarzas ajenas;
de los que en estas lloras quietas
no tienen madres ni poetas
para la pena.

Porque la frente en esta hora
se dobla y la mirada llora
saltando dolores y muros
en esta hora en que las lilas
sacuden sus hojas tranquilas
para botar cl polvo impuro.


EL ESTRIBILLO DEL TURCO

Flor el pantano vertiente la roca;
tu alma embellece lo que toca.

La carne pasa, tu vida queda
toda en mi verso de sangre o de seda.

Hay que ser dulce sobre todas las cosas;
más que un chacal vale una mariposa.

Eres gusano que labra y opera;
para ti crecen las verdes moreras.

Para que tejas tu seda celeste
la ciudad parece tranquila y agreste.

Gusano que labras, de pronto eres viejo;
¡el dolor del mundo crispa tus artejos!

A la muerte tu alma desnuda se asoma,
¡y le brotan alas de águila y paloma!

Y guarda la tierra tus vírgenes actas,
hermano gusano, tus sedas intactas.

¡Vive en el alba y el crepúsculo,
adora el tigre y el corpúsculo,
comprende 1a polea y el músculo!

Que se te vaya la vida, hermano,
no en lo divino sino en lo humano,
no en las estrellas Sino en tus manos.

Que llegará 1a noche y luego
serás de tierra, de viento o de fuego.

Por eso deja que todas tus puertas
se cimbren, a todos los vientos abiertas.

Y de tu huerta al viajero convida,
¡dale al viajero la flor de tu vida!

Y no seas duro, ni parco, ni terco,
¡sé una frutaleda sin garfios ni cercos!

Dulce hay que ser y darse a todos,
para vivir no hay otro modo
de ser dulces. Darse a las gentes
como a la tierra las vertientes.

Y no temer. Y no pensar.
Dar
para volver a dar.

Que quien se da no se termina
porque hay en él pulpa divina.


¡Como se dan sin terminarse, hermano mío,
al mar las aguas de los ríos!

Que mi canto en tu vida dore lo que deseas.
Tu buena voluntad torne en luz lo que miras.
Que tu vida así seas.

-¡Mentira, mentira, mentira!


EL CASTILLO MALDITO

Mientras camino la acera va golpeándome los pies,
el fulgor de las estrellas me va rompiendo los ojos.
Se me cae un pensamiento como se cae una mies
del carro que tambaleando raya los pardos rastrojos.

Oh pensamientos perdidos que nunca nadie recoge,
si la palabra se dice, la sensación queda adentro;
espiga sin madurar, Satanás le encuntre troje
¡que yo con los ojos rotos no le busco ni le encuentro!

Que yo con los ojos rotos sigo una ruta sin fin...
¿Por qué de los pensamientos, por qué de la vida en vano?
Como se muere la música si se deshace el violin,
no moveré mi canción cuando no mueva mis manos.

Alto de mi corazón en la explanada desierta
donde estoy crucificado como el dolor en un verso.
... Mi vida es un gran castillo sin ventanas y sin puertas
y para que tú no llegues por esta senda,
                                                                     la tuerzo.




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